domingo, 21 de febrero de 2021

LA MORAL DE HOLLYWOOD: EL CASO DE LORETTA YOUNG

 


La moral de Hollywood: El caso de Loretta Young

Por Federico Bello Landrove

 

     Este ensayo constituye un acercamiento relativamente amplio a algunos de los más relevantes y/o famosos aspectos de la moral de Hollywood, para cuya ejemplificación y contraste me he permitido utilizar la peripecia vital de la actriz, Loretta Young (1913-2000), una de las más famosas del cine de su tiempo, no solo por su trabajo, sino también por su compromiso ético, siquiera este haya sido discutido por muchos.




1.   Una aproximación al personaje


     A las alturas del año en que escribo este ensayo -2021-, puede ser oportuno presentar a Loretta Young[1], por más que se trate de una estrella asaz rutilante de cine y televisión. El tiempo pasa y los recuerdos se desvanecen, aunque ahí queden películas y vídeos para refrescarlos, con ese dejo admirativo y nostálgico, que les da el haber quedado la imagen congelada en el momento en que se tomó. En cualquier caso, la alusión biográfica que voy a hacer será mínima, dado que su objetivo no es otro que el de traer a la actriz a la memoria de los lectores, para luego centrarnos en los episodios de su vida que servirán a ilustrar la que es finalidad de mi artículo: la moral del Hollywood de la época de Loretta en lo tocante a aspectos, como el adulterio y el divorcio, el aborto o la violación. Hecha tal alusión biográfica, señalaré los motivos que he tenido para tomarla a ella como ejemplo ilustrativo de dicha moral, pues es evidente que no se ha tratado de un capricho, ni de la fijación de un vago recuerdo en mi adolescencia.

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     Loretta Young desarrolló su vida entre 1913 y 2000, es decir, a lo largo de poco más de ochenta y siete años, pasados casi en su totalidad en el Hollywood de su tiempo. En lo artístico, salvo excepciones, su trabajo se limitó a los años 1927 a 1953 en el cine, y 1953-1963 en la televisión; de suerte que con apenas cincuenta años se apartó casi definitivamente de su profesión artística, aunque el destino le depararía otros treinta y siete años de vida relativamente sana[2] y perfectamente activa. En el campo cinematográfico, su mayor actividad -hasta rodar un total de noventa y tantas películas como actriz principal o muy relevante- se produjo en los años de 1930, cuando la actriz alcanzó el rango social y económico de estrella, rodando una media de cinco películas por año, cifra doblada hacia mitad de la década. Sin embargo, su madurez artística y el mejor conjunto de actuaciones las tuvo en los años cuarenta, época en la que alcanzaría por dos veces la nominación al Oscar, en 1947 y 1949, que conseguiría en el primero de dichos años, por su actuación estelar en Un destino de mujer[3]. Un Globo de Oro le sería concedido por su penúltima actuación ante las cámaras, cuando tenía 73 años de edad[4].

     En el campo de la televisión, fue una de sus grandes actrices pioneras, en calidad de intérprete y de productora. Sus programas sucesivos Letter to Loretta, The Loretta Young Show[5] y The New Loretta Young Show, cubrieron una década de programación semanal, con episodios de media hora de duración, de unas ideas generales y formato que Loretta ensayó y luego seguirían otros pioneros del género de las comedias televisivas de serie[6], precedente -a mi juicio, mucho más creador y atractivo- del serial televisivo, telenovela o, en terminología americana, soap opera. Con The Loretta Young Show, emitida por la cadena NBC[7], Loretta Young obtuvo por tres veces el máximo galardón a la excelencia televisiva, en su modalidad de mejor actriz principal en una serie: El premio Emmy le fue concedido en los años 1955, 1957 y 1959. En total, los episodios de las mentadas series alcanzaron un total de 282, en las nueve temporadas en que fueron emitidos[8]. En lo que, para mí -como para otros españoles de mi época- supuso el descubrimiento de Loretta, Televisión Española reprodujo episodios del Show de la actriz en la temporada 1962-1963, con notable éxito de audiencia[9].

     Hecha esta breve presentación del personaje, estoy ya en condiciones de responder a la siguiente pregunta: Puesto a tratar ensayísticamente del tema de la moralidad, primordialmente sexual, en el Hollywood de sus buenos tiempos, ¿por qué escoger a Loretta Young como modelo o ejemplo para desarrollar el contenido de este trabajo? Voy a tratar de justificarlo, a mayores de lo ya expuesto, a saber, que la actriz que he seleccionado fue una de las importantes -quizá de las grandes- en la Meca del Cine, en las décadas de 1930 y 1940. Y daré tres razones sucesivamente, de menor a mayor importancia, que explican la elección de nuestra protagonista.

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      En primer lugar, me referiré a un hecho sorprendente, incluso contradictorio: Que una mujer celosa de su intimidad, y hasta dada al secretismo, haya acabado siendo una de las personas más biografiadas del firmamento de Hollywood, dentro de lo que, en sentido amplio, puede calificarse de biografías autorizadas[10]. En efecto, además de la obra clave y muy controvertida de su hija, Judy Lewis[11], podemos contar con tres libros del especialista en el género, Edward Funk[12], y con otro más -la genuina biografía autorizada de Loretta-, a cargo de la estudiosa de fenómenos angélicos y de milagros, Joan Wester Anderson[13]. De todos modos, tan insólita abundancia no oculta una grave objeción: Salvo el libro de su hija Judy, todos los demás aparecieron tras fallecer Loretta, con lo que el beneplácito por su contenido ha tenido que venir de sus familiares más allegados[14]. Y, por supuesto, además de los cinco libros antes referenciados, han aparecido multitud de artículos en Internet -algunos muy aprovechables- y otras biografías de la actriz[15], aunque -en mi modesta opinión- ninguna tenga ese carácter de trabajo redondo y extenso, que suele calificarse exageradamente de definitivo.

     La segunda razón por la que me he acordado de Loretta Young y la he asociado con el tema de la moralidad en su Hollywood, ha sido el hecho de que, a los ojos de muchos -y, quizás, con razón, aunque no con toda la verdad-, fue una actriz que simbolizó lo mejor, o lo menos malo, del comportamiento medio de sus colegas. Varias circunstancias pudieron confluir en tal valoración y no es del caso profundizar en ellas ahora, entre otras cosas, por no anticipar consideraciones que desarrollaré posteriormente. El hecho de haber sido católica creyente y practicante, incluso miembro destacado de la llamada mafia católica de Hollywood[16], es el primer dato a valorar. Otro, por nimio que pueda parecer, es la imagen ofrecida por la actriz, según los rasgos de su rostro, así como su esbeltez y elegante vestuario, que proyectaban una apariencia de candidez, elegancia y pureza indudables. Aludiré, además, a la circunstancia de haber rechazado papeles en películas de corte claramente escabroso, siendo en cambio reconocida por algunos papeles de tipo ejemplarizante o, incluso, clerical[17]. Finalmente, por no cansar, apuntaré el hecho -sobre el que más adelante se trata con cierto detalle- de que Loretta fue bastante eficaz a la hora de sustraer del conocimiento del público los aspectos menos ejemplares de su vida -como sus numerosos adulterios, en particular, con compañeros de rodaje o de profesión- y, por el contrario, resaltar otros mucho más favorecedores, como su abundante labor caritativa en la última parte de su vida.

     Por último -y es una obviedad-, la vida de Loretta Young ofrece episodios y momentos plenamente idóneos para ilustrar aquellos temas que me he propuesto tratar en este ensayo: adulterio, divorcio, aborto, violación…, siempre en el contexto del Hollywood de antaño. Claro está que los hechos no siempre estarán claros, y hasta puede que sean, o hayan sido, objeto de agrio debate. Sin perjuicio de algunas aclaraciones a pie de página, me limitaré a recoger la versión fáctica que me haya parecido más plausible. A continuación de ella, vendrá su conexión con la moral hollywoodense de aquel entonces…, que, en opinión de algunos, no ha desaparecido ni se ha modificado en el presente tanto, como podría creerse. Ejemplos tales, como las cláusulas de moralidad en los contratos, o las violaciones llamadas date rape, o del solo sí es sí, veremos que son un buen ejemplo de ello.

 

 

2.   Adulterios y divorcios

 

Clark Gable, a los 30 años de edad

     Como se comprenderá, resulta imposible aseverar los casos de adulterio cometidos por un actor o actriz de prestigio pues, sobre no ser cuestión a reconocer o airear sin más ni más -sobre todo, en el caso de las actrices-, se hacen al respecto afirmaciones dotadas de muy poco fundamento. Con todo, cuando el río suena…, dice el refrán. Y, en el caso de Loretta Young, la corriente canta estrepitosamente. Quiero decir: se sostiene que fue una de esas artistas que alternaron de manera muy frecuente, con algunas características dominantes, como el hacerlo predominantemente con compañeros de rodaje -aunque no siempre actores-, el no establecer relaciones prolongadas y, finalmente, el mantener sobre tales episodios una estricta reserva. Las listas de relaciones sexuales de Loretta, ofrecidas por las publicaciones especializadas, son ciertamente muy largas e incluyen a muchos de los caballeros de Hollywood de nombres más rutilantes[18]. La propia Loretta aportó algunas consideraciones personales, respetuosas de la intimidad, pero suficientemente expresivas, al referirse a su fácil enternecimiento ante las caricias y escarceos propios de las escenas de amor, o a lo difícil que era, para una mujer hermosa y poco feliz en su matrimonio, el resistirse a las facilidades y requerimientos del ambiente cinematográfico. De paso, tales afirmaciones reflejaban implícitamente su negativa valoración del matrimonio con Thomas Lewis, que duró los veintinueve años que van de 1940 a 1969, como una unión escasamente feliz, quizá mejor definida como tempranamente fría y distante. Me acojo para tal juicio a las propias palabras complementarias de las suyas anteriores, cuando Loretta aseguraba que, siendo el matrimonio feliz, nada de difícil tenía en el mundo del cine mantenerse fiel y casta[19]. Quizá podría señalarse un ecuador de su matrimonio hacia 1955 cuando, por desavenencias profesionales con la serie televisiva The Loretta Young Show, Thomas Lewis pasó a vivir inicialmente en Nueva York, generando una situación de práctica separación matrimonial[20].

     Curiosamente, los presuntos -o más que presuntos- adulterios de Loretta a los que voy a referirme lo fueron, no porque ella estuviese casada a la sazón, sino porque le constaba que lo estaba su pareja, en concreto, los grandes actores, Spencer Tracy y Clark Gable. Los casos son muy distintos entre sí, pero hacen relación al encabezamiento de este capítulo: la relación entre el adulterio y el divorcio. Voy a esquematizarlos a continuación.

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     Loretta encontró a Spencer en 1933, con motivo del rodaje de la película Fueros humanos[21], cuando ella tenía veinte años y se hallaba soltera, ya que su primer matrimonio -civil- había sido anulado por iniciativa de su madre, dado que la pareja se había fugado para contraerlo, siendo así que la joven era menor de edad -tenía entonces diecisiete años- y, tras un año aproximadamente de convivencia, la unión era muy poco feliz. Por su parte, el Señor Tracy tenía 32 años cumplidos, estaba casado y tenía dos hijos. La relación entre Loretta y Spencer ha sido objeto de un doble motivo de especulación: sobre la intensidad amorosa que alcanzó durante el año que duró aproximadamente, y sobre si fue, o no, consumada, algo que parecería ridículo poner en duda, si no fuese por la emotiva carta de despedida de Loretta, que Tracy guardó entre sus papeles toda la vida, y de la que parecía deducirse que no había habido consumación sexual. Lo que sí parece fuera de toda duda es que Loretta estaba muy enamorada de Spencer -más dudoso es que él lo estuviese de ella- y que mantuvo de él un gran recuerdo en todo momento. Como casi siempre en estos años jóvenes de la actriz, se atribuye con fundamento a su madre el haber puesto fin a la relación, con el doble, y poderoso, argumento de que Tracy era un hombre casado, padre de dos hijos[22], y que se trataba de un alcohólico que, por entonces, no tenía intención alguna de intentar su desintoxicación[23]. Y con esto llegamos al punto sobresaliente de la cuestión: el divorcio, como algo inadmisible moralmente para quienes, como Loretta y Spencer, eran católicos.

     Naturalmente, se han vertido ríos de tinta para censurar la incoherencia de quienes rechazan el divorcio en todo caso, pero abren los brazos a nulidades matrimoniales forzadas y equivalentes, o no tienen empacho en quebrantar una y otra vez la fidelidad matrimonial. De ambas cosas nos ofrece cierto juego la vida sentimental de Loretta, entre 1930 y 1933. Veámoslo.

     Tras algunos escarceos ocasionales con compañeros de reparto de sus primeras películas[24], Loretta se fugó con otro compañero, Granville (Grant) Withers, para casarse por lo civil en Yuma (Arizona), el 26 de enero de 1930. Ella tenía 17 años y carecía de autorización de sus padres. Él había cumplido los veinticinco y estaba divorciado de su primera mujer, con la que había tenido un hijo; lo más probable es que no se tratase de un católico. Resulta llamativa la disculpa que ofreció Loretta de la escapada, en su biografía autorizada: Siendo ella católica y el matrimonio civil, entendía que la unión carecía de valor legal. A mayores, la relación de los esposos resultó poco gratificante -al menos, para Loretta-, atribuyéndose al joven marido las taras de ser un gran bebedor, jugador y mujeriego. El hecho es que la pareja se divorció en 1931 y, para tranquilizar la conciencia de la familia Young, la madre de Loretta, en nombre de esta, promovió una así llamada nulidad matrimonial por la Iglesia, que ninguna dificultad habría de tener, no solo por las circunstancias de la boda, sino por el hecho de que, ante el Derecho eclesiástico, el matrimonio civil de una católica carecía de valor[25]; tanto más, si ella había sido consciente de tal cosa y por tal motivo lo había consentido. En resumen, en 1931, Loretta volvió a ser libre: como divorciada, ante la autoridad civil; como soltera, para la Iglesia Católica.

     Baste lo dicho, para conocer la situación matrimonial de Spencer Tracy y Loretta Young cuando, a raíz de una película en que ambos eran los protagonistas[26], iniciaron un idilio. La relación amorosa entre ellos duró aproximadamente un año, en el que Tracy vivió separado de su esposa e hijos -cosa que ya sucedía previamente- y Young estuvo profundamente enamorada del actor, aunque ya he indicado que el alcance sexual de la intimidad ha sido puesto en duda por algunos, sobre la base de lo escrito por Loretta. Tampoco se está seguro de la intensidad de los sentimientos de Tracy quien, por otra parte -como también Loretta- empezó enseguida a salir o citarse con otras parejas. Finalmente, en una rueda de prensa concedida por ella en octubre de 1934, Loretta manifestó que, visto que era católica, como también Spencer, y no era posible por tanto contraer matrimonio, la pareja había decidido, de mutuo acuerdo, no volver a verse.

     Dejando a un lado la crítica de la hipocresía que supone mantener a ultranza la indisolubilidad del matrimonio incumpliendo deberes tan básicos, como la fidelidad y la convivencia, mi inclinación profesional[27] me lleva a tratar de resolver una duda, que he hallado reiteradamente en los comentarios de los lectores a ciertos artículos de Internet, sobre la relación de Spencer y Loretta, u otras similares. ¿Prohíbe la Iglesia Católica el divorcio de sus fieles, o solo está prohibido el que los divorciados se vuelvan a casar? Es probable que la contestación pueda tener sus matices, en función del momento histórico a que nos refiramos; pero resulta obvio que el rigor eclesiástico tenía que ser superior -o igual, cuando menos- en los años treinta del siglo pasado -cuando Loretta y Spencer tuvieron su enamoramiento-, que en el momento actual, tal y como hoy recoge la normativa moral del Catecismo de la Iglesia Católica.

     A tenor de los puntos 1645 a 1648 del citado Catecismo, son pecados gravemente contrarios al matrimonio, entre otros, el adulterio y el divorcio, que contradice la indisolubilidad matrimonial. A esto, algunos lectores avisados han contraatacado con ciertas directrices dadas -incluso a nivel territorial- por Conferencias Episcopales nacionales. Uno de estos estudiosos, estadounidense, afirma -y no tengo inconveniente en darlo por posible- lo siguiente: En los años finales de la década de 1960, la Iglesia Católica cambió sus reglas y las parejas pudieron divorciarse y seguir recibiendo los Sacramentos. Y añade: El matrimonio Lewis -es decir, el segundo matrimonio de Loretta- fue disuelto con objetivos legales -quiere decirse, de carácter civil: patrimoniales, cuidado de los hijos, etcétera-.

     Este agudo lector ha acertado, aunque sin perjudicar con ello la idea de que el divorcio constituye un pecado mortal para los católicos, salvo que su posición en el proceso sea meramente pasiva -correspondiendo la iniciativa al otro cónyuge-, o no se pretenda otra cosa que dar efectos civiles a una separación matrimonial. Y tiene razón en lo atinente a que, por sí mismo, el divorcio no produce excomunión, la cual sí se genera en el caso de que el católico divorciado contraiga nuevo matrimonio con otra persona, según los puntos 1650 y 1651 del Catecismo citado, mientras dure tal situación, que contrasta objetivamente con la ley de Dios.

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     Pasaré seguidamente a presentar la relación sentimental entre Clark Gable y Loretta Young, desde el punto de vista de estar Gable casado a la sazón, tratándose además de un católico. En capítulos ulteriores abordaré dicha relación desde otras perspectivas, bastante más específicas y escabrosas que la del divorcio.

     La relación entre ambas estrellas tuvo lugar en los comienzos de 1935, con base en ser la pareja protagonista de una nueva película[28]. Por aquellas fechas, la situación legal de Loretta seguía siendo la misma ya indicada, de divorciada para el Estado y soltera para la Iglesia Católica. Por su parte, Clark Gable, entonces recién cumplidos sus 35 años, estaba casado para ambas instancias pero, en la medida en que se había divorciado de su primera mujer para casarse con otra, el matrimonio válido era el primero para la Iglesia y el segundo para el Estado. De un modo u otro, Clark y Loretta no podían casarse por la Iglesia, por más que él estuviera prácticamente separado[29] de sus mujeres y no hubiese tenido descendencia de ninguna de ellas. En cualquier caso, no parece que la inclinación de Gable por Young pasase de una atracción intensa y momentánea, ni la de ella por él, de un amorío fruto de la fama y atractivo varonil de su compañero de rodaje. La relevancia del encuentro vino de otro motivo: Que Loretta quedó embarazada de Clark, aunque -según ella- solo se habían acostado una vez.

     Cuáles fueran las reacciones de uno y otra ante la feliz noticia es cuestión que no ha podido hasta ahora aclararse. Lo más probable es que Loretta, por conducto y con apoyo de su madre, tratase de que Clark asumiera sus responsabilidades, aunque no se sabe si hasta el punto de casarse civilmente, o solo de reconocer a la criatura, o bien de asumir los gastos subsiguientes. Es también probable que Gable rechazara de plano cualquier compromiso, con la disculpa de que Loretta era una mujer de 22 años, con experiencia matrimonial y sexual anterior, por lo que ya sabía lo que podía pasar y debió -y debería- obrar en consecuencia; pudiendo, además, tener algunas dudas sobre su paternidad[30]. De todas formas, se piensa que Clark fue madurando su postura y suavizando su rigor, hasta un punto en que pudo ofrecerse para el matrimonio, previo divorcio de su segunda esposa que, de todos modos, ya tenía decidido[31]. Sería entonces cuando, en parte por enfriamiento sentimental o despecho, en parte por la invalidez del divorcio para los católicos, Loretta decidió asumir en exclusiva sus responsabilidades maternales, cosa que Clark acogió de mil amores, hasta el punto de visitar a la hija común solo una o dos veces en su vida y no haberle pasado cantidad alguna para alimentos[32]. A partir de aquí, dejaré el resto del relato de la relación Gable-Young para los capítulos ulteriores, cuyo contenido se ajusta mucho mejor a lo que queda por precisar.

     En cualquier caso, nos quedará la duda sobre si los padres de la pequeña Judy -ese fue el nombre de la niña[33]- se habrían casado, más que por mutuo cariño, por dotarla de una familia completa y unida. Tan solo se tiene la manifestación de Loretta, aunque resulte imposible de comprobar, y fue en los siguientes términos: Dados el afecto que sentía por Clark Gable y la existencia de la niña, habría consentido en casarse con aquel, siempre que hubiese sido libre de hacerlo por la Iglesia y se lo hubiera pedido; cosas ambas que ya sabemos que no se dieron en la realidad.

 

 

3.   El tema de las violaciones, de mayor o menor entidad


Loretta Young y Clark Gable en la película Call of the Wild (1935)


     Loretta Young no manifestó públicamente la paternidad de Clark Gable respecto de Judy Lewis, ni tampoco su maternidad según la sangre -no por adopción-, hasta que fue publicada en el año 2000 su biografía autorizada, unos meses después de su muerte. Con todo, esos eran hechos conocidos por el entorno de la actriz y sospechados por buena parte de los cineastas del Hollywood de la época. Por boca de su madre, Judy no supo toda la verdad hasta un momento tan tardío, como el año 1966, cuando había cumplido los 31 años de edad; y eso, porque Judy se lo rogó expresamente e insistió en ello, a fin de confirmar lo que, en calidad de rumor consistente, conocía desde 1958[34].

     En cambio, la circunstancia de tener el acto sexual fecundante el carácter de una posible violación fue algo desconocido por todos, hasta que Loretta lo explicó a dos de sus íntimos en 1998, no siendo hecho público -que yo sepa- hasta 2012, en una entrevista concedida al periódico inglés, Daily Mail[35], por la nuera de la actriz, Linda Lewis, con corroboración posterior a cargo del escritor y amigo de Loretta, Edward Funk, en su biografía aparecida en 2015[36]. Aunque el dato no está recogido en la biografía autorizada, escrita por Joan Wester Anderson[37], la identidad de las dos personas que han referido el hecho, así como la coincidencia plena entre ellos, ha permitido dar por cierto en general el relato que, a grandes rasgos, recojo a continuación:

     Aunque Clark Gable y Loretta Young habían estado muy amartelados durante el rodaje de Call of the Wild en los exteriores rodados en el Estado de Washington, las cosas no habían llegado hasta una relación sexual plena, entre otros motivos, por las inadecuadas condiciones de intimidad que para ello ofrecía la instalación en que se albergaba todo el personal de cast and crew[38], y por la circunstancia de que -cosa habitual entonces, para actrices jóvenes- Loretta había llevado al rodaje a una carabina[39], que dormía en su misma habitación. Tales restricciones no se daban en el tren nocturno especial en que todo el personal hizo el viaje de regreso a Los Ángeles, en fecha no determinada de principios de febrero de 1935. Como actriz principal, Loretta ocupaba para ella sola un compartimento de coche cama. Gable llamó a la puerta del mismo y ella le abrió, creyendo que se trataba de darle algún recado o mantener una breve conversación, pero el objeto de Clark era el de tener relaciones sexuales con su compañera. Esta manifestó su oposición pero él, no aceptando la negativa, hizo caso omiso de la voluntad de la actriz y, empleando para ello la fuerza estrictamente necesaria, venció la oposición y consumó la relación.

     Las circunstancias de tratarse de un compañero por el que sentía una indudable atracción y de que la fuerza empleada por él no fuese especialmente grave o notoria, fueron razones, entre otras, para que Loretta dejase pasar en silencio lo sucedido, sin dar mayores evidencias de contrariedad[40]. También calló durante muchísimo tiempo un segundo intento de Gable, cuando fue a visitar a Loretta en su casa para conocer a su hija, al poco tiempo de nacer, si bien en este caso, cuando ya el actor la había arrojado sobre la cama con aviesas intenciones, ella logró rechazarlo de manera eficaz[41].

     La actriz reveló uno y otro incidentes a Edward Funk y Linda Lewis en 1998, con ocasión de estar los tres juntos viendo uno de los programas de la CNN, titulado Larry King Live[42], en que se trataba de esas violaciones de menor entidad o menor cuantía, llamadas en inglés date rapes, caracterizadas por emplearse una violencia no muy intensa y ser cometido el hecho por persona conocida de la víctima. Loretta, que entonces tenía 85 años, o no había oído hablar con detalle hasta entonces del tema, o no había entendido bien sus peculiaridades. En consecuencia, pidió a Funk y a Linda que le explicasen bien lo de las date rapes. Recibidas las aclaraciones, Loretta afirmó de inmediato: Eso es lo que me pasó a mí con Clark (Gable). Seguidamente, ofreció a sus dos interlocutores todos los detalles que antes he recogido, empleando, no obstante, expresiones escuetas y eufemísticas, como se diría corresponde a una señora educada, octogenaria y que estaba recordando hechos acaecidos cincuenta y tantos años atrás.

     Los recipiendarios de la confesión de Loretta, de común acuerdo, decidieron esperar para revelarlas a que muriesen ella y Judy Lewis -fruto de su relación con Gable-, a fin de evitar el sufrimiento a personas queridas de la familia. Judy murió en noviembre de 2011. Linda Lewis dio la primera noticia de los presuntos hechos al año siguiente.

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     De lo acaecido a Loretta en el tren nocturno especial South Pacific y, sobre todo, de su nula reacción -incluso cuando le constó que había quedado embarazada-, se infiere algo, que continúa discutiéndose en la actualidad, tanto en los Estados Unidos como en España, por referirme solo a estos dos países. En efecto, por muchas razones que no es del caso enumerar aquí, se ha tendido a excluir del concepto penal de violación aquellas conductas en que la mujer no se haya resistido con todas sus fuerzas y posibilidades, obligando al culpable a emplear una violencia o intimidación grave y fuera de toda duda. Actualmente, va aceptándose la opinión jurídica contraria, a saber, que basta para la existencia de dicho delito con que la oposición de la mujer sea indudable y que por el autor se haya usado de fuerza significativa y relevante. Pero, en 1935, y aún mucho más acá, no solo la consideración judicial era contraria a semejante rigor, sino que las propias víctimas de la violencia sexual no se consideraban objeto de un delito tan grave, entendiendo -como Loretta, hasta el momento de su descubrimiento de las date rapes- que había sido ella quien había resbalado -slipped, en inglés-, al ponerse en tal situación y no haber sabido hacer valer su criterio. De aquí, a considerar que la violación exija la falta de relación estrecha entre las partes -familiar, profesional, noviazgo, etcétera-, va un escaso trecho. No se olvide que el caso más frecuente de date rape en los Estados Unidos ha sido el de las llamadas violaciones en el campus, es decir, de universitarios por sus compañeros, del mismo o de distinto sexo.

     Incluso las violaciones de mayor entidad por su violencia tuvieron en el Hollywood de aquella época una fría acogida judicial, en los pocos casos que se trataron de llevar a los tribunales. El caso paradigmático fue el de la starlette, Patricia Douglas, que fracasó con su denuncia, por la principal razón de fondo de que había aceptado acudir, por dinero, a una cena festiva en el rancho del productor, Hal Roach, en el año 1937. Violada por uno de los asistentes, en el interior de un coche, Patricia Douglas acabó desistiendo de su batalla legal, en vista de las presiones de los directivos -aunque, finalmente, acabó por echar a perder su carrera profesional- y de lo bien que habían hecho su trabajo los llamados limpiadores de los estudios cinematográficos, encabezados por el casi inefable e infalible, Eddie Mannix[43]. En el próximo capítulo de este ensayo, volveremos a encontrarnos con ese nombre y con la caterva de los así llamados fixers o cleaners que, a no dudar, siguen existiendo.

 

 

4.   El aborto, forma de control de la natalidad en aquel Hollywood[44]


Judy Lewis, presunta hija de Clark Gable y Loretta Young

     El aborto provocado fue un monstruo de dos cabezas en el Hollywood que le tocó vivir a Loretta Young: Aunque siempre subrepticio por su ilicitud, muchas actrices -incluso de campanillas, de las calificadas de estrellas- apelaron al aborto, bien de forma relativamente voluntaria, o bien forzadas por las circunstancias, pero, en todo caso, bajo cierta presión de los estudios. Me refiero a dos casos paradigmáticos: el del aborto para poder seguir con la carrera y los rodajes sin el inevitable parón de los últimos meses de embarazo y de posparto, y el de la supresión de la prueba notoria y palpable de una relación sexual forzada o comprometedora. Loretta Young puede ejemplificar en su vida ambos supuestos, aunque rechazó el aborto en uno y otro caso. Comenzaré, por su mayor brevedad y normalidad, con el relativo a la utilización del aborto para seguir adelante con la vida profesional, o sufrir las consiguientes represalias del estudio. Pero, antes de empezar, quiero hacer una observación previa, acerca del único aborto conocido y reconocido de Loretta: el que sufrió en 1950, durante el rodaje de la película Keys of the city[45]y que no habría tenido nada de particular, si no hubiese sido porque el compañero de protagonismo en la película era… Clark Gable.

     Nadie puede estar seguro de que la versión de aborto espontáneo, dada por Loretta para su biografía autorizada, sea cierta al ciento por ciento. Con todo, las circunstancias del rodaje y las relaciones entre ella y Gable en aquel entonces, como también la situación emocional de este en aquellos momentos, abonan casi con seguridad la tesis de Loretta. Lo cierto es que el inicio del proceso abortivo se produjo durante el rodaje de una secuencia en que el set tenía que llenarse de humo; la actriz se desvaneció y hubo que sacarla de allí y llamar una ambulancia. Cuando llegó al sanatorio, el aborto estaba en marcha y nada se pudo hacer por evitarlo. La actriz se repuso pronto y volvió acto seguido al rodaje, que concluyó sin problemas adicionales. Parece ser que Loretta no había informado al estudio de su estado de gestante, por lo que lo acaecido fue una sorpresa para todos sus compañeros de filmación. Recordemos que, en aquellas fechas, la actriz tenía 37 años y mantenía convivencia normal con su esposo, Thomas Lewis. Los dos hijos del matrimonio, Christopher y Peter, habían nacido en 1944 y 1945. Después de este aborto en 1950, no consta que Loretta sufriese otros ni, desde luego, que tuviese más hijos.

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     Y vamos ya con el choque de la vida de Loretta Young con un embarazo indeseado por los estudios para los que estaba bajo contrato. Ya he indicado que la actriz se enfrentó a los directores de aquel y llevó a término su gestación, rechazando la famosa frase de la madre de otra estrella[46]: Un hijo puede esperar; la carrera (de mi hija), no. Resumiré la versión que de los hechos recoge la biografía autorizada de Loretta.

      En los años en que nacieron sus dos hijos varones (1944 y 1945), Loretta estaba bajo contrato de un estudio minor, International Pictures, dirigido a la sazón por Billy Goetz. Las molestias que había causado al estudio el nacimiento del primero de los niños fueron bien aceptadas por la empresa pero, al ser informados del segundo embarazo de su estrella, cuando se pensaba en ella para un nuevo rodaje[47], acogieron la noticia con enfado y, finalmente, pusieron a la actriz en la tesitura de abortar o ver cancelado su contrato. Loretta optó por esta última alternativa, que suponía además el reintegrar al estudio 50.000 dólares de la época, por lo ya percibido anticipadamente. La futura mamá dio finalmente a luz el 14 de julio de 1945, temiéndose que -como era frecuente- la ruptura del contrato con International le supusiera entrar en una lista negra de todos los estudios de Hollywood. Felizmente no fue así, para lo que -me figuro- sería decisivo el estatus de Loretta y, sobre todo, el ser su estudio un minor, es decir, uno no importante o principal. En efecto, sin celebrar aún un nuevo contrato por años, la actriz fue contratada por los estudios RKO para protagonizar en 1946, The stranger[48]. Era el principio de la última etapa cinematográfica de Loretta (1946-1953) que -como opiné al comienzo de este ensayo- sería la más brillante de su carrera.

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     Mucha más fama y complejidad tiene otro episodio en que la vida de Loretta se cruzó con la probabilidad de tener que abortar, aunque también ahora la actriz optó por dar a luz. Todo sucedió a lo largo de 1935: El padre era Clark Gable y el fruto de los amores, quien llegaría a ser Judy Lewis. En capítulos precedentes ya hemos tomado contacto con esas personas y con el ambiente y momento de la procreación. Ahora creo que merece la pena narrar con cierto detalle lo sucedido, desde el momento en que Loretta supo que estaba embarazada de Gable. Opino que en muy pocos casos un embarazo ha sido disimulado de manera más sofisticada y por tiempo más dilatado. Voy con el relato[49]:

     Durante el rodaje de la película de la Paramount, titulada The Crusades[50], Loretta supo que había quedado embarazada de su relación con Gable. Muy preocupada -diríamos que asustada- lo comentó con su madre y sus hermanas, llegando a la decisión de que, por razones morales, no aceptaría la solución cómoda del aborto, sino que llevaría a término su gestación. Particular importancia tuvo el apoyo prestado por su madre, que acogió la noticia de forma comprensiva y racional, tomando en buena parte la iniciativa de lo que habría de hacerse[51]. Hay quien dice que en ello fue orientada, aconsejada y ayudada por el experto en estas lides, Eddie Mannix, para procurar que la fama de Clark Gable no resultara afectada, como tampoco los intereses de los estudios Metro-Goldwin-Mayer, por los que Eddie y Clark estaban contratados[52]. Una vez quedó claro que no era posible una asunción de responsabilidades por parte de Gable, madre e hija tomaron la decisión de mantener oculto el embarazo de esta, para lo cual, tan pronto terminó el rodaje en curso, hacia el cuarto mes de embarazo, partieron de viaje para Europa, alegando confusas razones de salud. El recorrido se centró, principalmente, en Londres y sus alrededores y en París, no eludiendo fiestas ni ocultando su presencia, a base de disimular el estado de Loretta con ropajes adecuados. En agosto, faltando aún tres meses para el parto, regresaron a Los Ángeles, donde Loretta, alegando problemas de salud y un gran cansancio, no reanudó su trabajo de actriz, aplazando el previsto rodaje de Ramona[53] y recluyéndose en una casa unifamiliar del suburbio angelino de Venice, alquilada por su madre, donde no se admitieron visitas por prescripción médica. Para tratar de acallar rumores maliciosos, en el noveno mes de embarazo (octubre de 1935) y con una escenografía de cama y pilas de cojines, que ocultaba completamente el abdomen de Loretta, se concedió una entrevista a la famosa periodista de temas cinematográficos, Dorothy Manners[54], quien mantuvo la ficción de que la artista padecía algún tipo de agotamiento o enfermedad indeterminada.

     Llegado el momento del parto, acaecido sin problemas médicos el 6 de noviembre de 1935, Loretta dio a luz en su casa, ayudada por su médico de cabecera, el Doctor Halloran, con otro médico y una enfermera dando vueltas en coche a la manzana, por si eran necesarios sus servicios; la parturienta fue cloroformizada durante la intervención. Del natalicio de una hermosa niña rubia, a la que se llamaría Judy, se informó inmediatamente por telegrama a Gable, que se hallaba promocionando su última película, Mutiny on the Bounty[55], primero, por los Estados Unidos y, luego, en Sudamérica (¿para alejarlo mucho de California?). El médico cursó el oportuno parte para el Registro Civil, señalando que la niña recién nacida era hija de una tal Margret (sic) Young, de profesión, artista de cine durante los últimos diez años, por lo menos. ¡Curioso disimulo!, sobre todo si se sabe que Gretchen -nombre real de Loretta- no es otra cosa que el diminutivo en alemán del nombre inglés Margaret, o Margret. El espacio dedicado al nombre del padre fue dejado en blanco.

     En un principio, madre e hija bebé se quedaron juntas en la casa de Venice, bajo el control de la madre de Loretta, Sally, y de una criada aparentemente de confianza, llamada Frenchie, que fue el peor obstáculo en el desarrollo del plan de las Señoras Young. Sucedió, en efecto, que la criada entró en contacto con la dueña de la casa en Venice para acordar un chantaje contra Loretta, bajo amenaza de revelar su maternidad; la dueña de la casa no quiso participar y avisó a las Young de las intenciones de Frenchie, quien fue despedida, probablemente, previa una jugosa compensación, pues mantuvo el secreto para los restos. Con todo, la experiencia revelaba el peligro en que podía estar el plan y debió de ser el detonante de la modificación del mismo, a la que en seguida aludiré. Antes, indicaré que, acallando rumores y cumpliendo su contrato, Loretta volvió al trabajo apenas un mes después del parto, manteniendo el tipo en todos los órdenes y tratando de ocultar el rastro de la leche que manaba de sus pechos. Las entrevistas y artículos periodísticos menudearon, en general, para revelar la espectacular mejoría de la actriz y su laborioso retorno a la interpretación: A lo largo del año 1936, la actriz rodaría cuatro películas.

     En la primavera de 1936, cuando ya se había producido la visita de Gable para conocer a su hija -aludida en el capítulo precedente-, Loretta decidió que el mantenimiento del secreto era imposible teniendo a Judy con ella, aunque fuese en casa oculta. Con todas las garantías de recuperación de la criatura, la entregó a la institución Mount St. Joseph & St. Elizabeth Home, para el cuidado de niños enfermos y abandonados, radicada en Los Ángeles y llevada por la Orden de monjas, llamadas Hijas de la Caridad, bajo la supervisión del Arzobispado angelino[56]. Allí permaneció Judy hasta el verano de 1937 cuando, teniendo unos veinte meses de edad, Loretta Young hizo el paripé legal de adoptarla, como si no fuera su hija biológica, llevándosela a vivir con su familia de manera patente. Ante los medios informativos, se mantuvo dicha falacia, con dos matices que todavía intentaban ocultar más la verdad de los hechos: Que la niña tenía tres meses más que los reales -de esa forma, se alejaba el tiempo de su concepción del rodaje junto a Gable, por si alguien sospechaba que la filiación fuera según la sangre-, y que, para que no se sintieran solas, Loretta iba a adoptar, no solo a Judy, sino a otra niña, cosa de un año mayor. Esta última treta fue desmontada casi inmediatamente, con la disculpa de que la madre biológica de esa segunda niña la había reclamado para sí, lo que impedía su adopción. La versión canónica de las argucias de Loretta y sus consejeros fue ofrecida en una entrevista de la actriz por la famosa periodista, Louella Parsons[57], en junio de 1937.

     Del éxito práctico de esta conspiración de silencio, ya hemos aportado datos antes, así como del levantamiento del velo, cuando este finalmente se produjo. Solo quiero añadir ahora que Judy Lewis pasó por hija adoptiva de quien lo era según la sangre y, en cambio, no fue efectivamente adoptada por quien pudo haberlo hecho perfectamente. Me refiero a Thomas Lewis, esposo de Loretta Young entre 1940 y 1969. Pese a tal omisión, Judy mantuvo en todo momento el apellido Lewis como el suyo oficial y propio. Desconozco los entresijos del Derecho californiano que pudieran permitir tal transmisión de apellido, sin mediar consanguinidad ni adopción. Tal vez fuese suficiente para ello el estar adoptada por la esposa del Señor Lewis y/o el estar bajo acogimiento familiar de este.

 

 

5.   Contratos por largo tiempo y cláusulas de moralidad

Loretta Young y Spencer Tracy, en Man’s castle (1933)

 

     Bastantes de las cuestiones recogidas en los capítulos precedentes encuentran su mejor explicación y contexto haciendo una referencia a dos de las características que fueron asumiendo los contratos cinematográficos en la época de los años veinte y treinta del siglo XX: comprometer por largos periodos de tiempo y contener las llamadas cláusulas morales, o de moralidad. Precisemos esos conceptos y veamos hasta qué punto pudieron influir en la vida personal y artística de Loretta Young, cuya actividad profesional en el cine puede establecerse entre 1927 y 1953.

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     Los contratos cinematográficos comenzaron siendo de obra, es decir, compromisos para la realización de una sola película. Cuando el cine -al menos, en Hollywood- se convirtió en un gran negocio o industria, las empresas, es decir, los estudios, trataron de comprometer a los mejores profesionales, no por película, sino por un tiempo mínimo determinado, sin perjuicio de la prórroga de mutuo acuerdo. En esa línea, el contrato más generalizado de un estudio importante con una estrella de relumbrón tendió a durar siete años. Durante ese tiempo, el actor o actriz quedaban obligados a participar en cuantas películas decidiese filmar la empresa con su intervención, dentro de las demás condiciones pactadas -por ejemplo, que fuesen actuaciones protagonistas-. Con ciertas condiciones adicionales, o sin ellas, el estudio podía ceder -prestar- a sus estrellas a otros estudios, sin que los cedidos pudiesen oponerse. Dentro de este panorama, nunca dejó de haber actores de los llamados en inglés freelance, es decir, que seguían contratando sus servicios película por película, pero eso fue cada vez menos frecuente en las estrellas de la pantalla, que se dejaban comprar por la seguridad y las enormes sumas que los estudios más importantes –los majors- les ofrecían.

     Como es lógico, si se estaba bajo contrato de un estudio por largo tiempo, resultaba mucho más difícil oponerse a sus directrices, u objetar sus decisiones, aunque las mismas afectaran al fondo o alma del actor, ya en el orden artístico -por ejemplo, la calidad mediocre de los papeles asignados-, ya en el personal -por ejemplo, limitar la iniciativa del artista para casarse o tener hijos en determinados momentos-. Esto es lo que enlaza el tema que ahora abordamos con lo tratado en los capítulos anteriores del presente ensayo; y es lo que me propongo ilustrar con el ejemplo de Loretta Young, como a todo lo largo de mi trabajo.

     No fue Loretta actriz muy inclinada a sujetarse a los largos contratos con los estudios. De hecho, por unas u otras razones, pasó la mayor parte de su época de madurez artística -digamos, a partir del film, Man’s castle, de 1933[58], hasta el final de su actividad cinematográfica seguida, en 1953- como actriz freelance. No es fácil esbozar el periplo younguiano de estudio en estudio pero, siguiendo la estela de su biografía autorizada, podemos fijar, cuando menos, las siguientes etapas: 1ª. Etapa de adolescencia, en parte durante el llamado cine mudo, en que estuvo contratada por los estudios First National. 2ª. Tras un breve paso por la Warner, fue contratada por los estudios Twentieth Century, antes de su fusión con la Fox, cubriendo el quinquenio 1934-1939. 3ª. Primer periodo como freelance, comprensivo de los años 1940-1944. 4ª. Contratación por International Pictures en 1944, con un compromiso de siete años, que fue rescindido a iniciativa del estudio al año siguiente, 1945. 5ª. Segundo periodo como artista freelance, entre 1945 y el final de su trabajo cinematográfico continuado (1953). Y un dato significativo: Mientras en el periodo 1927-1939, bajo contrato general de los estudios, Loretta participó en 68 películas[59], entre 1940 y 1953 -casi todo el tiempo, freelance- intervino en veinticuatro[60].

     ¿Cuáles fueron, a grandes rasgos, las circunstancias de la ruptura de Loretta Young con los estudios Twentieth Century Fox, en 1939? Es obligado referirse al hecho de que, en el año 1935, los estudios Twentieth Century Pictures se fusionaron con la Fox Film Corporation, bajo la vicepresidencia y dirección artística casi absoluta y omnímoda de Darryl F. Zanuck[61]. Aprovechándose de ello, Zanuck trató de volver a cero el calendario del contrato que ligaba a Loretta con los estudios Twentieth Century, mediante una prórroga forzosa de su plazo. Con toda razón, la actriz se negó, no solo por considerar ilegal el hecho, sino porque estaba harta de trabajar para el estudio en papeles y/o películas que entendía mediocres. La gota que hizo desbordar el vaso de la actriz fue la oferta de otro proyecto que juzgó inadecuado, la película Lloyd's of London[62]. En suma, Loretta se negó a prorrogar su contrato y a rodar la susodicha película. Zanuck montó en cólera y la echó del estudio, advirtiéndole que su contrato quedaba suspendido y que se fuese preparando para no volver a rodar jamás una película.

     Afortunadamente, la artista recibió el sabio consejo de contratar los servicios del más famoso agente artístico de Hollywood, Myron Selznick, quien, no por casualidad, era hermano del gran empresario y productor cinematográfico, David O. Selznick[63]. Myron medió con Zanuck y llegó al acuerdo, conveniente para ambas partes, de que Loretta siguiera trabajando para su estudio hasta 1939, cuando concluyera su contrato con arreglo a la letra del mismo. Entre tanto, aconsejó a la actriz que remoloneara todo lo posible, pero sin negarse directamente a participar en ninguna película que le encargase Zanuck. Así lo hizo la actriz, si puede llamarse remoloneo a rodar cuatro películas en 1936, cinco en 1937, cuatro en 1938 y 3 en 1939. Precisamente, la última que realizó para los estudios Twentieth Century Fox, llamada The story of Alexander Graham Bell[64], fue la única vez que en una misma película actuaron las cuatro hermanas Young[65], con Loretta, naturalmente, de protagonista.

     Terminado su contrato con la Twentieth Century, Loretta temió haber sido colocada por Zanuck en la lista negra de los estudios de Hollywood, dado que pasó alrededor de un año sin que sus servicios fuesen requeridos por ninguno de ellos. Nuevamente acudió a Myron Selznick, que le dio un sabio consejo: Deja caer por ahí que estás dispuesta a rebajar tu caché, de cien mil dólares por película, a la mitad. Así lo hizo y el presidente de Columbia Pictures, Harry Cohn[66], la contrató de inmediato para la película, The Doctor takes a wife[67]. A partir de ese momento, Loretta Young salió de la lista negra, si es que en algún momento había estado efectivamente en ella.

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     El otro caso en que Loretta Young fue afectada por indeseables consecuencias de un largo contrato fue en 1945, al rescindirlo y pedirle compensación económica el estudio International Pictures, por negarse la actriz a provocarse un aborto, con lo que ello suponía de perjuicio para el estudio, al tener que suspender su actividad profesional durante el tiempo de la gestación avanzada, parto y posparto. Pero este episodio lo he resumido en el capítulo anterior, dedicado precisamente al aborto en Hollywood. En consecuencia, me remito a lo ya expuesto y paso, para concluir este capítulo del ensayo, a una alusión al complejo y discutido tema de las cláusulas morales en los contratos cinematográficos, entre otros.

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     Podemos definir las cláusulas morales, o de moralidad, como aquellas estipulaciones de un contrato que prevén su rescisión, o sanciones civiles, cuando quien arrienda sus servicios incumpla ciertas reglas de conducta que afecten negativamente al buen desempeño de su labor, o a la imagen u opinión que la sociedad tenga de él. Es un campo abonado a toda clase de personas que tengan una actividad profesional cara al público, desde los políticos, a los deportistas profesionales y a los actores[68]. Sin embargo, la Historia nos indica que el origen de estas cláusulas morales tuvo lugar en el mundo del cine, en concreto, en el ámbito de los estudios Universal en 1921[69], seguido muy de cerca, al año siguiente, por el del deporte profesional norteamericano[70], si bien fue en el primero de ellos donde se generalizó de manera fulminante.

     No es del caso recoger aquí un muestrario de las conductas juzgadas inmorales por dichas cláusulas, pero sí señalar que eran numerosas y peligrosamente ambiguas en muchos casos, teniendo que debatirse su presunta infracción ante los tribunales. Con el tiempo, se admitiría con carácter general su definición relativamente abierta -es decir, no en númerus clausus- e, incluso, su naturaleza tácita, o sea, que no fuera necesario incluir en el contrato la cláusula de moralidad, considerando que va de sí el que los grandes profesionales tengan un comportamiento tal, que no los haga desmerecer justificadamente en su publica valoración[71].

     En un primer momento, es probable que las cláusulas de moralidad fueran un intento de que -como sacerdotes de su confianza adoctrinaron a Loretta Young- quienes eran un modelo para el común de los ciudadanos lo fuesen de una conducta decente, no de una depravada. En ese sentido, se ha podido sostener un lazo de unión o, cuando menos, de comunicación entre las moralidades más exigentes -cual la de la Iglesia Católica- y las cláusulas contractuales de moralidad, o el propio Código Hays, que dio a las películas unas reglas morales generales y obligatorias[72], que Loretta casi siempre vio con buenos ojos y conformaron su propia elección de películas y de papeles dentro de ellas. Pero no nos engañemos: Tras las cláusulas de moralidad había principalmente un deseo de evitar que la mala conducta de los actores disminuyera los beneficios económicos de los estudios; dicho de otro modo, que la conducta moralmente torpe de aquellos no los convirtiese en unos entre los que eran considerados veneno para la taquilla, por emplear una terminología muy conocida del argot hollywoodense.

     Por unos fundamentos u otros, después de unos años de decadencia y casi desaparición, las cláusulas morales están hoy más vivas que nunca, para bien y para mal. Pueden haber cambiado ciertas modalidades, como las que proscribían la homosexualidad, o el acercamiento al Partido Comunista o a las actividades antiamericanas[73], pero el fondo y la forma siguen patentes, y con muy poderosos motivos actuales: Recuérdese que, a día de hoy, como en el Hollywood de antaño, muchos grandes actores viven más de los derechos de merchandising y de imagen, que no del dinero que reciben de sus patronos. También en ese aspecto de popularidad en términos de venta de objetos, fotografías, etcétera, Loretta Young fue, en sus buenos tiempos, un ejemplo de opulencia.

     Hechas las precedentes consideraciones sobre las cláusulas morales, debemos reconocer que Loretta Young no tuvo nunca que lamentar en su propia persona los efectos de las mismas; así de correcta fue su conducta, en relación con ellas. Pero sí pudo experimentar los roces con las mismas de algunos de los actores que le fueron próximos. Como hemos visto en los capítulos 2 y 3 de este ensayo, la conducta de Clark Gable para con ella en 1935 podía haber caído en reprobación por dichas cláusulas; pero, siendo una estrella tan luminosa, el estudio Metro-Goldwin-Mayer prefirió poner en acción antes la labor de ocultación de sus limpiadores, o fixers. Como también he dejado dicho ya, se supone con cierto fundamento que fueron ellos, bajo la dirección de Eddie Mannix, quienes aportaron ideas y medios a fin de que Loretta, ya que no quería abortar del fruto de su unión con Gable, al menos mantuviera en secreto el embarazo y la identidad del padre, alejando a la prensa especializada. Esto es algo que la actriz nunca reconoció.

 

 

6.   Palabras finales


     Después de haber escrito casi doce mil palabras -entre texto y notas- acerca de Loretta Young y la moral de Hollywood, lo menos que puedo hacer es concluir permitiendo que la insigne actriz diga algo, en los términos que ella misma dejó reflejados en su biografía autorizada, aunque padezcan con mi decisión de traducirlos[74]. Loretta, más o menos, manifestó lo siguiente en su ancianidad, no mucho antes de morir:

     Creo que, si hemos vivido nuestras vidas plenamente y bien, y hemos llevado a cabo, al menos en parte, las cosas para hacer las cuales hemos sido puestos aquí, estaremos preparados -mental, física y espiritualmente- para nuestra separación de este mundo.

     Es una afirmación que comparto y que, para en su día, les deseo a todos ustedes.


Loretta Young con su Oscar, ganado en 1947


  

    

    


[1] Gretchen Michaela Young (1913-2000). Nacida en Salt Lake City (Utah), pasó a vivir en Los Angeles (California) a los cuatro años de edad y allí tuvo su domicilio hasta la muerte, también acaecida en la Ciudad angelina.

[2] Que yo sepa, la falta de salud de Loretta -abortos aparte- solo afectó a su actividad profesional una vez en su vida: en 1955, al rodaje de episodios de la tercera temporada de The Loretta Young Show.

[3] Título original: The farmer’s daughter, dirigida por H.C. Potter. La nominación correspondió a Hablan las campanas (Come to the stable), dirigida por Henry Koster.

[4]  Christmas Eve (1986), dirigida por Stuart Cooper.

[5] En realidad, fue una continuación de Letter to Loretta, al cambiar el título del programa tras unos retoques en su presentación y enfoque.

[6]  Se recuerdan las aportaciones, entre otras, de las actrices, Jane Wyman, June Allison, Barbara Stanwyck, Ethel Barrymore, Gloria Swanson e Ida Lupino. Entre los actores, el Show más longevo y exitoso fue, probablemente, el de Dick Powell. Varios de ellos pasaron en su época por TVE.

[7]  En cambio, The New Loretta Young Show fue emitido por la CBS.

[8]  Letter to Loretta y The Loretta Young Show alcanzaron los 256 episodios, entre octubre de 1953 y enero de 1961 -el número de episodios es discutido, pero me he preocupado de localizar el nombre, fecha de emisión y actores de todos ellos: 36 episodios en la primera temporada; 35, en la segunda; 32, en la tercera; 34, en la cuarta; 29, en la quinta; 30, en la sexta; 29, en la séptima; 31, en la octava-. En cuanto a The New Loretta Young Show, se emitió en una sola temporada (1962-1963), con un total, también comprobado, de 26 episodios. Las sumas arrojan la cifra de 282, recogida en el texto. Cifras menores de episodios, frecuentemente recogidas, seguramente hacen alusión a los efectivamente protagonizados por Loretta, ya que no en todos actuó y algunos de 1955 ni siquiera los presentó, por hallarse enferma.

[9] La serie se estrenó en TVE en octubre de 1962. Fue valorada como el programa de mayor éxito en nuestra incipiente televisión para el año 1963, en la modalidad de comedias de serie. Véase, José Mario Baget Herms, 18 años de TVE, edit. Diáfora, Barcelona, 1975, p. 25.

[10]  Quizá no esté de más indicar que esas biografías son las promovidas o expresamente consentidas por el personaje, que facilita el trabajo de su autor con la aportación de entrevistas, pruebas y datos personales, manifestando finalmente su aprobación del contenido del trabajo. Claro está que esto último no sucedió con Loretta Young, al haber fallecido antes de que aparecieran editados los libros que la biografiaban, en principio, con su beneplácito y cooperación.

[11]  Judy Lewis, Uncommon Knowledge, Simon & Schuster, New York, 1994. El libro fue denostado por Loretta Young, no como inexacto, sino por el mero hecho de revelar su filiación biológica. De hecho, Loretta afirmó no haber pasado de su página 60, siendo así que el libro tiene más de cuatrocientas.

[12]  Véanse, de Edward J. Funk, los siguientes libros: Behind The Door: the Real Story of Loretta Young, Kindle edition, 2015; Loretta and me, Kindle edition, 2015; Eavesdropping: Loretta Young talks about her movie years, Kindle edition, 2015. Calificados a veces de Loretta Young Trilogy, son una presentación diversificada del abundante material acopiado por Funk para una biografía autorizada que, finalmente, no llegó a realizar, pese a haberse acordado así hacia 1990.

[13] Véase Joan Wester Anderson, Forever Young, The life, loves, and enduring faith of a Hollywood legend, Thomas More, Allen (Texas), 2000 (edición revisada, 2012). Es la auténtica biografía autorizada de la actriz, aunque con el grave inconveniente de haber sido publicada después de su muerte. Tampoco sus 287 páginas permiten una amplitud suficiente, en mi opinión, como tampoco es positiva la tendencia general del libro de ocultar lo escabroso y alcanzar en ocasiones un tono hagiográfico. Entre otros trabajos muy conocidos de la Señora Anderson, traducidos al español por la editorial Lumen-Vergara, véanse: Por donde los Ángeles caminan (tal vez, el libro que impresionó a Loretta y la movió a confiar en su autora para escribir su biografía autorizada) y Cuando suceden los milagros (publicado después de fallecer Loretta).

[14] Además de Judy, ya citada en el texto y en la nota 8, Loretta tuvo dos hijos de su matrimonio con Thomas H.G. Lewis (1901-1988), con quien estuvo casada entre 1940 y 1969, llamados Christopher y Peter. El primero de ellos (1944-2021) y su esposa, Linda, fueron los más cercanos a Loretta, en todos los sentidos. De sus hermanos, a Loretta solo la sobrevivió su media hermana, Georgiana, fallecida en 2007, esposa del famoso actor mejicano afincado en Hollywood, Ricardo Montalbán (1920-2009).

[15] Por la gran especialización de su autor en temas de cine y actores, recuerdo la siguiente: Bernard F. Dick, Hollywood Madonna: Loretta Young, Mississippi University Press, Jackson, 2011.

[16] Empleo la terminología usada por Christopher Lewis, hijo de Loretta, hablando sobre su madre. Véase, Stephanie Nolasco, Loretta Young’s son says ’40 star remained devoted to her faith during final years: “She had a moral compass”, Fox News, Feb. 15, 2020.

[17]  Aludiré solo a dos de sus mejores y últimas películas: La mujer del obispo (Henry Koster, 1947), y Hablan las campanas (Henry Koster, 1949).

[18]  No me parece elegante aprovechar este ensayo para sacar a relucir trapos sucios de Loretta, en una materia en que el rumor suele darse por prueba plena. Solo aludiré a los dos casos que interesan para el trabajo, y la verdad es que tienen poco que ver con la promiscuidad que pregonan quienes creen saberlo todo de la Señora Young, por más que esta reconoció ser muy proclive al crush -es decir, enamoramiento o amor idealizado o platónico- con muchos de sus partenaires.

[19] Quizá, a lo aducido por Loretta, sea oportuno agregar lo manifestado por su hijo mayor, Chris Lewis, en 2020: Los matrimonios de gente de Hollywood parecían abocados inicialmente al fracaso, por las tremendas exigencias de horarios y desplazamientos que impone el cine. Eso lo sufrían los hijos, tanto o más que los maridos o las mujeres. En su caso, afirmaba que su madre había hecho cuanto había podido por atender adecuadamente a su familia, por lo que él le estaba agradecido.

[20] Aunque nada se recoge al respecto en la biografía autorizada, parece ser que el marido acabó llevándose a los hijos adolescentes consigo, continuando estos una parte de sus estudios en una academia militar, con cuyo uniforme fueron fotografiados. Lógicamente, Judy permanecería al lado de su madre, pero por su trabajo de actriz y el próximo matrimonio (1958), la convivencia duraría poco.

[21] En inglés, A man’s castle, una de las mejores películas de la primera época de Loretta Young, que tenía entonces veinte años. El film fue dirigido por Frank Borzage. En general, sobre Tracy, véase, James Curtis, Spencer Tracy: A biography, Hutchinson, London, 2011 (se trata de un texto de algo más de mil páginas).

[22] Aunque, de hecho, su matrimonio con Louise Treadwell pasaba por muy malos momentos, hasta el punto de que, un año antes, Spencer había abandonado su domicilio familiar.

[23] Algunos afirman que fue precisamente en esa ápoca (1932-1933) cuando Tracy empezó a beber sin medida, cayendo finalmente en el alcoholismo.

[24] La propia Loretta los admitió con tres de los galanes de su etapa de actriz adolescente: Douglas Fairbanks, Jr. -que solo era cuatro años mayor que ella-, Ronald Colman -¡22 años mayor!- y John Barrymore -¡31 años mayor!-.  Si, como en su biografía autorizada se apunta con cierta claridad, los escarceos incluyeron actividad sexual explícita con una menor, la cosa entraría en el campo de lo punible -para los hombres- y del estudio psicológico, para Loretta, dada la gran diferencia de edad con, al menos, dos de ellos. Tampoco queda muy bien librada la madre de Loretta -que era una menor quinceañera-, quien, según la biografía autorizada de la actriz, toleraba o daba de paso esos romances porque eran meramente pasajeros.

[25]  Eso explica la rapidez con la que la ruptura se sustanció en vía eclesiástica. De haberse tratado de anular un matrimonio canónico, las cosas se habrían desarrollado de modo muy distinto.

[26]  Man’s castle (en España, Fueros humanos), rodada en 1933 bajo la dirección de Frank Borzage, en la que el papel y la personalidad de Tracy se comieron a Young, según la opinión de algunos críticos.

[27]  Me permito recordar que soy Doctor en Derecho y Fiscal jubilado.

[28]  Call of the wild (La llamada de la selva), dirigida por William Wellman. Su rodaje fue muy accidentado, por efecto del clima extremadamente frío y tormentoso, en una zona montañosa del Estado de Washington, con ciudad principal en Bellingham.

[29] En realidad, Gable no abandonó el domicilio conyugal, rumbo a un hotel, hasta la conclusión de la película citada en la nota anterior.

[30]  En concreto, sospechando de Spencer Tracy, cuya relación con Loretta hacía poco que se había roto. Obsérvese que podía estar aún en duda el momento en que Loretta hubiera quedado embarazada.

[31]  Finalmente, ese divorcio, que su segunda esposa tardó unos dos años en aceptar, le permitió contraer un tercer matrimonio (1939) con la actriz Carole Lombard (Jane Alice Peters).

[32]  En honor a la verdad, Gable entregó a Loretta 400 dólares de entonces (1936) cuando fue a conocer a su hija y vio que estaba echada en un acomodo de circunstancias. Parece ser que dijo a Loretta: Toma y compra una cuna como es debido. Lo cierto es que la actriz abrió una cuenta bancaria a nombre de la niña para que su padre pudiera hacer más ingresos, pero Clark jamás la utilizó.

[33]  Conocida como Judy Lewis (1935-2011), recibió el nombre en honor de San Judas Tadeo, patrono de las causas difíciles, al decir de su madre. Véase la nota 11, sobre el libro Uncommon knowledge (1994), del que fue autora.

[34]  Por revelación de su esposo, Joseph Tinney, poco antes de contraer matrimonio, a fin de aclarar los aspectos médicos y genéticos que podían interesar, caso de tener descendencia.

[35]  En realidad, parece que se trató de una comunicación a la empresa de información por Internet, BuzzFeed, recogida luego, entre otros, por el diario londinense sensacionalista citado.

[36] Véase antes, en la nota 12, la referencia a Behind the door: The real story of Loretta Young.

[37] Véase antes, nota 13.

[38] Forma habitual de referirse en inglés a todo el personal que participa en una película, tanto los actores (cast), como los técnicos de todas clases (crew).

[39] Se trataba de Frances (Fanny) Earle, una mujer casada, joven, amiga de una de las hermanas de Loretta.

[40] Loretta reconocía su excesiva cortesía para con Clark ya que, al llegar a la estación de Los Ángeles y estar esperándola su madre, invitó a ambos a desayunar. En cambio, al acabar el rodaje, Loretta no acudió a la fiesta final, decisión insólita, que ella explicó mucho después como repulsa hacia la conducta de Gable.

[41] Así lo recoge Edward Funk en su libro, Behind the door: The real story of Loretta Young, manifestando que la revelación de la actriz fue también en presencia de su nuera, Sally. Al parecer, la actriz se indignaba más al referir el caso intentado que el consumado, dada la reiteración y la circunstancia de haber quedado citados para que Clark conociese a su hija.

[42] Popularísimo y acreditado programa informativo y de entrevistas que, bajo la dirección de Larry King (Lawrence H. Zeiger, 1933-2021), se transmitió entre 1985 y 2010. Sugiero que la persona entrevistada en la ocasión pudo ser la conocida activista anti date rapes, Katie Koestner.

[43] Josepf Edward Mannix (1891-1963), biografiado en el libro de E.J. Fleming, The fixers: Eddie Mannix, Howard Strickling and the MGM Publicity Machine, Edit. McFarland, Jefferson (N.C.), 2005. Sobre el caso de Patricia Douglas en particular, véase el documental, Girl 27, dirigido por David Stenn en 2007.

[44] Expresiva terminología de una actriz anónima, válida para el mundo cinematográfico de Hollywood entre los años veinte y los cincuenta, ambos inclusive, del siglo XX. Véase, Marcie Bianco & Merryn Johns, Classic Hollywood’s secret: Studios wanted their stars to have abortions, Vanity Fair, July 15, 2016.

[45] En España, Las llaves de la ciudad, película dirigida por George Sidney.

[46]  Se trataba de Jean Harlow, que abortó para no perder un rodaje, cuando tenía 18 años de edad.

[47]  Iba a ser un biopic sobre la ilustre pionera médica anglo-americana, Elisabeth Blackwell (1821-1910). La prevista película nunca se rodó.

[48]  En español, El extraño, dirigida y protagonizada por Orson Welles.

[49] Me baso en la biografía autorizada de Loretta Young, referenciada en la nota 13. Sus notorias omisiones de detalles de importancia las he subsanado complementándola con lo recogido en dos notables artículos de páginas web en Internet: Anónimo, Clark Gable, Loretta Young and their daughter Judy Lewis, www.dearmrgable.com, 11-06-2019; Anne Helen Petersen, Clark Gable accused of raping co-star, www.buzzfeednews.com, 12-07-2015.

[50] Las Cruzadas, rodada en la primera mitad de 1935, dirigida por Cecil B. de Mille.

[51] Aunque pudiera tratarse de una frase hecha, Loretta, en su biografía autorizada, calificó a su madre de mi mejor amiga. Una breve biografía sobre ella en la www.imdb.com, entrada Gladys Royal Belzer.

[52] Véase nota 43. Por razones profesionales, Mannix y Gable habían entablado una relación de confianza y amistad, que ya había tenido ocasión de demostrarse en anteriores deslices de Gable, bebedor y mujeriego hasta términos compulsivos.

[53] Finalmente, el film se rodó en 1936, bajo la dirección de Henry King.

[54]  Dorothy Manners (1903-1998), actriz de cine en su juventud, pasó luego al periodismo de Hollywood, en el que alcanzó gran notoriedad. Entre 1965 y 1977, culminó su carrera como reportera de radio y prensa, al servicio de la cadena Hearst, sucediendo a Louella Parsons, de quien había sido ayudante (sobre Louella Parsons, véase la nota 57). La famosa entrevista a Loretta Young fue acordada por los estudios Twentieth Century-Fox con D. Manners, entonces bajo contrato de la revista Photoplay pero, llamativamente, no se publicó hasta enero de 1936, bajo el titular, Fame and fatigue: The real truth about the misterious illness of Loretta Young.

[55]  En español, La tragedia de la Bounty, película de 1935, dirigida por Frank Lloyd.

[56]  Radica en el número 100 de la Masonic Avenue. Es una institución pensada inicialmente para el cuidado y curación de niños de madres con complicaciones socio-económicas. Fue fundada en 1852 y siempre ha estado a cargo de las Hijas de la Caridad y controlado por el Arzobispado de la ciudad. Ha pasado por numerosas peripecias y cambios, estando hoy enfocada, más bien, como hospital para niños y adolescentes, en general.

[57] Louella Parsons (1881-1972), antigua guionista de cine, se pasó al periodismo de actrices, que prácticamente inventó en fondo y forma. En 1922 fue contratada por la Cadena Hearst, a la que sirvió hasta 1965. La entrevista a Loretta llevaba por titulares, Stars lavish lovers on adopted tots: Loretta Young latest to asume role of motherhood. La periodista ha sido biografiada por Samantha Barbas, The First Lady of Hollywood: A biography of Louella Parsons, University of California Press, 2005.

[58] Conocido en España como Fueros humanos, dirigido por Frank Borzage y co-protagonizado por Spencer Tracy.

[59] Cuenta realizada por Augusto M. Torres, Diccionario Espasa del Cine Mundial, Madrid, 2001, pp. 981-982.

[60] Libro citado en la nota anterior, p. 982.

[61] Darryl Francis Zanuck (1902-1979), el último gran mogul de la industria cinematográfica americana en morir, y uno de los más grandes por sus resultados artísticos.

[62] En España, llamada Lloyd de Londres. La película, dirigida por Henry King, efectivamente se rodó en 1936, con Madeleine Carroll en el rol desechado por Loretta. La película ha tenido críticas aceptables y recaudó el doble de lo que costó realizarla. Fue candidata a los Oscar a la mejor dirección artística y mejor montaje, no ganando ninguno de ellos. Digo todo esto porque, en este caso, el juicio de Loretta Young me parece demasiado subjetivo y exigente.

[63]  Myron Selznick (1898-1944), productor y agente de talentos. David O. Selznick (1902-1965), fundador de Selznick International Pictures y uno de los más grandes productores de la historia del cine.

[64]  En España, El gran milagro, dirigida en 1939 por Irving Cummings.

[65]  A saber, Polly Ann Young (1908-1997), Sally Blane Young (1910-1997), Loretta Young (1913-2000) y Georgiana Young (1924-2007), hermana de las anteriores por parte de madre.

[66]  Harry Cohn (1891-1958), cofundador, presidente y director de producción de los estudios Columbia.

[67] En España, El Doctor se casa, película de 1940, dirigida por Alexander Hall.

[68] Sobre las cláusulas de moralidad, sin entrar a fondo, pueden consultarse en Internet varios artículos muy aprovechables, obra de abogados o profesores especializados. Véanse, a título de ejemplo, estos dos artículos de Schuyler Moore, en la www.forbes.com: Morality clauses in Hollywood: What you need to know, 12 de marzo de 2018; Beyond morality clauses: Controlling off-camera speech, 3 de febrero de 2020. Mucho más amplio, Stuart N. Brotman, Convicting celebrities: How the morals clause continues to shape American culture, www.harvarddjsel.com, 26 de febrero de 2019.

[69] A raíz del caso del actor Roscoe (Fatty) Arbuckle que, aunque absuelto por los tribunales, vio su exitosa carrera profesional perdida irremisiblemente, al negar su favor el público a quien era muy sospechoso de violación y homicidio. Véase, para un breve esquema, Jude Sheerin, “Fatty” Arbuckle and the Hollywood’s first scandal, www.bbc.com, News Magazine, 3 de septiembre de 2011.

[70] Contrato del gran jugador de baseball, George Herman (Babe) Ruth Jr. con los New York Yankees, año 1922.

[71] Para implementar estas normas morales abiertas o, incluso, tácitas, el deporte profesional americano ha creado la figura del Comisionado quien, a denuncia del club correspondiente y con audiencia del deportista inculpado, decide si hay infracción e impone la sanción pertinente; todo ello, sin perjuicio de poder recurrir posteriormente a los tribunales.

[72] Data de 1930, pero se aplicó entre 1934 y 1968. Su título completo fue: A code to govern the making of motion pictures; the reasons supporting it and the resolution for uniform interpretation. Puede consultarse literalmente en Internet, y sus apreciaciones de conjunto son numerosísimas, por ejemplo: Miriam Figueras, El Código Hays o la autocensura de Hollywood, www.espinof.com, 20 de enero de 2013.

[73] Me refiero, obviamente, a la llamada caza de brujas, emprendida en el mundo del cine hacia 1947 por el Comité de Actividades Antinorteamericanas de la Cámara de Representantes de los EE.UU., cuya labor fue continuada, hasta 1954, por un Subcomité análogo del Senado, presidido por el famoso senador por Wisconsin, Joseph R. McCarthy (1908-1957). A título de resumen ejemplificativo, véase, La Redacción, Hollywood Ten, www.history.com, 16 de diciembre de 2009 (puesto al día, 12 de septiembre de 2018).

[74] En inglés: I believe that if we have lived our lives fully and well, and have accomplished, at least in part, the things that we were put here to do, we will be prepared - mentally, physically and spiritually - for our separation from this world.