lunes, 13 de mayo de 2019

HISTORIAS DE TRAICIÓN (IX): DOCTOR ZHIVAGO




Historias de traición (IX). Doctor Zhivago

Por Federico Bello Landrove



     La publicación de la gran novela de Boris Pasternak[1], Doctor Zhivago[2], representó un ejemplo sobresaliente de cómo la libertad de expresión puede convertirse en una traición para los enemigos de la autonomía de la voluntad. El escritor Pasternak y el editor Giangiacomo Feltrinelli[3] se convirtieron sucesivamente en felones para las Autoridades soviéticas y para el Partido Comunista Italiano, respectivamente. Sin ánimo de exactitud ni de perfección, esta es la historia.







1.      La forja de un disidente



     Examinando a posteriori la biografía de Pasternak, éste parecería predestinado a permanecer un tanto apartado de la vida social en casi cualquier país y, desde luego, en la Rusia en que le tocó vivir, al menos, a partir de 1914. Procuraré justificar en este capítulo mi precedente aseveración.

     Podemos empezar por recordar que nuestro escritor nació en la ciudad de Odesa, ya entonces solo en parte rusa, tanto por sus antecedentes ucranianos, como por el cosmopolitismo que le brindaba su carácter de puerto frecuentado, no solo por la flota de guerra rusa, sino por los navíos de múltiples nacionalidades. Verdad es que, cuando menos a partir de 1904 -cuando contaba con catorce años-, Boris abandonó de modo definitivo su residencia odesita, pero no lo es menos que su partida fue rumbo a un centro docente en la provincia de Ternopol, mucho más ucraniano de lo que lo era Odesa. Dicho centro, la Laura de la Dormición de la Virgen de Pochaiv, tenía otra peculiaridad, perfectamente ligada a la presente y futura personalidad de Pasternak: la de ser un cenobio ortodoxo, aunque con todas las matizaciones derivadas de hallarse a comienzos del siglo XX[4].

     La conexión del literato con el cristianismo resulta tanto más llamativa, cuanto que su familia era de origen judío, al parecer, sefardí y de alcurnia[5]. Su progenitor se había apartado del judaísmo, abrazando el cristianismo ortodoxo. Boris seguiría su senda, como se refleja en el tipo de humanismo y espiritualidad que impregnaría toda su vida y se reflejaría en su obra escrita.

     He aludido al padre del escritor, Leonid Pasternak[6], uno de los más famosos pintores e ilustradores rusos de su generación. También hay que referirse a su madre, Rosa Kaufman, notable concertista de piano, de la que bien pudo su hijo recibir el influjo y la herencia biológica para apasionarse por la música, carrera que inició en el Conservatorio de Moscú, para abandonarla después. Al domicilio moscovita de los Pasternak acudían asiduamente personajes del nivel del novelista León Tolstoi, del poeta Rainer Maria Rilke, y de los compositores Scriabin y Rachmaninov; excelente caldo de cultivo para un futuro artista, pero muy alejado -por supuesto- del que vivía la inmensa mayoría de los jóvenes coetáneos de Boris.

     El paso siguiente en la excepcionalidad de Pasternak fue el de abandonar sus estudios en Moscú, para desplazarse a la Universidad alemana de Marburgo, corazón entonces de la tendencia filosófica del neokantismo, en la que, a partir de 1910, siguió las clases de los grandes profesores de tal escuela, Hermann Cohen, Nicolai Hartmann y Paul Natorp. Allí se licenciará en Filosofía, en vísperas de la Gran Guerra Europea, pero declinará la oferta de continuar en Marburgo para doctorarse[7]. De tierras alemanas ya trajo Pasternak su primer libro de poemas, El gemelo entre las nubes, que publicó en Rusia a su regreso, en 1914.

     Lógico es suponer que resultara decisivo para la formación de la mentalidad del escritor el que, a partir del año últimamente citado -cuando él tenía 24-, se viese inmerso en una nación en guerra, en revolución o en brutal dictadura. Recordemos que Rusia participó en la llamada Gran Guerra Europea entre 1914 y 1917. En este año, se inició la Revolución rusa que, con la guerra civil e internacional subsiguiente, se prolongó hasta 1923. La férrea dictadura soviética posterior (que, como mínimo, puede llevarse hasta la muerte de Stalin, en 1953) fue acompañada con la participación rusa en la Segunda Guerra Mundial (1941-1945). Los años que Pasternak sobrevivió a Stalin (hasta 1960) la violencia y el rigor dictatoriales se suavizaron (etapa de Kruschev), aunque no lo bastante, como para que los escritores -Boris en particular- dejasen de cumplir su maldición histórica, el quevediano sentir siempre lo que se dice, y Pasternak, en concreto, cometer el crimen de ganar el Premio Nobel de Literatura[8].

     Algo que, tal vez, podría haber servido para integrar al joven Pasternak en el agitado y cambiante mundo ruso en que hubo de vivir, habría sido participar activamente en alguna de las guerras de su tiempo, como le tocó hacer a su criatura, el Doctor Zhivago. No fue así. Logró librarse de la conscripción de la guerra de 1914, gracias a asumir un puesto burocrático en fábricas de interés militar en los Urales[9]. Luego, la rendición de Rusia le llegó con la edad de 27 años, momento en que retornó a Moscú, no empuñando tampoco las armas en la guerra civil que siguió. Es bastante probable que, por su humanismo, Pasternak se hubiese alistado como médico, si -como Zhivago- hubiera tenido los debidos conocimientos, pero nuestro literato no era sino un hombre de artes y letras, poco inclinado y apto para combatir, aunque su reconocida incapacidad física para hacerlo no fuese entonces[10] sino una añagaza, urdida al amparo de un condescendiente médico militar[11]. En resumen: Pasternak maniobró para mantenerse al margen de las violencias de la Rusia de su juventud, cosa sana y razonable, sin duda, pero también favorable a hacer de él una persona fuera de lo corriente.

     Concluiré este apartado del capítulo aludiendo a las peculiaridades que parecen desprenderse de los amores de Pasternak, a juzgar por las mujeres a las que conocidamente amó, incluida Olga Ivinskaya[12], su gran amor de madurez (1946-1960). Me refiero, en particular a la circunstancia de que se tratara de jóvenes a las que había conocido de manera bastante íntima -no me refiero a la intimidad sexual-, antes de pasar a sentir por ellas un interés sentimental, como es el caso de su prima, Olga Freidenberg, o de Ida Wissotzkaya, hija de unos adinerados amigos de sus padres. Es muy probable que, Boris, pese a su indudable atractivo como persona y como poeta, fuese un individuo notablemente tímido, bastante moderado en sus pulsiones sexuales y con tendencia a derivar con las mujeres hacia el amor platónico, el monólogo y un cierto narcisismo. Tal vez, esto tenga relación -o haya que ponerlo en contacto- con otra evidencia: la notable diferencia de edad entre Pasternak y varias de las mujeres por las que se interesó, incluidas sus dos esposas y su amante definitiva. El escritor contrajo primer matrimonio, a los 32 años de edad, con Evgenia Lurye, una estudiante de veintitrés. Diez años después, con cuarenta y dos años, se casó con Zinaida Neuhaus, una pianista de treinta y cuatro. Cuando Boris inició su relación con Olga Ivinskaya, tenía 56 años y su amante, treinta y cuatro. Por el contrario, durante su estancia en los Urales, un Pasternak joven, de veintiséis años, intimó hasta un punto no bien conocido con Evgenia Zbarskaya, seis años mayor que él, casada con un ingeniero químico[13] y madre de dos hijos, familia con la que convivía Boris como huésped habitual, durante su estancia en Perm, en 1916-1917.

***

     Como hemos visto, Pasternak tenía a priori bastantes razones objetivas para apartarse del tipo medio de ciudadano soviético, adicto al Régimen o, cuando menos, condescendiente con el mismo. No obstante, si examinamos su vida, comprobaremos que tampoco fue un rebelde, irreductible en sus posturas y despreocupado en confrontarlas con la dictadura bajo cuya férula se hallaba. En diversas ocasiones, el escritor hubo de plegarse -o así lo entendió oportuno- a las directrices y circunstancias que le venían impuestas. El motivo principal de ello no deja de ser llamativo, para un artista muy poco identificado con las ideas comunistas y abierto -por ambiente y poliglotismo- a otros países: Me refiero a su negativa frontal a exiliarse de la Unión Soviética.

     La primera ocasión clara que se le ofreció de ello data de 1921, cuando el padre de Boris obtuvo autorización del Gobierno soviético para desplazarse hasta Alemania, a fin de someterse a una cirugía ocular complicada. Es probable que Leonid Pasternak hiciera la elección, no solo en bien de su salud, sino para alejarse definitivamente de la Rusia bolchevique, por él muy poco deseada. Prueba de ello es que viajó con su mujer y sus dos hijas, dejando atrás a sus vástagos varones, Boris y Alexandr. Todas las invitaciones posteriores para que -como era factible- Boris siguiera a su familia a Alemania o, ulteriormente, al Reino Unido, fueron rechazadas por el escritor, como lo serían las del gobierno de Kruschev, muchos años después[14].

     Dejaré clara mi opinión de que Pasternak -como su padre- saludó la caída del Zar con satisfacción y esperanza, pero ligadas a las expectativas de la República de Kerenski, no a la Revolución leninista de Octubre. Todavía esta concitó en el escritor ciertas expectativas favorables. Sabido es que su amigo de entonces, Boris Zbarsky, lo puso en contacto en agosto de 1917 con algunos personajes que estaban preparando la revolución bolchevique, si bien no parece que congeniase con ellos. Son también conocidas -por haber tenido reflejo en la misma redacción de Doctor Zhivago- sus primeras valoraciones de las brusquedades y excesos revolucionarios, como una cirugía, necesaria para acabar con los muchos y crónicos males de la política rusa; como también el respeto que mantuvo hacia Lenin durante toda la vida de este[15]. Todos estos matices no creo que empañen la impresión fundada de que Pasternak, como su Zhivago, sufrieron un irreversible proceso de desilusión revolucionaria todavía en el periodo de la guerra civil (1917-1923), tanto por la violencia y derroteros de la Revolución, como por la hambruna y grandes carencias generales a que aquella obligaba a la población.



     Hechas estas consideraciones globales, apuntaré a continuación los principales momentos de tensión conocida entre Pasternak y el Régimen a que estaba sometido, así como las formas de corregirlos o paliarlos que el literato utilizó.

     Aludiré, en primer lugar, a la disidencia pasternakiana respecto del servilismo de Vladimir Mayakovski y otros escritores y artistas, que se habían puesto al servicio del Gobierno comunista, abdicando de sus convicciones y valores personales, en favor de lo que ellos presentaban como las exigencias y necesidades del pueblo. La ruptura, escenificada hacia 1927, fue especialmente dolorosa para Pasternak, habida cuenta de que se alejaba de buenos amigos y de poetas con los que había compartido el espíritu de vanguardia, por ejemplo, el futurismo[16]. Con todo, nuestro escritor comprendió que había de plegarse a ciertas exigencias políticas, en la medida en que no repugnaran a su conciencia. De aquí, su cambio de estilo poético, evidenciado hacia 1930, adoptando las formas más claras y accesibles al gran público, que a partir de entonces lo caracterizarían. Sin embargo, la mutación no parece haber sido percibida o, por mejor decir, recibida por los críticos y mentores de dentro de Rusia: Ya hacia 1932, la poesía de Pasternak era objeto de una mayor audiencia en el extranjero, entre los émigrés, es decir, los numerosísimos rusos exiliados por motivos políticos.

     La disonancia pasternakiana no tardaría en atronar en la mefítica atmósfera de la literatura soviética, a raíz del asunto Mandelshtam[17], en 1934. El moderado apoyo de Pasternak a su citado colega provocó la reacción de Stalin, que telefoneó personalmente al escritor para escuchar de su voz los términos de tal apoyo y, de paso, afearle su comportamiento. Que el Dictador no llegase a más entra dentro de los enigmas de su mente, por más que él lo explicara por la nimiedad y la inconsistencia de la solidaridad del escritor. La verdad es que no es fácil de entender cómo Pasternak pudo salvar con vida y sin entrar en prisión la etapa estalinista, máxime no habiendo relación personal entre ellos, ni aprecio de Stalin por su condición de escritor[18]. Más adelante veremos que Stalin se valió de Olga Ivinskaya a modo de chivo expiatorio de su díscolo amante.

     La Gran Purga estalinista (1937-1938) fue la ocasión de un nuevo encontronazo de Pasternak con el Régimen soviético. Esta vez, Boris fue colocado en el disparadero por sus serviles colegas de profesión, al presentarle a la firma una petición de pena de muerte para numerosos disidentes, que Pasternak no suscribió. La airada censura de su esposa, entonces embarazada, movió al escritor a dirigir una carta a Stalin, disculpándose en términos apaciguadores, recordándole que era contrario a la pena capital desde los lejanos tiempos en que su familia le había inculcado convicciones tolstoyanas. El Dictador paró los ominosos designios de la Policía política (K.G.B.) con estas palabras, que el propio Pasternak recoge: No toquéis a ese nefelibata[19].  

     Los terribles años de la Segunda Guerra Mundial, considerada en Rusia la Gran Guerra Patriótica, fueron una época de cierre de filas y suavización de los rigores represivos, en aras de la unión de todos los ciudadanos contra el nazismo. Pasternak, por convicción o por táctica, participó a su modo del esfuerzo de guerra. En 1943, se ofreció voluntario a viajar al frente, incluso en primera línea, para brindar a los soldados soviéticos su apoyo moral y la lectura de sus obras. No parece que ello conmoviese a los responsables de la política literaria en Rusia, hasta el punto de permitir a Pasternak la publicación de nuevos trabajos creativos[20]. El escritor era consciente de ello, por lo que fue polarizándose hacia trabajos literarios esencialmente biográficos, un tanto objetivos e historicistas. El final de la guerra, con la reaparición de los más negros rasgos de la dictadura -entre ellos, los famosos gulags[21]-, impulsó a Pasternak a abandonar aparentemente sus obras personales y volcarse en la traducción al idioma ruso de literatos extranjeros, aprovechando su conocimiento de lenguas. La tarea, ardua y poco gratificante, le permitió algunas ligerezas peligrosas, como la de introducir en la traducción de Hamlet algunos versos de cosecha propia, alusivos a los gobiernos tiránicos -veleidad que pasó desapercibida a los censores[22]-. Finalmente, la labor de traductor, alimenticia pero muy digna, acabó trayéndole un disgusto, en 1950, cuando su versión del Fausto de Goethe fue repudiada oficialmente por una supuesta espiritualidad excesiva, que no se correspondía con la obra original. Se ve que los censores rendían un mayor tributo al materialismo -histórico o no- que a la fidelidad de las traducciones.

     Concluyo este capítulo, inevitablemente, con la alusión a la condena de la amante de Pasternak, Olga Ivinskaya, a cinco años de internamiento en Gulag, por complicidad en actividades de espionaje[23]. La sanción, impuesta en 1949, fue generalmente entendida como una forma indirecta de castigar a Pasternak, que tenía entonces en Olga, no solo a su amor, sino a una colaboradora excepcional. Parece indudable que la reclusión influyó en el aborto de una criatura de Olga y Boris. Este se esforzó infructuosamente por evitar o reducir la sanción, cuya eficacia final fue de cuatro años, aunque no por las peticiones del escritor, sino por el fallecimiento de Stalin.





2.      El traidor en su rincón







     Se calcula que Pasternak invirtió unos diez años en la redacción de su extensa y famosa novela Doctor Zhivago: los que van desde el inicio de sus relaciones con Olga Ivinskaya (1946), hasta sus intentos de publicación oficial en la Unión Soviética (1956). Su trabajo no mantuvo un ritmo constante. Se cree que la primera parte de la obra pudo llevarle hasta el año 1953, en tanto que la segunda se redactó en dos o tres años[24]. Lo cierto es que fue en 1956 cuando Boris presentó el manuscrito en la editorial Novy Mir[25]. La respuesta no resultó del todo descorazonadora para aquel país y momento: Los editores no se negaron a publicarla, pero sí condicionaron su edición a que el autor revisara el manuscrito íntegramente y suprimiera o corrigiera varios pasajes. La intención era siempre la misma: adaptar la obra a los parámetros del realismo socialista, en vez de a la preocupación por el bienestar de los personajes individuales, que obraban al margen del progreso de la sociedad. Dentro de los pasajes a eliminar, se hallaban los más críticos con el estalinismo, la colectivización, la Gran Purga y los gulags[26]. Corresponde a la faceta firme y digna del escritor el que no se plegase en absoluto a las exigencias editoriales, prefiriendo implícitamente que su obra permaneciese desconocida, antes que bastardeada. Y así habría continuado durante bastantes años[27], de no intervenir inopinadamente dos italianos comunistas: el periodista -corresponsal en Moscú- Sergio D’Angelo y el editor milanés Giangiacomo Feltrinelli. Veamos brevemente el desarrollo de los acontecimientos, salvando en lo posible las discrepancias de detalle.

     La línea editorial de Feltrinelli le había impulsado a solicitar de su compatriota D’Angelo que hiciese indagaciones cerca de escritores rusos, con vistas a publicar obras suyas de relevancia. Consciente de la fama de Pasternak -entre otras cosas, por haber sido candidato al Nobel de Literatura en varias ocasiones- y, tal vez, sabiendo de la existencia inédita de Doctor Zhivago, D’Angelo visitó al autor, con el que congenió, y le hizo saber el interés de Feltrinelli por publicar alguna creación suya. Pasternak le habló de su libro maldito y facilitó la lectura del mismo al periodista. A este le encantó la novela y le hizo llegar a Feltrinelli la noticia, de lo que derivó la oferta formal de un contrato de edición en Occidente, en condiciones que Pasternak juzgó económicamente muy interesantes[28]. Simultáneamente, Pasternak y Feltrinelli idearon un sencillo y eficaz sistema para burlar las interferencias y presiones de las Autoridades soviéticas que, a no dudar, habrían de producirse: El editor milanés no haría caso de otras comunicaciones y demandas del escritor que no fueran las que le llegaran en idioma francés. De esta forma, Feltrinelli hizo caso omiso de requerimientos, incluso imperativos, que Boris hizo para que no publicara su novela, por amenazas y exigencias de los dirigentes soviéticos.

     Desconocedores de esa clave idiomática y confiados en exceso en la eficacia de las presiones que el Partido Comunista Italiano ejercería sobre Feltrinelli a instancias de su homólogo de la URSS, las Autoridades soviéticas no pasaron a la acción sobre Pasternak, quien incluso aceptó los buenos oficios de una profesora francesa de visita en Rusia, Madame de Proyart[29],  para que intentara la publicación de Doctor Zhivago en ruso y en Francia, aunque, finalmente, se llevaría a cabo por la editorial Mouton de Amsterdam[30]. Por último, Doctor Zhivago vio la luz en italiano, el 23 noviembre de 1957, a tiempo para que una primera edición en ruso no privase a editor y autor de sus derechos, conforme a las leyes internacionales[31]. Esa primera edición fue un éxito considerable, al lograr vender treinta mil ejemplares, cifra que puede parecer ridícula contemplada al cabo de los años. La primera traducción al español apareció en Montevideo en 1958[32].

     Las reacciones hostiles en Rusia no se hicieron esperar. Pasternak fue expulsado de la oficial e influyente Unión de Escritores Soviéticos (1958), insultado en actos públicos[33] (cerdo que, a diferencia de los animales del mismo nombre, defeca en el comedero), tildado de traidor y merecedor de ser expulsado de la URSS, si no de cosas peores[34]. La campaña se recrudeció cuando el escritor alcanzó el Premio Nobel de Literatura de 1958, una circunstancia que bien merece el siguiente apartado de este capítulo.

***

     Pasternak había sido candidato al Nobel de Literatura en varias anualidades, entre 1946 y 1950, obviamente en su calidad de excelente poeta. Hacia 1955, sus posibilidades parecían haber declinado, tras varios años de presentación infructuosa y de ulterior ausencia en las candidaturas. Uno de sus más conspicuos valedores había sido Albert Camus, Nobel de 1957, es decir, en el año anterior a la premiación de Pasternak.

     Se ha discutido mucho -y obtenido escasas conclusiones ciertas- acerca de la relevancia en la obtención del premio de los méritos de Doctor Zhivago y del calvario que para su autor supuso la publicación de la novela. Me parece obvio -incluso, por las razones dadas para la concesión[35]- que una cosa y otra fueron los detonantes para la concesión, como lo es que la CIA norteamericana hizo todo lo posible por traducir al ruso y divulgar la gran novela pasternakiana, tanto por perturbar a los soviéticos, como para que el posible Premio Nobel recayera en el escritor en desgracia[36]. En cualquier caso, es obvio que el anuncio de la concesión del Nobel a Pasternak, hecha el 23 de octubre de 1958, provocó un alud de declaraciones politizadas, de uno y otro signo. Las procedentes de la URSS eran tajantes, en un doble sentido: Contra lo manifestado en el primer y espontáneo telegrama de aceptación de Pasternak, el novelista debería rechazar el premio. Y, caso de no hacerlo y de viajar a Estocolmo para recibirlo, no volvería a ser recibido en la Unión Soviética[37].

     La reacción del escritor estuvo en la línea de precedentes acatamientos parciales de las imposiciones políticas -como vimos en el capítulo precedente-. De forma muy educada, declinó el honor del Nobel o, cuando menos, de viajar a Suecia para recibir el dinero y símbolos del mismo[38]. Ante el temor de ser expulsado de la URSS, escribió una carta a Kruschev, en la que emotivamente afirmaba que desterrarlo de Rusia sería para él tanto como matarlo. Miembros de su familia aseveraron que las tensiones de aquellas fechas colocaron al escritor al borde del suicidio. Quizás por suerte para él, le quedaba poco tiempo de vida: Un cáncer de pulmón acabó con ella el 30 de mayo de 1960, a los setenta años de edad.

     La muerte le impidió conocer la última consecuencia desfavorable que Olga Ivinskaya hubo de sufrir por su relación con él. Al parecer, tanto aquella, como la viuda del escritor, tejieron una red de maniobras para importar en la URSS una parte de los beneficios económicos por las obras de Pasternak. Encarcelar a la viuda pareció excesivo, pero no así hacerlo con la amante y, al propio tiempo, con su hija Irina. Ambas fueron condenadas en 1961 a ocho años de prisión, de los que Irina solo cumplió uno, y tres su madre[39], que salió en libertad en 1964, el mismo año de la caída del máximo dirigente soviético de entonces, Nikita Kruschev[40].

     Cierro este apartado recordando que, finalmente, en diciembre de 1989, el Gobierno de la declinante URSS autorizó al hijo de Pasternak, Yevgenii, a que viajase a Estocolmo para recibir la medalla Nobel que su padre no había podido recibir treinta y un años antes.





3.      El cómplice de Milán



     Evidentemente, Giangiacomo Feltrinelli no era un hombre, ni un editor, corriente. De buena familia lombarda y rico por su casa, su ideología era muy de izquierdas. Había participado en la Resistencia contra Mussolini y los nazis y, a la altura de los años cincuenta del siglo XX, era un militante conocido del Partido Comunista Italiano (en lo sucesivo, PCI). En 1954, por decisión y con medios de fortuna propios, así como con el beneplácito inicial del Partido, Feltrinelli fundó en Milán la casa editorial de su apellido, pronto famosa y de éxito por la cuidada publicación, a precio moderado, de obras atractivas, por su contenido o por la notoria actualidad de sus autores[41]. En esa línea se inserta el acercamiento a Pasternak, a través del periodista D’Angelo, que culminó en el acuerdo para publicar Doctor Zhivago en Italia y vender los derechos de edición en los demás países occidentales.

     En aquellos momentos (1956-1957), Feltrinelli era ya un verso libre en el PCI. Amparándose en las declaraciones -hechas seguramente con la boca pequeña- del líder del Partido, Palmiro Togliatti[42], mantenía una posición de relativa autonomía, que se manifestaba, así en el orden estrictamente político, como en el de su profesión editorial. Quizá esa independencia de criterio fue menospreciada por las Autoridades soviéticas cuando -como he dicho en el capítulo anterior- creyeron que podrían parar, a través del PCI, la publicación de la denostada novela.


     Es obvio que Feltrinelli resistió todas las presiones hechas desde su Partido para que no editase Doctor Zhivago. El hecho de que la publicación se demorase alrededor de un año tuvo mucho más que ver con las dificultades inherentes al caso[43], que con vacilaciones del editor, entusiasmado con la novela y con el deber, legal y moral, de hacérsela conocer al mundo.


     Cinco días antes de salir al mercado la novela, el PCI abrió expediente a Feltrinelli (18 de noviembre de 1957), en razón de su comportamiento general como miembro del Partido: Había que enmascarar el motivo concreto por ser demasiado vergonzoso, ya en aquellos tiempos[44]. Veinte días más tarde, el 8 de diciembre de 1957, apareció el informe que, con ciertos matices, era negativo en la valoración de la conducta política de Feltrinelli, aunque con algunos matices. Contra lo que generalmente viene siendo afirmado, los instructores no proponían su expulsión del PCI, ni esta llegó a decretarse formalmente. Solo se reprobaba con dureza el comportamiento del editor y se sostenía que el mismo resultaba incompatible con la línea ortodoxa del Partido. A buen entendedor… Feltrinelli entendió que era la despedida de facto de él como miembro del PCI y procedió a devolver su carné y considerarse fuera de la organización. El traidor abandonaba el barco. Su vida política posterior aún traería espectaculares avatares, hasta acabar lacerado de muerte por el explosivo que manipulaba, a fin de provocar el corte de una línea eléctrica de alta tensión en las inmediaciones de Milán (14 de marzo de 1972).





4.      Epílogo



     Hagamos un ejercicio de cinismo y preguntémonos si los dirigentes soviéticos tenían verdaderos motivos para oponerse tan descaradamente a la publicación de Doctor Zhivago. Con frecuencia se elude dar una respuesta a tal interrogante, invocando la falacia, a medias, de que los mayores opositores no habían leído la novela y se limitaban a reproducir críticas sesgadas de quienes sí lo habían hecho, así como clichés deducidos de la personalidad y antecedentes de Pasternak. En mi opinión, cualquier contestación tiene que partir del contexto soviético de aquella época, así como de la situación de guerra fría en que se sentían inmersos rusos y americanos. No olvidemos, respecto de estos últimos, la vehemencia con que la CIA apoyó la concesión del Nobel a Pasternak, entre otras cosas, mediante la publicación de una edición pirata de Doctor Zhivago en idioma ruso.

     Con estos parámetros, no puedo sino convenir en que la gran obra narrativa de Boris Pasternak era un torpedo en la línea de flotación de la ideología soviética, pero no por los motivos concretos y explícitos de ciertos pasajes discordantes con aquella, sino por dos poderosas razones, que se deslizan, brillantes e implícitas, a lo largo de la novela: el individualismo irreductible y el humanismo cristiano. Zhivago era un trasunto de Pasternak, aunque más heroico y mucho más imitable. Por eso había que ejecutarlo de la drástica y sencilla manera con que pueden hacerlo las dictaduras con las criaturas de ficción: impidiéndoles nacer. 





    

[1] Boris Leonidovich Pasternak (1890-1960), escritor ruso, Premio Nobel de Literatura de 1958.
[2] Dicha publicación se produjo en noviembre de 1957, a cargo de la editorial Feltrinelli de Milán. Acepto la ortografía habitual de los editores, aunque la pronunciación del apellido del protagonista sería, aproximadamente, Yivago.
[3] Giangiacomo Feltrinelli, editor y activista político italiano. Nació en 1926 y murió en 1972, mientras preparaba unos explosivos en las inmediaciones de Milán, para volar una línea eléctrica de alta tensión.
[4]  Pasternak permanecería en la Laura de Pochaiv entre 1904 y 1907.
[5]  El padre de Pasternak blasonaba de contar entre sus antepasados con miembros de la histórica familia   Abravanel, en concreto, de la rama portuguesa.
[6] Leonid Osipovich Pasternak (1862-1945), considerado como pintor de estilo postimpresionista.
[7] Al parecer, el ofrecimiento provenía concretamente del profesor Hermann Cohen.
[8] Aludo al conocido chiste gráfico de Bill Mauldin en el New York Times, por el que ganó el Premio Pulitzer en 1958.
[9] Los detalles rebasarían los límites de este relato. Me remito a Christopher J. Barnes, Boris Pasternak: A literary biography, vol. I (1890-1928), Cambridge University Press, 1992 (reimpresión de la primera edición de 1989), capítulo 8, págs. 174-211. Puede consultarse en Internet.
[10] Posteriormente, padecería lesión en una pierna, con discreta cojera.
[11] En diciembre de 1916, Pasternak fue eximido del servicio militar por razones médicas. Todo indica que el autor del informe, el médico militar, Dr. Morev, lo exoneró por razón de su apellido, por el que reconoció su filiación paterna, siendo dicho doctor un muy probable conocido y/o admirador del pintor, padre de nuestro escritor.
[12] Los críticos creen ver su influjo en la protagonista de Doctor Zhivago, Larissa (Lara).
[13] Se trataba de Boris Illich Zbarsky (1885-1954), luego famoso por su decisiva participación en el embalsamamiento del cadáver de Lenin, aún hoy (2019) expuesto a la curiosidad y homenaje públicos en un mausoleo de la Plaza Roja de Moscú. Su esposa, de soltera Zilbermann, era conocida como Fanny; había nacido en 1884, se divorció de Zbarsky y volvió a casarse, falleciendo en 1971.
[14] El pintor Leonid Pasternak había ampliado estudios en Munich, en su juventud. Tras la operación de la vista en 1921, permaneció con su mujer e hijas en Alemania hasta la llegada al poder de Hitler, tomando entonces la decisión de establecerse en Oxford (Reino Unido), donde fallecería en 1945. En el capítulo siguiente de este relato detallaré la forma y motivos de la admonición gubernamental para que Boris Pasternak viajase a Suecia, sin posibilidad de regresar a Rusia.
[15] Recuérdese que Lenin falleció en enero de 1924. Por lo demás, quizá pueda traerse aquí a colación el conocido refrán, otros vendrán que bueno me harán.
[16] Pasternak formó parte de uno de los grupos más notables del futurismo ruso: Tsentrifuga, con centro en Moscú.
[17]  Osip Emílievich Mandelshtam (1891-1938), poeta ruso, amigo de Pasternak. En 1934, osó publicar un epigrama, justamente considerado antiestalinista, lo que le supuso privación de libertad hasta su muerte, seguramente adelantada por las malas condiciones del cautiverio.
[18] Tampoco lo entendía Olga Ivinskaya, que calificó las relaciones entre Stalin y Pasternak de duelo increíble y silencioso.
[19] Otros dan esta versión: ¡Dejad en paz a ese insigne tonto!
[20] Muchos ejemplares de sus obras de juventud habían sido retirados y destruidos -incluso por el fuego- en los primeros años del estalinismo.
[21] Especie de campos de concentración y trabajo, a los que solían ir a parar los disidentes políticos. Se construían generalmente en lugares inhóspitos y alejados, siendo los presos sometidos a vejaciones y carencias muy graves.
[22]  Puede resultar llamativo que los editores oficiales de las traducciones de Pasternak pasaran por alto la llamada pasternakización de Shakespeare, abusando del tono coloquial y la modernización de los diálogos. Seguramente lo consintieron para poner más al alcance del pueblo al Cisne del Avon. Por lo demás, la fidelidad a la letra no fue, en general, una de las notas distintivas de las traducciones de Pasternak (entre ellas, las de Calderón de la Barca), muy bien recibidas por el público ruso de la época.
[23] La decisión provino del Consejo Especial del NKVD, es decir, el Comisariado del Pueblo para Asuntos Internos.
[24] Aludo a las dos partes de la novela, conforme a la edición prínceps italiana. La cesura se encuentra entre el viaje y la llegada a Varykino.
[25] También presentó la novela a la editorial Literaturnaya Moskva. La respuesta definitiva, a la que seguidamente se hace alusión, procedió de la Goslizdat, es decir, la Editora Estatal.
[26] Véase “Doctor Zhivago”: Letter to Boris Pasternak from the Editors of Novyi Mir. Daedalus, Vol. 89, Nº 3, The Russian Intelligentsia (Summer, 1960), pp. 648–668.
[27] Nótese que Doctor Zhivago no fue editada en Rusia hasta 1988, precisamente por Novy Mir. Se afirma que, antes de entrar en contacto con D’Angelo en mayo de 1956, Pasternak había hecho llegar varias copias de su libro a amigos en el extranjero, pero lo cierto es que -de ser así- estos no impulsaron su publicación, quizá porque el autor no se lo hubiese autorizado.
[28] A grandes rasgos, incluían un 15% del valor de los libros vendidos en idioma italiano, así como el 50% del precio de venta de los derechos de autor en los demás países signatarios del tratado de Berna sobre tales derechos. En pocos meses, Feltrinelli gestionó dicha venta en dieciocho lenguas diferentes.
[29] Jacqueline de Proyart (1927-2019). Los entresijos de esta relación, así como de las negociaciones entre Pasternak y Feltrinelli, se recogen en un libro del hijo de este: Carlo Feltrinelli, Senior Service. Biografía de un editor, Univ. Econ. Feltrinelli, publicado en italiano en 1999 y, en traducción española, por la Editorial Anagrama, en su Biblioteca de la Memoria.
[30] Parece claro que la Agencia Central de Inteligencia estadounidense estuvo detrás de otra edición temprana de esta novela en ruso, en formato de bolsillo y papel biblia, a fin de introducir el mayor número posible de ejemplares en la URSS con la menor dificultad.
[31] Según Carlo Feltrinelli (véase obra citada en la nota 29), la no aplicación por el Gobierno soviético de la normativa internacional sobre los derechos de autor implicaba que, de publicarse la novela primeramente en ruso, se perderían todos los derechos de autor al cabo de un mes sin editarla en cualquier otro idioma.
[32] Editorial Minerva. La primera edición en España fue la de editorial Noguer, Barcelona, 1959. La primera versión al español, directamente desde el ruso, hubo de esperar hasta 2010 (editorial Círculo de Lectores).
[33] Se atribuyen a Kruschev algunos de los epítetos más gruesos, aunque en público los vertió por boca de terceros. En sus Memorias, el dirigente tuvo posteriormente la desfachatez de justificar su oposición a la publicación de la novela en la falta de una correcta información, pues no la había leído y se le había pasado por los encargados de ello información y resúmenes sesgados. Es obvio que no juzgaba vergonzosa la práctica, por su parte, de golpear primero e informarse después.
[34] Algo que Pasternak había supuesto cuando dijo a D’Angelo, al darle el ejemplar de Doctor Zhivago para la publicación, que, desde ese momento, quedaba invitado a su ejecución.
[35] La concesión del premio se justificaba por la contribución de Borís Pasternak a la poesía lírica rusa y en la continuación de la gran tradición épica rusa. La alusión a Doctor Zhivago era, pues, evidente.
[36] Las cosas han quedado definitivamente claras a partir del 11 de abril de 2014, cuando se desclasificaron los pertinentes documentos, el primero de los cuales data de 12 de diciembre de 1957. Parece indiscutible que Pasternak fue completamente ajeno a la instrumentación que de él hizo la CIA.
[37] Se afirma que los soviéticos no llegaron más allá con las represalias, gracias a que el influyente Primer Ministro indio, Jawaharlal Nerhu, advirtió por carta a Kruschev que, si la persecución a Pasternak se enconaba, él mismo promovería una campaña internacional en pro del escritor.
[38] Esta concesión al Gobierno fue muy criticada por algunos colegas, como Alexandr Solzhenitsyn (1918-2008), a su vez Premio Nobel de Literatura de 1970.
[39] Aunque de dudosa fiabilidad para otros aspectos, esta etapa de los sufrimientos de Pasternak e Ivinskaya está bien descrita en el libro que esta última escribió: Olga Ivinskaya, A Captive of Time; My Years with Pasternak, Doubleday, New York, 1978.
[40]  Empleo la ortografía habitual en español, aunque la pronunciación sería, aproximadamente, Jrushchov.
[41] Me remito a la biografía del editor, obra de su hijo Carlo, recogida en la nota 29.
[42] Palmiro Togliatti (1893-1964), Secretario General del PCI entre 1927 y 1964.
[43] Principalmente,  recibir y tener en cuenta las opiniones de Pasternak, así como conseguir una buena traducción de la novela al italiano, cosa que se logró gracias a la labor del traductor, Pietro Zveretemich.
[44] No puede disociarse el expediente de la publicación por el hecho de que aquel precediera a esta: Feltrinelli ya había advertido a los rusos de que editaría de inmediato Doctor Zhivago, lo que Pasternak había aceptado en carta fiable del 2 de noviembre de 1957.

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