viernes, 18 de marzo de 2011

NOTABLE COINCIDENCIA

Por Federico Bello Landrove

     Hay una Yerma literaria de Federico García Lorca y una Yerma operística de Heitor Villa-Lobos. ¿Qué pudo llevar al compositor brasileño a tomar la obra del escritor español como argumento para su inspirada composición?  Lo que sigue puede ser una buena pista para responder a tal pregunta. En todo caso, el relato no tiene ninguna otra pretensión.



     En la poco brillante prensa musical española dedicada a lo clásico reluce una rutilante revista trimestral, que se edita en Madrid y actualmente se vende al módico precio de tres euros. La publicación tenía el sonoro nombre de  Stradivarius, hasta que la consolidación de una cadena homónima de tiendas de confección aconsejó sustituirlo por el más ingenioso de La corchea audaz. Lo de la corchea requería de poca explicación, pero lo de audaz me movió a preguntar al director, Fernando Oreses, por su sentido:

-          ¿Te parece poco audaz –dijo- publicar una revista centrada en la música clásica, en la España de nuestros dolores?
-          Seguramente tienes razón, contesté. Pero aún sería mayor audacia si pagases las colaboraciones.

     De donde se deduce que soy cooperador desinteresado –aunque entusiasta- de La corchea. Asisto a conciertos, procuro estar al tanto de las novedades discográficas y hago entrevistas a intérpretes famosos o a sesudos profesores de conservatorio. Nada, por tanto, que me predestinase para ejercer de reportero y poner mi nombre al pie del artículo más relevante que haya publicado mi revista en sus veintitrés años de existencia. Pero el caso es que así fue.

     He aquí la intrahistoria del famosísimo reportaje… y del final de mi colaboración en La corchea.

***

     El recién nombrado director del Teatro Real de Madrid –belga o francés, no lo recuerdo-, concedió una extensa entrevista al diario Madrid hoy, revelando sus intenciones generales y algunas de las primeras obras que pensaba montar. Entre ellas, aludió a la Yerma de Heitor Villa-Lobos, en versión de concierto. Fernando Oreses, en mi presencia, estalló:

-          Será imbécil este sujeto. Llevamos cincuenta años esperando la première en España de esta ópera y se descuelga con las medias tintas de no montarla en condiciones.
-          No sé, Fernando. Tal vez sea complicada o costosa de representar tal cual.
-          En absoluto. El problema pueden ser las voces. Los aspectos escénicos son de lo más simple que se ha visto.
-          Pues, de ser como dices, realmente es una vergüenza que la deferencia de Villa-Lobos por García Lorca no haya tenido hasta ahora respuesta en nuestro país.
-          No se hable más. La corchea tiene que salir al paso de ese cantamañanas y organizar un escándalo, si sigue con sus ridículos propósitos.

     Fernando es un poco impetuoso y me sentí en la obligación de frenarlo. El Real es mucho Real y no convenía indisponerse frontalmente con él, al menos, sin hacer algún tipo de estudio sobre la relación del genial carioca con el no menos genial granadino. Yo se lo apunté:

-          Podríamos calentar el ambiente con algún artículo sobre Villa-Lobos y Lorca.
-          Lo creo innecesario, repuso el director. Todo el mundo sabe que Villa-Lobos descendía de españoles por parte de padre y que tuvo otros contactos con temas culturales de acá. Andrés Segovia, sin ir más lejos...
-          No me estás entendiendo, Fernando. Hablo de relaciones, no con lo español, sino con lo lorquiano en concreto.
-          Está bien, don Prudencio, pero encárgate tú. Te doy un mes como máximo. Para octubre tiene que salir La Corchea con Yerma como artículo de fondo. Hasta tengo ya el título: En Manaus, sí. En Madrid, no[1].
-          ¿Y eso, qué quiere decir?
-          Echa un vistazo en Internet y verás si no es para que nos abochornemos.

***

     Mi desconocimiento inicial del tema a investigar no fue despejado de buenas a primeras. Villa-Lobos ya había tenido ocasión, antes de Yerma, de expresar su sentimiento y su inspiración musical en forma de óperas. Pocos, sin embargo, se habían preocupado de indagar por qué se había interesado, ya al final de su vida, por la obra teatral de Lorca, estrenada veinte años atrás. Tampoco ayudaba a mis indagaciones el escaso interés concitado por dicha ópera, que no se había representado hasta unos quince años después de su creación, como llovida del cielo, en el Teatro de la Ópera de la ciudad neo-mejicana de  Santa Fe[2].

     Jugando un poco al azar, di con un itinerario cronológico de la biografía de Villa-Lobos. Según él, el compositor había realizado un viaje Praga/Berlín/Barcelona en 1936. En eso estaban todos de acuerdo. Las discrepancias surgían a la hora de aseverar si tal viaje había tenido independencia de otros, o si había venido motivado por una previa y amplia estancia en Alemania, de la que el indicado sería el retorno, camino de Brasil. En un primer momento, esta alternativa no me pareció interesante para mi trabajo. En cambio, como es lógico, quedé deslumbrado por la referencia a Barcelona, ¡y en 1936!

     Si hubiera contado con más tiempo del que Fernando me había concedido, habría podido acudir a las biografías extensas de Heitor y sacar conclusiones seguras. Por otra parte, yo era un periodista aficionado, tratando de acopiar materiales de relleno para un artículo, cuyo sentido estaba ya trazado por el director de la revista y cuyo contenido estaba por ver si era yo quien lo aportaba y firmaba. Me decidí, pues, a dar por sentado que, habiendo viajado previamente por Praga y Berlín en aquel año fatídico, Villa-Lobos habría llegado a Barcelona una vez iniciada nuestra guerra civil. Para mayor fundamento, habría resultado extraño que el compositor no hubiera ampliado el periplo a otras ciudades españolas –particularmente, Madrid-, de no haber sido por el terrible obstáculo de la contienda bélica.

     Con información insuficiente, no podía hacer otra cosa que imaginar al músico un poco perdido en el anárquico y peligroso mundillo de la Barcelona de los primeros meses de guerra. ¿Quién lo habría acogido? ¿Cuántos días o semanas habría permanecido en tierras catalanas? ¿Habría ido al teatro y, en ese caso, podría haber sido espectador de la Yerma lorquiana? Preguntas sin respuesta y, en algunos casos, mal planteadas. Por ejemplo, ¿no podría haber tenido conocimiento de aquella obra teatral mediante simple lectura personal, o referencias de terceras personas?

     Pasando a Federico García Lorca, seguía yo su peripecia en el último año de su vida. No me constaba ningún viaje a Barcelona, con lo que no podría haberse encontrado con Villa-Lobos, ni aunque éste hubiera viajado a la Ciudad Condal antes del 18 de julio. Curiosamente, uno de los múltiples manifiestos y peticiones que había firmado Lorca en 1936, como intelectual famoso y comprometido, había sido una petición de libertad en favor del político brasileño Luis Carlos Prestes. ¿Que habría opinado al respecto el compositor, tan criticado en ocasiones por seguir la estela política del getulismo? En cualquier caso, vigilado o preso en Granada el poeta entre el 19 de julio y el 19 de agosto –fecha de su muerte-, estaba claro que Heitor y Federico no podían haber coincidido en el primer mes de nuestra guerra. Sí pudo haberle llegado a aquél el rumor y, luego, la certeza del trágico y escandaloso asesinato de Lorca, poeta sobradamente conocido, no sólo en Europa, sino en Argentina, Estados Unidos, Méjico, Cuba y otras naciones americanas.

***

     Me iba inclinando por presentarme a Fernando y decirle que tiraba la toalla, cuando me dio por bucear un poco en la biografía general de Villa-Lobos, sin acotaciones temporales. Inmediatamente, di de narices con el dato destacado de que no había tenido hijos porque, al parecer, era estéril. Sus relaciones con las dos mujeres de su vida, Lucília y Arminda, por no aludir a otros contactos o relaciones más pasajeras, no dejaban constancia de filiación ninguna. Tampoco parece que ello hubiera afectado particularmente el ánimo del compositor, como resume –tal vez, apócrifamente- un breve diálogo entre un conocido y él, según la película sobre su vida, Uma vida de paixão, desarrollado aproximadamente así:

-          Gustándole tanto los niños, ¿cómo es que no ha tenido hijos?
-          Cosas de la vida.

     Apócrifo o no, era un sobresaliente elemento común entre la protagonista de Yerma y el autor de la ópera sobre su argumento. Obviamente, Yerma no se siente estéril, sino defraudada por su marido en sus ansias de maternidad; y, por descontado, esa decepción se convierte en la obsesión y detonante del desenlace de la obra, con el crimen de aquélla contra su esposo. No obstante, ¿quién despreciaría tan notable parecido, por el hecho de que fuese una mera coincidencia?

     Actuando más como periodista (es decir, por verosimilitudes y deseos de la dirección), que como historiador, me puse a la tarea de redactar el solicitado artículo, no sin apuntar entre líneas algunas diferencias, más o menos chocantes, entre la Yerma teatral y la operística. Y, en esas estaba, cuando me tropecé con una referencia al Congreso Internacional Heitor Villa-Lobos, celebrado en París, en 2002. El compositor, que había entrado en la sala del Congreso sin descendencia, salió de ella con una hija, nacida en 1935 de su relación con una alemana, llamada Thea Robinson Rosenbaum. La criaturita (hija muy póstuma, si me permiten la broma) respondía al nombre de Marianka y era entonces casi septuagenaria.  Los datos sustanciales aportados para el informal reconocimiento de la paternidad, eran abundantes tarjetas postales, pasaportes, fotografías y, particularmente, autógrafos muy reveladores que los peritos estimaron de puño y letra de Heitor Villa-Lobos.

     ¿Por qué los hechos no habían sido divulgados antes? ¿Por qué, a la altura del siglo XXI, no se ha practicado –que yo sepa- una prueba de ADN definitiva? Aquí los textos se perdían en infundios y divagaciones, que iban a desembocar invariablemente en el egoísmo de Mindinha, la casi-esposa y factótum de Villa-Lobos, y, a partir de la muerte de aquella en 1985, el anhelo de la Fundación Villa-Lobos por percibir en exclusiva, hasta 2030, los jugosos derechos de autor devengados por las obras del gran músico, cada vez más grabado y reconocido internacionalmente.

***

     Hice una especie de apéndice en mi reportaje para incluir a Marianka, residente en Bolivia desde finales de la década de 1940, y, con texto y soporte documental, me presenté ante Fernando, que estaba entonces a punto de levantar el vuelo, literalmente, hacia Oviedo, para asistir a la Coronación de Popea. Me arrebató los papeles de la mano, con una frase hecha:

-          Lo leo en el avión y a la vuelta hablamos.

     No hubo tal conversación. Si ustedes han tenido el acierto de adquirir el número de La corchea audaz correspondiente a octubre de 2010, habrán leído su cuadernillo central, con considerable alarde gráfico del precioso teatro de la ópera manauense, como para dar en las narices al engreído Real madrileño. El artículo tenía mi firma y buena parte de mi texto, pero había desaparecido toda referencia a la probable paternidad de Villa-Lobos y lo encabezaba un texto en letra cursiva (tal y como yo he encabezado este relato), en que Fernando se despachaba a gusto con el Director Artístico y sus ridículas medias tintas de estrenar Yerma meramente en versión de concierto. Desde luego, yo estaba de acuerdo con el fondo, pero no con la forma: sin consultarme y sin  firmar de algún modo su personal presentación. Me enfadó tanto, que lo asalté por sorpresa en su cafetería de costumbre:

-          Eso no se hace, Fernando. Me has teledirigido el trabajo y cerrado las puertas del Real, mientras siga Mortier de director.
-          ¡Chico, qué respeto tienes por los directores! Pues yo también soy tu director. Así que no me vengas a chillar mientras hago la digestión de las lentejas.
-          Pues que usted las digiera bien y hasta nunca…, director.

     Se echó a reír, como si no hubiese tomado en serio mi despedida. Pero lo era. Y, por si acaso son ustedes lectores de La corchea y también de mi blog, he decidido, además, dejar las cosas en claro y acogerme a este peculiar derecho de rectificación. Así que dicho queda y muchas gracias por su atención. Que la vida les sonría… con hijos o sin ellos.



[1]  Seguramente, Fernando Oreses aludía a que, en marzo de 2010, se representó la ópera Yerma en el Teatro Amazonas de Manaus, casi simultáneamente a las promesas del nuevo Director del Teatro Real de Madrid, de montarla próximamente sólo en versión concertística.
[2]  Precisemos un poco las fechas. La Yerma de García Lorca se estrenó en diciembre de 1934. La Yerma de Villa-Lobos fue concluida en 1956. Su estreno en Santa Fe (Nuevo Méjico, USA) se produjo en 1971.

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