LA NOCHE COMO
SÍMBOLO Y MITO EN SAN JUAN DE LA CRUZ Y EN NOVALIS
Dr. Federico Bello Landrove
Salamanca (España)
Un ensayo sobre el tema de
la noche (simbólica por antonomasia), en la obra de dos poetas cimeros en las
literaturas española y alemana, con un interrogante añadido: ¿conoció Novalis
la obra de Juan de la Cruz y, si es así, pudo influir en él?
De lo conocido, a lo
intuido.
Las diferencias de época, lengua y estilo
no han sido obstáculo para que se hayan establecido similitudes (explícita o
implícitamente) entre Novalis y San Juan de la Cruz[1]. La más aludida es la de
considerarlos místicos y reconocer en su poesía una esencial vena religiosa.
Esto es algo obvio en el poeta español, pero menos evidente en el vate alemán[2]. Y, en el camino de la
aproximación entre ellos, sendas obras, formalmente muy dispares, invitan a la
comparación: la Noche Oscura, de Juan,
y los Himnos a la Noche, de Federico.
Me preparaba a leer esas obras repasando
las notas de algunos críticos, cuando me asaltó la idea-fuerza de este ensayo.
No sé si se le ha ocurrido a alguien antes, pero para mí fue una intuición
personal. Parece como si el sino de ambos poetas hubiera sido el de no ser
creídos (o entendidos) en sus respectivos nocturnos;
pero en un sentido inverso. A Juan de Yepes se le considera frecuentemente un
embaucador, que trató de hacer pasar por itinerario y arrobamiento del alma lo
que no era sino una poesía erótica[3]. Y al bardo de Sajonia se
empeñan en mantenerle, inconsolable y estático (incluso, extático), ante la
tumba de su amada, Sophie von Kühn[4], en lugar de dejarle
remontar el vuelo hacia los arcanos de la historia de la Humanidad y de la
salvación cristiana.
Como quiera que yo no tengo conocimientos,
ni ganas, de enfrentarme a los críticos, ni de pasar el tiempo buscando claves
ocultas o estableciendo cálculos de probabilidades, decidí dar a mi intuición
de paralelismo una continuación más enjundiosa. Poetas de la noche, del amor y el éxtasis equívocos, de connotaciones religiosas,
de entendimiento confuso, ¿hay algo en vosotros que, traspasando tiempos y
espacios, os haga espíritus fraternos? ¿O es que mi pálpito se ha quedado en la
corteza de vuestra sensibilidad? ¡Bien! Ya tengo el hilo conductor de la
lectura. ¿Qué es la noche para mis poetas amigos? ¿Por qué la noche, en el
centro de su inquietud apasionada? ¿Parecido superficial o almas gemelas?
Preguntas demasiado sutiles para un corto
entendimiento. Pero, una vez formuladas, no voy a cejar hasta encontrar algunas
respuestas. Después de todo, los científicos valoran tanto una cuestión
ingeniosa bien planteada, como una solución certera. ¿Harán otro tanto los
amigos lectores de esta Revista, que
me abre generosa sus páginas? Así lo espero.
El
texto y el contexto (I): La Noche Oscura.
No parece necesario
presentar con detalle esta obra de Juan de Yepes a los lectores de una revista
literaria en español. Baste con recordar que tan bella y reproducida poesía está
formada por ocho estrofas de tipo lira (cuarenta versos, por tanto), que van
reflejando artísticamente la búsqueda, encuentro, unión y descanso final del
alma cristiana en Dios (o de la amada en el amado), en, y a través de, una noche oscura.
Sí puede ser conveniente dejar constancia
de algunos datos, no tan conocidos, y que me parecen de utilidad para el empeño
que juntos hemos emprendido:
Es el primero, que la obra poética de Juan
de la Cruz no se publicó en vida del santo (que finó el 14 de diciembre de 1591),
sino en 1618[5].
A partir de esa edición princeps,
aparecida en Alcalá de Henares, el poema Noche
oscura –sin más- es acompañado de unos extensos comentarios religiosos, al
hilo de cada estrofa, y aún de cada verso, muy interesantes desde el punto de
vista místico, pero un tanto pesados en lo literario. No parece haber ninguna
duda de que tales comentarios (como los del Cántico
espiritual y los de Llama de amor
viva) sean del estilo y la mano del poeta de Fuendetodos, pero tal exégesis
(denominada Noche oscura del alma)
plantea ciertas dudas no menores sobre su objeto y sinceridad[6].
El segundo dato, ya aludido en el párrafo
precedente, es el de que el poema se titule, simplemente, Noche oscura, en tanto que su comentario extenso en prosa apostille
del alma. Como he prometido no entrar
en el juego anfibológico de sacro y profano, me quedo aquí y digo aquello de “a
buen entendedor…”
Y el tercero, es el de las fuentes
literarias de la Noche oscura, que parecen ser, sin orden de
prioridad, el Cantar de los Cantares bíblico, la poesía culta italiana (en
particular, Petrarca) y la poesía popular y cancionero del Renacimiento español[7]. En suma, formas y medios
expresivos no muy aptos (o, por mejor decir, no específicos) para la expresión
de experiencias místicas. En cambio, la
noche oscura era una imagen no
nueva en la literatura religiosa, a la que San Juan supo dar una forma propia y
original, según más adelante veremos.
En cuanto al contexto de la Noche oscura,
no resulta de fácil rastreo, habida cuenta de que se desconoce la fecha,
incluso aproximada, de su creación. Suele establecerse una sincronía entre el
periodo que el Santo pasó en prisión en Toledo, por obra de sus hermanos carmelitas calzados (diciembre de 1577-mayo de
1578, en que se fuga), y el comienzo de sus quehaceres poéticos (inicio del Cántico Espiritual; composición de
diversos romances y letrillas, que se dice cantaba para mitigar su
encierro). A ese periodo de prisión
conventual, seguirá otro par de meses de acogimiento al seguro del Hospital de
la Santa Cruz toledano. Finalmente, Juan podrá retirarse hacia Andalucía para recuperarse, periodo muy fértil
de su camino místico (estancia en Almodóvar del Campo, cuna de San Juan de
Ávila y San Juan Bautista de la Concepción, místicos ellos mismos; inicio de la
amistad con sor Ana de Jesús; ejercicio del vicariato en el convento del
Calvario, perdido en la serranía de Jaén). De modo que, cuando alcance solidez
y estabilidad su vida religiosa, como rector del Colegio Mayor de Baeza
(1579-1582), es muy probable que haya elaborado su experiencia vital en términos
poéticos y posea ya el imaginario y estética precisos para que pueda brotar de
su mente la Noche oscura, si es que
todavía no había surgido de su péñola.
El
texto y el contexto (II): los Himnos a la Noche.
Considerada una pieza
clave del Romanticismo, tanto por su calidad literaria, como por su contenido
ideológico, los Himnos a la Noche de
Novalis son una obra compleja, aunque dotada de unidad interior, según el
sistema de triadas establecido por el idealismo filosófico y literario alemán[8]. Los Himnos, publicados en la revista Athenäum de los hermanos Schlegel (agosto de 1800), son una obra
relativamente breve, dividida en seis himnos, que asumiendo un grave riesgo, me
atrevo a reducir –más que resumir o
sintetizar- de la siguiente forma[9]:
-
El poeta no descarta el valor de la luz diurna
para captar la vida y la naturaleza, pero dice preferir la noche, como el reino
de los recuerdos, los anhelos y los sueños. Es la noche la eterna recopiladora
de la vida y los sentimientos personales, el bálsamo adormecedor, la cuidadora
del amor y, sobre todo, la llave que en nosotros abre ojos infinitos de
conocimiento (Himno primero).
-
Si es así, ¿por qué debe retornar siempre la
mañana? Sean eternos el reposo y el sueño que la noche nos envía. Es la noche
quien, en realidad, alienta el amor y abre el ciclo de las antiguas historias
(Himno segundo).
-
Un día que el poeta derramaba amargo e
inconsolable llanto junto a la tumba de su amada, cayó sobre él la
bienaventuranza crepuscular, que rompió las cadenas de la luz y le llevó a un
nuevo mundo insondable, reino de la melancolía, el entusiasmo y la nueva vida.
Era el reino de la noche celeste, a cuya luz, inalterable y eterna, sintió la
presencia de su amada (Himno tercero).
-
Desde ese día, permanece fiel a la noche y a su
amor. Ninguna voluptuosidad u orgía diurna es comparable a los arrebatos y
entusiasmos nocturnos. El poeta sabe que tiene que vivir el día, como el
ascenso a un calvario, pero conoce que al final se yergue la Cruz que arde sin
consumirse. Día tras día, volverá la noche y, en ella, la muerte fulgente y
transfigurada, en la que anhela que la amada pueda absorberle como en un
vórtice de sueño y amor (Himno cuarto).
-
El mundo y los dioses vivían en una feliz edad
de oro cuando, de improviso, la muerte interrumpió el placer y la dicha con
miedo, dolor y lágrimas. Se marchitó el jardín de las delicias y los dioses
desaparecieron con su cortejo. El alma del mundo hubo de trasladarse al espacio
de lo interior y la luz ya no fue la residencia divina, sino que la noche
cubrió con su manto el cielo y fue la matriz de la revelación. Una vida nueva
apareció en el mundo, alumbrada por una virgen; una vida que, habiendo conocido
la muerte, es capaz de dar la salud y la eterna dicha. Los bienaventurados
resucitan con el fruto de la virgen y hacia esta se elevan los corazones. El
dolor ante la tumba cede por la fe; en la noche mora el éxtasis; el universo se
tachona de estrellas. Nosotros mismos seremos estrellas. El amor que se dio
libremente no conocerá de separación. La vida es ya un poema eterno y nuestro
sol es el rostro de Dios (Himno quinto).
-
Por tanto, descender al seno de la tierra es la
señal de un viaje feliz. Alabada sea la noche eterna, el eterno sueño que nos
lleva hasta la casa del padre. Conturbado y solo está quien ama el tiempo
pasado; pero ese tiempo feliz y añorado pasó. Ahora, cuando existen el dolor y
el miedo, entrevemos en la noche oscura nuestro camino. Nada hay que buscar en
el mundo vacío. Debemos descender hasta la dulce novia, a Jesús, el amado
confiado. El crepúsculo ilumina al amante afligido. El sueño rompe nuestras
ataduras y nos hace reposar en el regazo del padre (Himno sexto)[10].
La obra novaliana tuvo, casi con
seguridad, una primera versión, en verso libre[11], cuya fecha de redacción
se encontraría muy próxima a la visión iluminadora
de la primavera de 1797. Pero la primera aparición impresa (agosto de 1800,
como antes se dijo) presenta una doble novedad: 1ª) El verso libre se ha
convertido en prosa poética, a base de hilvanar, de forma evidente, las líneas
cortas de los versos libres, en renglones continuos. 2ª) Introduce el verso
medido y rimado en los himnos cuarto, quinto y sexto, ya intercalado con partes
prosísticas (himnos cuarto y quinto), ya en toda su plenitud (himno sexto). De
esta suerte, la versión publicada carece de la relativa unidad formal de la
manuscrita de 1799, toda ella versificada[12]. En cualquier caso, es
tan excelso y elaborado el trabajo poético y la talla y pulimento del lenguaje,
que posiblemente no tenga parangón en la literatura del periodo romántico, si
no es con J. Keats[13].
En lo relativo al contexto, resulta ya un lugar común la referencia a la visión que el poeta tuvo al atardecer
del 13 de mayo de 1797 junto a la tumba de su amada, Sophie von Kühn[14]. Pero, si consideramos la
duración total del proceso creativo de los Himnos,
convendremos en que al poeta le pasaron muchas otras cosas en esos años
cruciales para él, de 1797 a 1800. Recordemos su formación como notable geólogo[15] en la Academia de Minas
de Freiberg, y sus progresos y rápido avance profesional como asesor y director
de las minas de sal de Sajonia; el compromiso matrimonial con Julie von
Charpentier; el descubrimiento de que padecía tuberculosis[16]; finalmente, su
designación como funcionario administrativo y judicial de cierto relieve (amtshauptmann) para la región de Turingia.
Si los acontecimientos extraliterarios
fueron muy importantes en esa época, en lo artístico no cabe decir sino que la
práctica totalidad de las obras por las que Novalis es hoy recordado y admirado
se publicaron o gestaron en ese trienio mágico: las notas variadísimas y
valiosas del Allgemeine Brouillon;
los fragmentos novelísticos de Enrique de
Ofterdingen y Los Discípulos de Sais;
el extenso discurso El Cristianismo o
Europa; los Cánticos Espirituales,
de tan fecunda y dilatada vida literaria y musical en el mundo de lengua
alemana… y, por descontado, los Himnos a
la Noche.
Por tanto, si no puede negarse la influencia
de la muerte de Sophie y de la iluminación subsiguiente, tampoco puede perderse
de vista la plenitud vital de Novalis y, desde luego, su formación filosófica y
religiosa anterior, por no aludir a los lugares comunes con sus compañeros
románticos[17].
La Noche en San Juan de la Cruz[18].
Retomando el símbolo de la noche oscura de la literatura religiosa
anterior, San Juan lo rodea de las siguientes imágenes y efectos:
1)
La noche es oscura, lo que el autor
explica por el hecho de que el alma está turbada entre tinieblas y obstáculos
(oscuridad de entendimiento) y ha de recorrer un camino difícil y estrecho
(aprieto de la voluntad). Por tanto, la oscuridad podría referirse, tanto a la
confusión del espíritu (que ha de guiarse inicialmente por la fe), como a lo
complicado de la vía que ha de seguir hasta la unión con Dios.
2)
La noche es en amores inflamada, es
decir, el alma está con ansias de emprender el camino de Dios. Esa
inflamación[19]
amorosa, no sólo le permite superar los miedos iniciales, sino que será la luz
que finalmente guiará al alma en la oscuridad, mucho mejor que la de la fe.
3)
Gracias a ser oscura la noche, el alma puede salir
a oscuras y segura, una vez ha dejado su casa sosegada. En una
glosa muy rebuscada, San Juan atribuye la seguridad a que, en la noche, puede
mejor burlar a los enemigos del alma; a ello contribuye el sosiego obtenido
gracias los primeros estadios de la
purgación, que es la de la parte sensitiva del hombre.
4)
La luz que en el corazón ardía la guiaba
más cierta que la luz de mediodía. Momento clave para desentrañar el
sentido simbólico del texto. La luz del amor es guía segura en el camino hacia
el Amado; una luz que no brota de fuera del alma, sino de su interior.
5)
Por último, noche amable, porque juntaste
Amado con amada. Quiere decirse que todo el proceso místico, incluso la
fase unitiva, se realiza durante la noche, sin necesidad de luz del día. Y así,
la Noche va recibiendo, sucesivamente, los epítetos de oscura, inflamada en
amores, segura, iluminada por el corazón, amable y consumativa de la unión.
¿Qué consecuencias, a modo de resumen,
podemos extraer de esta valoración mística de la Noche? Me atrevo a sugerir una
triple consideración.
En primer lugar, San Juan propone, para el
afán más grandioso y difícil del hombre, un camino alejado del conocimiento
racional o metódico y de las vías transitadas colectivamente[20]. La Noche –de ser cierto
lo que acabo de apuntar- aparecería como símbolo de espiritualidad y de soledad[21]. El mito sería el de la
huída de la sociedad y de la sabiduría científica,
para llegar a conocer lo que verdaderamente importa y llena.
En segundo lugar, el místico parece
sugerir una fuente interior para buscar y conocer a Dios y, probablemente, para
encontrarlo y unirse a Él. Estamos en la línea de la inmanencia, es decir, del hallazgo de la sabiduría y de la
divinidad dentro de uno mismo, una vez se consiga el vaciamiento interior y la
renuncia de sí propio[22]. La Noche, según eso,
sería el símbolo de la búsqueda difícil, oscura y basada en la luz interior. El
mito significaría que el mundo real y trascendente está dentro de nosotros,
bastando –nada más y nada menos- con descubrirlo, por la vía de la
purificación, la iluminación y la unión a la divinidad.
Y en tercer lugar, el alma alcanza su plenitud
en la noche, sin necesidad de que llegue la luz del día. Por tanto, la Noche ya
no tiene el sentido que para místicos anteriores y que, en palabras del propio
San Juan, son las terribles pruebas que
Dios envía al hombre para purificarlo. No hay noche de dificultad y dolor,
a la que suceda un día de claridad y unión. La noche abre y cierra el camino;
es el símbolo de la vivencia de Dios, del fulgor del espíritu, de la búsqueda y
hallazgo de lo único importante y capaz de llenar. El mito sería este: la
búsqueda y unión con Dios es lo único que merece la pena; todo lo demás es
vacío y tiende a alejarnos de lo sustancial.
Resumiendo: la Noche de Juan de la Cruz
simboliza espiritualidad, soledad, búsqueda de la verdad esencial, fulgor del
espíritu, vivencia de Dios por el amor. Los mitos que sugiere esta Noche Oscura
son, cuando menos, tres: la inoperancia del conocimiento racional y de las
relaciones sociales para alcanzar la máxima felicidad; el carácter inmanente de
la verdadera sabiduría y de la unión con Dios; la existencia de un camino
espiritual de perfección que pasa por los estadios o vías de la purificación (guiada por la fe), la iluminación (apoyada
en la esperanza) y la unión (fundada en la caridad).
La Noche para Novalis.
Es tan rico el simbolismo de la Noche en
el poeta alemán[23],
que no es posible seguir con él el método minucioso que hemos utilizado para
San Juan de la Cruz. Con todo, me resisto a resumir y simplificar mucho, a fin
de evitar el subjetivismo en la selección. Intentaré, pues, un cuidadoso
término medio, que deje amplio margen a la opinión del lector.
En el Himno primero, se perfila a
la Noche, al menos, con cuatro rasgos diferentes: 1º. En ella mora la vida
entera del hombre, con sus recuerdos, sueños, deseos, alegrías y esperanzas.
2º. En la noche oscura gotea el bálsamo delicioso que actúa a la vez de sueño
(manojo de adormideras) y de euforizante (levanta las alas pesadas del
espíritu). 3º. La noche es cuidadora del amor bienaventurado, mostrando a la madre,
en la querida juventud, y a la amada, prolongando eternamente la noche nupcial.
4º. De noche se abren en nosotros ojos infinitos como estrellas que, sin
necesidad de luz, miran a través de las profundidades de un espíritu amoroso
con inefable voluptuosidad. El poeta resume todas estas cosas en la triple
cualidad de la Noche, que –para él- es secreta, inefable y santa.
El Himno segundo –el más breve-
insiste en los rasgos anteriores, añadiendo el carácter ilimitado de la Noche
para los que saben gozar de su descanso y de su sueño: el dominio de la noche
no tiene espacio ni tiempo.
El Himno tercero (centrado en el
dramático episodio de la tumba de Sophie) refleja cómo la Noche es capaz de
llevar a los hombres miserables y sin esperanza –al poeta- el sueño celeste de
la melancolía y el entusiasmo de un nuevo mundo insondable, de una nueva vida. Ese
sueño, primero y único, aporta la fe inalterable y eterna en el cielo de la
noche, cuya luz es la amada.
En el Himno cuarto, el autor
reitera la conexión de la Noche con el amor y añade otra dualidad esencial,
pero esta, antitética: la Noche triunfa sobre la muerte. El letargo eterno y el
sueño inagotable de la noche pueden contra la Parca lo que no consiguen la
voluptuosidad y el gozo de la vida.
El Himno quinto hace de
la Noche el velo que cubre a los antiguos dioses y el seno poderoso de la
revelación de la que brotó el mundo nuevo del Cristianismo. La muerte pierde su
victoria. La noche reaparece –al final de este extenso himno- como fuente del
éxtasis, que cuida para que ningún amor adornado de fe sufra el doloroso llanto
por la muerte del ser amado.
Por último, en el Himno sexto se insiste: alabada
sea la noche eterna, alabado el eterno sueño. La Noche oscura nos vela el miedo
y el dolor, para mirar la muerte cara a cara, para romper con el sueño las
ataduras y hundirnos en el regazo del padre.
Recopilando (ahora sí) las valoraciones y
efectos de la Noche para Novalis, diremos que es compendio y resumen vital;
matriz del sueño reparador y del ensueño omnipotente; nodriza del amor; fuente
de saberes inefables; inasequible al espacio y al tiempo; partera de la
esperanza en la otra vida; triunfadora de la muerte; ámbito para la esperanza
cristiana; fuerza para mirar lo contingente con ojos de eternidad.
Si la Noche simboliza todo eso, ¿cuáles
pueden ser las líneas maestras del dibujo mítico que aquella perfila?
Ciertamente, los poetas románticos son un arquetipo para los mitos de la noche[24], pero la riqueza
espiritual y religiosa del simbolismo de Novalis supera ampliamente a la gran
mayoría de sus compañeros. Tanto es así, que me resulta difícil seguir el vuelo
de su pensamiento y captar su fuerza creadora. En fin, repasando lo hasta ahora
escrito, creo que los mitos que recogen los Himnos a la Noche acerca de esta
pueden resumirse así:
-
El mito de que los saberes ocultos, esotéricos y
realmente positivos para el hombre, están ligados, no a la luz cegadora, fría y
superficial de la ciencia o la pura filosofía, sino a la claridad difusa y
neblinosa de la religión y del arte.
-
El mito de la ataraxía, del nirvana, o
como quiera que lo llamemos, es decir, la superación del dolor y del miedo ante
la pérdida y la muerte, mediante la plenitud interior, la renuncia exterior y
la nostalgia de la otra vida[25].
-
El mito de la edad de oro y de la caída de los
dioses, para alumbrar finalmente el Cristianismo, modelo de amor y de vida
eterna, pero también de renunciación al mundo y de asunción esperanzada del
dolor y de la muerte.
Ensayo
comparativo de los mitos de ambos poetas.
Recordemos los mitos nocturnos que parecen sugerir la Noche Oscura y los Himnos a
la Noche, definiéndolos de una manera un tanto caricaturesca:
SAN JUAN DE LA CRUZ
|
NOVALIS
|
Conocimiento esotérico de lo
esencial
|
Conocimiento esotérico de lo
esencial
|
Inmanencia de la sabiduría y de
Dios
|
Ataraxía o nirvana ante
el dolor y la muerte
|
Camino de perfección:
purificación, iluminación, unión
|
Camino de perfección:
renunciación, plenitud interior, nostalgia de la otra vida
|
Y pasemos a comparar los tres pares de
mitos que hemos enfrentado en la tabla anterior:
- El primer par es esencialmente igual, con
todos los matices que se quiera. San Juan y Novalis entienden que el
conocimiento esencial no es el del mundo exterior, fruto de la ciencia y del
trabajo, sino el introspectivo, a través del amor y sus sendas de aproximación
(religión, ¿arte?).
-
El segundo par presenta grandes similitudes, dado que Novalis presupone
la inmanencia sanjuanista, al sugerir la renuncia exterior y la plenitud
interior. Es cierto que el objetivo parece ser menos ambicioso en el poeta
alemán, que no busca en principio otra cosa que la superación del dolor y del
miedo ante la pérdida y la muerte. Sin embargo, la postura de renunciación
mundana (purificación) y nostalgia de la otra vida (iluminación) acaba siendo
un seguimiento del modelo de Cristo, hasta hundirnos en el regazo del padre (unión).
- Los
dos caminos de perfección no son esencialmente dispares, pero tienen una muy
importante diferencia de perspectiva: San Juan pretende, y cree posible, la
unión mística con Dios en esta vida; Novalis parece que sólo se prepara para
tal unión después de la muerte. Más
optimista, Juan inicia el camino en la noche oscura, simplemente por amor; Federico
parece hacerlo un tanto obligado, tras constatar que la muerte le ha privado de
su amor y sumido en el sufrimiento.
Esa diferencia de perspectiva tiene su
origen en el diverso objetivo perseguido por ambos poetas al emprender su camino de perfección. San Juan no parece
tener otra finalidad que la unión con un Dios personal, en quien
fundirse y, luego, descansar. Novalis espera, al descansar en el regazo divino,
superar la separación dolorosa de la amada y fundirse con el mundo realmente
lleno y uno, actitud que puede calificarse, en cierto modo, de panteísta[26].
Y resumo.
Contando con la disparidad entre ambas obras literarias, sus épocas y
las respectivas vivencias de los autores, creo que las coincidencias entre los
mitos nocturnos de Juan de Yepes y Friedrich
von Hardenberg son importantes y merecedoras de una indagación ulterior, para
quien guste de emociones históricas: ¿Conoció Novalis la Noche Oscura de San Juan de la Cruz y, si así fue, pudo tener
alguna influencia en sus Himnos?
Epílogo
provisional: la Noche oscura en
alemán.
Curiosamente, la primera traducción publicada
en Alemania de la Noche Oscura y
otras obras de San Juan de la Cruz[27], lo fue en latín, a cargo del Padre Andrés de
Jesús, existiendo alguna confusión sobre la fecha (1619 ó 1620), pero no en
cuanto al lugar, la ciudad de Colonia[28]. La primera referencia en lengua alemana a la
obra sanjuanista fue realizada, de manera muy fragmentaria, en las
conocidísimas –allí y entonces- Rimas
espirituales o El peregrino querubínico
(1657), de Johann Scheffler. Finalmente, una integral de San Juan en lengua teutónica apareció en Praga, año de
1697[29].
Aclarado, por tanto, que Novalis pudo leer
a San Juan en su lengua materna, queda por concretar si se conoce algún lazo
directo entre los textos de Juan de Yepes y la persona de Federico de
Hardenberg. Formulada la cuestión a la Internationale
Novalis-Gesellschaft de Schloss Oberwiederstedt (castillo natal del poeta),
tuvieron la amabilidad de contestarme[30] de la siguiente manera:
1º. No constan datos que afirmen una relación entre Novalis y S. Juan de la
Cruz, en el sentido de que aquel conociera la Noche Oscura de este. 2º. De
hecho, y aunque la investigación sobre las lecturas de Novalis esté todavía
inconclusa, no consta que Novalis poseyera o leyera la citada obra mística de
S. Juan. 3º. En cambio, consta que Goethe (cuya relación con Novalis es
conocida) sí había leído la Noche Oscura[31].
Así pues, la emoción histórica a que antes
aludía no tiene muchas probabilidades de producirse, quedando seguramente la
relación entre los dos poetas en una mera tradición o antecedentes comunes[32]. Aunque, tratándose de
Novalis, ¿quién puede estar seguro de que no va a encontrar la flor azul?
Resumen del artículo
Tras un breve resumen del texto y el
contexto de las dos obras consideradas, se examina la simbología y los mitos
relacionados con la noche en los poemas Noche
oscura, de San Juan de la Cruz, y los Himnos
a la noche (Hymnen an die Nacht)
de Novalis. Se comparan los respectivos símbolos y mitos, llegando a constatar
coincidencias notables, las cuales llevan a pensar en fuentes comunes o, al
menos, en una tradición coincidente: tal vez, la de los místicos medievales
renanos, con el Maestro Eckhardt a la cabeza. Finalmente, se plantea la
hipótesis de que Novalis pudiera haber conocido y aprovechado la obra de San
Juan de la Cruz, cosa simplemente posible, entre otras razones, por la lectura
temprana de la Noche oscura por
Goethe, amigo, al menos literario, de Novalis.
Nota final. Tiempo después de ser insertado este ensayo en el presente blog, fue publicado, con el mismo título, en Estudios, Revista anual publicada por los frailes de la Orden de la Merced, nº 257, año 2016, pp. 3-14.
[1] Ver, a título de ejemplo, Alain de Benoist, El romanticismo alemán, traducción de
Santiago Rivas, lugar de internet es.geocities.com;
F. Duque, Sentidos y senderos de la noche,
en Giornale di Metafisica, 15 (1993),
nº 2, págs. 187/210.
[2] Aunque sea frecuentemente reconocido: Werner
Herzog, Mystic und Lyrik bei Novalis,
tesis doctoral de Jena (1926), editada en Stuttgart, 1928.
[3] Un sambenito
que también se ha cargado al rey Salomón, o a quienquiera que sea el autor del Cantar de los Cantares. La referencia no
es casual, pues el Cantar se
considera el ejemplo e influencia más evidentes para la Noche Oscura.
[4] Una muerte (acaecida en marzo de 1797) que,
sin duda, marcó a Novalis, pero no hasta el punto de convertirle en un
misántropo, precisamente. De hecho, cultivó la amistad de otras mujeres, antes
y después de Sophie, con un éxito que se explica, no sólo por su nivel social y
genio, sino por su gran belleza, evidente en el retrato que de él se conserva
(1799), aunque sobre gustos no pueda pontificarse. En diciembre de 1798, se
comprometió con Julie von Charpentier, pero esta vez fue la muerte del poeta la
que frustró el himeneo.
[5] Pudo haber buenas razones para ello, externas
al santo, cuya mística podía ser confundida con el quietismo y dar lugar a la intervención de la Inquisición.
[6] Me refiero a la autorizada opinión de Domingo
Ynduráin, en su Introducción a la Poesía
de San Juan de la Cruz (Madrid,
1987)
[7] Postura generalizada, al menos, desde la
obra de Dámaso Alonso, La poesía de San
Juan de la Cruz (Desde esta ladera), edit. Aguilar, Madrid, 1966. Con todo
respeto, considero una grave omisión no colocar en lugar muy destacado el Libro de los Salmos, de riquísima
simbología nocturna. Ver H. Raguer, Para
comprender los salmos, edit. Verbo Divino, 4ª edic., Estella, 1980.
[8] Mecanismo ascendente por el que, mediante un
proceso similar al de tesis-antítesis-síntesis, se va construyendo el edificio
lógico del tratado o del poema. Es conocida la influencia y admiración que
Novalis experimentó hacia el filósofo J.G. Fichte. Sobre el pensamiento
fichteano, que Novalis corrigió en
vez de asumirlo acríticamente, puede consultarse la obra de N. Hartman, La Filosofía del Idealismo Alemán, tomo
I, Buenos Aires, 1960.
[9] Mal conocedor del idioma alemán, utilizo
traducciones españolas de los Himnos.
Cuentan entre las más empleadas las de Monteforte y Alatorre, Hüsler, Barjau,
Ojeda y Valverde. Para los dominadores de la lengua inglesa, es esencial, y
valiosa en sí misma, la traducción de G. MacDonald (1897).
[10] Para los aficionados a las medidas, como para
quienes dispongan de un tiempo o atención limitados, puedo decirles que, con
una tipografía semejante a la de este artículo, los Himnos a la Noche ocuparían, sin excesivas apreturas, unos diez
folios.
[11] José María Valverde, Los Himnos a la Noche, edit. Icaria, 1985.
[12] Las dos versiones de los Hymnen (Handschriftliche
Fassung-1799- y Athenäum Fassung -1800-)
pueden consultarse en la web
Literatur.com.
[13] Una referencia, no sólo estética, sino
simbólica: Robert Alan Glick, Imagery of
light and darkness in three romantic poets:Novalis, Keats and Wordsworth,
Tesis de la Universidad de Indiana (1972).
[14] Conocemos la fecha exacta de la ensoñación,
por el Diario de Novalis. En él, y en
cualquier referencia biográfica, se refleja la actitud obsesiva y un tanto
morbosa de Federico en aquellos días, que hace perfectamente verosímil lo
sucedido.
[15] Tal vez, con influencia naturalista en su
obra literaria: Michaela Haberkorn, Naturhistoriker
und Zeitenseher. Geologie und Poesie um 1800. Der Kreis um Abraham
Gottlob Werner (Goethe, A. v. Humboldt, Novalis, Steffens, C. Schubert), Tesis doctoral de Regensburg
(2003), editada por Peter Lang, Frankfurt a.M., 2004.
[16] De la que fallecería el 25 de marzo de
1801, a los 28 años de edad.
[17] Me remito a las obras generales, como el Novalis, de Pierre Garnier, éditions
Pierre Seghers, 1962; o El alma romántica y el sueño, de Pierre
Béguin, edit. FCE, México, 1978. Un buen resumen aproximativo, en Jorge
Fernández Granados, Novalis y los Himnos
a la Noche, en la revista de cultura Agulha,
Fortaleza y Sâo Paulo, números 13/14, junio-julio de 2001.
[18] De modo general, Mª Jesús Macho Duque, El símbolo de la noche en San Juan de la
Cruz (Estudio léxico-semántico), Ediciones de la Universidad de Salamanca,
1982; Federico Ruiz Salvador, El símbolo
de la noche oscura, en Revista de
Espiritualidad, nº 44 (1985), págs. 79/110; Augusto Guerra, La experiencia universal de noche oscura,
en Iglesia Viva, nº 161 (1992), págs.
447/474.
[19] Obviamente, inflamación tiene aquí la misma
raíz y sentido etimológico de flamma,
llama.
[20] J. Rof-Carballo, El hombre y la noche en San Juan de la Cruz, en Revista de Espiritualidad, nº 27 (1968),
págs. 352/373.
[21] Para Juan Pablo II, el símbolo puede
rubricarse “la noche oscura de la fe y el silencio de Dios”, ligado así mismo
al sufrimiento físico, moral y espiritual. Ver Carta Apostólica Maestro en la Fe, dada en Roma el día 14
de diciembre de 1990.
[22] Todo esto está muy alejado de una posible
negación de un Dios personal y trascendente. Antes bien, supone la cercanía y
la vivencia personalísima del Ser absolutamente trascendente. Arrancando de S.
Agustín, así lo expresa J.A. Pagola, Testigos
del misterio de Dios en la noche, en la web
sepapbcn.com.
[23] Ver Andreas Hubik, Die Symboltheorie bei Novalis, Tesis doctoral de Halle (2005),
editada por Mohr Siebeck, Tubingen, 2006; Joseph-Frederick Bailey, Theorizing night visión: Novalis’ Hymnen an
die Nacht, tesis doctoral de la Universidad de Michigan (1999).
[24] P.A. Rovatti, Como la luz tenue. Metáfora y saber, traducción de Carlos Catropi,
edit. Gedisa, Barcelona, 1990.
[25] Esta última, válida para Novalis; no así para
el budismo o la filosofía estoica.
[26] Se insiste, a la hora de buscar influencias
sobre estas ideas de Novalis, en el filósofo dominico, Maestro Eckhart de
Hochheim (1260-1328), como fundador de la corriente de espiritualidad del
abandono a la voluntad divina (Gelassenheit,
dejamiento). Esta vía tuvo una riquísima pervivencia multisecular, incluso entre
los idealistas alemanes (Hegel). De hecho, también San Juan de la Cruz se
benefició de ella, en lo estrictamente espiritual, así como en las sentencias y
figuras literarias. Véase, P. Fr. Bryan Farrelly, O.P., La doctrina del “dejamiento” o abandono a la voluntad divina en los
místicos renanos, Maestro Eckhart, Juan Tauler y Beato Enrique Seuze (Susón),
en la dirección de Internet,
fortunecity.es.; Peter Alvin Stenberg, The
theme of time and the Golden Age. A study of Meister Eckhardt, Novalis and
Hofmannstahl, Tesis doctoral de la Universidad de California en Berkeley
(1969).
[27] No me privo, en relación con otras obras suyas,
de señalar una coincidencia de título entre San Juan y Novalis: Cántico espiritual, de Juan de Yepes; Geistliche
Lieder, de Friedrich von Hardenberg. ¿Mera casualidad?
[28] E. Pacho, El
Cántico espiritual. Trayectoria histórica del texto, Teresianum, Roma,
1967.
[29] E. Pacho, obra citada en
la nota anterior. Literariamente, la traducción alemana más valiosa –aunque
meramente parcial, a modo de antología con textos de otros poetas hispanos-
parece ser la de E. Geibel, que tuvo diversas ediciones entre 1843 y 1904. La
última de ellas, en unión de P. Heyse, lleva el título de Spanisches Liedersbuch.
[30] En lo que sigue, resumo el sentido de la
contestación, dada de abril de 2009 por la Doctora, Sra. Rommel y transcrita
por el Sr. Bernhard Sames. A ellos, mi sincero agradecimiento, como también a
D. Álvaro García-Delgado García, mi eficaz intermediario con los susodichos,
por razones lingüísticas.
[31] Ver
Henry Kamla, Novalis Hymnen an die Nacht.
Zur deutung und datierung, Ejnar, Munsksgaard, 1945, pág. 175.
[32] Ver nota 25. Sobre la formación religiosa de
Novalis, Ludwig Stockinger, Religiöse
Erfahrung zwischen christlicher Tradition un romantischer Dichtung bei
Friedrich von Hardenberg (Novalis), edit. W. Haug und Dietmar Mieth,
München, 1992, págs. 361/393.
No hay comentarios:
Publicar un comentario