domingo, 25 de marzo de 2018

A VUELTAS CON LA GENÉTICA. ENTREGA nº 6: TRASPLANTES INTERESPECÍFICOS


A vueltas con la Genética. Entrega nº 6 : Trasplantes interespecíficos


Por Federico Bello Landrove

     El mundo de la Genética está en constante evolución. Esta serie de ensayos pretende ser una aproximación a algunos de los avances y descubrimientos científicos más recientes en la materia. Al propio tiempo, puede suponer una actualización del trabajo general presentado en este blog, bajo el título de Lamarck y Darwin se unen: Revisión general de la doctrina en materia de aleatoriedad de las mutaciones.



1.      Necesidad de órganos para trasplantes


     Conforme a los datos ofrecidos al presentar ante el mundo el trabajo de investigación del que trataré en este ensayo, a cada hora que pasa, seis norteamericanos más se incorporan a la lista de personas en espera de un trasplante y, cada día que transcurre, mueren 22 estadounidenses incluidos en dicha lista; una lista que en 2017 incluía a unas cien mil personas, de las que solo dos mil tienen una razonable expectativa de ser atendidas cada año[1].

     Con la debida corrección por el volumen de población, la cifra letal es muy parecida en el Reino Unido: En 2016, casi 460 personas fallecieron, mientras estaban esperando un trasplante[2].

     Frente a esta apabullante realidad, hoy por hoy se muestra insuficiente la técnica usual de trasplante, es decir, la de humano a humano. Otras, como el xenotrasplante (de órgano animal a humano) están casi totalmente desaconsejadas por el rechazo inmunitario. Y otras más, como la impresión en 3D, o los órganos mecánicos, están iniciando su andadura, o resultan de imposible eficacia para reemplazar determinados órganos corporales. ¿Cuál es la solución? Los investigadores la buscan a la desesperada. Y parece que aquella de la que trato ha sido la primera en llegar, si no a la meta (se calcula que, caso de ir todo bien, estamos a entre cinco y diez años de ella), sí al inicio de una campaña clamorosa, a fin de conseguir la autorización administrativa para proseguir con los experimentos, hasta ahora muy limitados por la prohibición general de elaboración de quimeras, es decir, híbridos de humano y cualquier otra especie animal[3].



2.      La organogénesis interespecífica por complementación de blastocitos


     Parece que todo comenzó en laboratorios de la Universidad de Tokio, bajo la dirección del genetista Hiromitsu (Hiro) Nakauchi, que ofreció los primeros resultados públicamente, hacia 2010. Recientemente, Nakauchi y parte de su equipo se trasladaron a la universidad de Stanford (California, EE.UU.), entrando en colaboración con el Departamento de Ciencia Animal de la Universidad de California en Davis (UCD), dirigido por el profesor Pablo J. Ross, pasando entonces, de la organogénesis interespecífica entre ratones y ratas[4], a la de ovejas y humanos[5]. Es esta última, por supuesto, la que ha despertado la atención general del mundo, en los términos expuestos en el apartado anterior.  

     La técnica puede ser esquematizada, según la presentación que de ella hace el profesor Ross, antes citado, de la siguiente forma[6]: A) El programa intenta simular el modo en que la naturaleza, a partir de las células madre, produce los órganos corporales durante el desarrollo embrionario. B) En un óvulo del animal huésped, extraído en el laboratorio, se elimina el gen o genes que en su momento habrían de producir el órgano a trasplantar, para lo cual se utiliza el sistema de ingeniería genética CRISP/CAS9. C) A continuación, se introduce en el blastocito del huésped una cantidad suficiente de células madre del humano que será trasplantado, con el objeto de que dicho aporte celular complementario -que sí tiene la posibilidad de generar el órgano a trasplantar- se haga un nicho en el blastocito del huésped y dé lugar en él al órgano deseado. D) Hechas todas estas operaciones en el laboratorio, al modo de la reproducción asistida, el blastocito complementado se trasplanta a la matriz de la hembra huéspeda, en la que completará el desarrollo embrionario. E) Una vez nacido el animal resultante, se comprueba la calidad del órgano a trasplantar, comprobando que su genoma corresponde al del humano futuro receptor y haciendo cribados purificadores, a fin de que no queden restos genéticos autóctonos que produzcan rechazo. F) Si el órgano a trasplantar aún no tiene el tamaño y madurez requeridos para el trasplante, continuará su desarrollo en el cuerpo del animal donante, hasta que alcance las dimensiones y funcionamiento precisos para purificarlo definitivamente y trasplantarlo.

     Naturalmente, lo que antecede es una pálida y esquemática referencia a un proceso, en el que la inyección directa en el zigoto de microARN y sgARN (single guide RNA, secuencia de veinte nucleótidos, objetivo del corte por el sistema CRISP/CAS) forman parte sustancial.

     En su primera fase investigadora, el profesor Nakauchi y su equipo realizaron sucesivamente la complementación interespecífica con roedores, con vistas a lograr páncreas funcionales[7]. En primer lugar, complementaron con células madre de ratón blastocitos de rata incapacitados para generar el páncreas. El ulterior trasplante resultó exitoso, en cuanto que el páncreas funcionaba conforme a lo pretendido[8], pero la cantidad de hormona resultó insuficiente, dado el tamaño corporal muy superior de la rata. En vista de ello, se invirtió la transferencia, actuando las ratas de huéspedes, y entonces el páncreas resultó totalmente funcional, al trasplantarlo a los ratones. Quedaba abierto así el camino para dar los primeros pasos en el trasplante otro animal – hombre, por el mismo método.

     ¿Qué animal se emplearía como huésped? Por razón de tamaño y experiencias previas, dos eran las especies a elegir: el cerdo y la oveja[9]. Finalmente, se optó por el ovino, que presenta la ventaja de necesitarse menos embriones para lograr el éxito[10], aunque los cerdos tenían las ventajas comparativas de camadas más numerosas y desarrollo más rápido hasta alcanzar el tamaño deseado del páncreas.



3.      Una cadena de inconvenientes y dificultades


     Como he significado en el apartado 1, las dificultades legales serán las primeras a superar si se quiere llegar por este método a resultados prácticos. El profesor Ross, a tal efecto, ha insistido en que el nicho que se hacen las células madre humanas (y que es el operativo en el seno del cuerpo de la oveja) puede ser perfectamente controlado y, por supuesto, el blanco nunca sería el cerebro, ni las gónadas[11]. Con todo y por ahora, los experimentos han tenido que quedar limitados, por razones de autorización administrativa, en estos dos aspectos: 1º. No llevar el desarrollo embrionario más allá de la cuarta semana, de las que la primera la pasó el blastocito creciendo en el laboratorio, pasando seguidamente a ser trasplantado a la matriz de la oveja. 2º. Limitar el porcentaje de células humanas, en proporción a las ovinas, a una entre cien mil, primero, y a una entre diez mil, después. Un porcentaje tan pequeño imposibilita la investigación con resultados prácticos, al decir de sus autores.

     ¿Cuánto tiempo sería necesario para asegurarse de la evolución favorable de la complementación humana en el embrión de la oveja. El profesor Nakauchi aventura que unos 70 días[12], algo totalmente impensable con la actual legislación norteamericana.

      Y ¿qué cantidad de células humanas sería suficiente para producir en el embrión ovino un órgano (organoide es el término acuñado por el profesor Ross) trasplantable en su día? Cualquier cálculo es, por ahora, puramente especulativo. En principio, una razón 1:100 -es decir, una célula humana por cada cien ovinas- se considera un mínimo razonable.

     Pero no son solo legales las dificultades del experimento. Pese a que las células madre generadoras del organoide proceden del propio donante, el método no está exento de provocar rechazos inmunitarios, principalmente, por dos razones: 1ª. La incorporación no deseada al ADN del organoide trasplantable de virus transposones, perfectamente reconocidos -y hasta favorables- para el sistema inmunológico de la oveja, pero inmediatamente rechazados por el humano. 2ª. La inevitable inmisión en el tejido del organoide de células con ADN ovino, lo que haría igualmente rechazable el órgano trasplantado.

     Los investigadores de este método de trasplante están seguros de poder superar estas objeciones biológicas. De hecho, tuvieron éxito en prevenir la indeseada invasión de transposones del huésped, gracias a lo que podríamos llamar manipulaciones del blastocito in vitro. Más complejo y minucioso tendría que ser el cribado y eliminación de células infiltradas con ADN del huésped, entre otras cosas, porque la operación purificadora tendría que hacerse inmediatamente antes de proceder al trasplante.

     ¿Serán todos estos inconvenientes y dificultades superables en el futuro? Es difícil predecirlo pero, en mi opinión, todo dependerá de que siga existiendo el gran déficit actual de órganos para trasplantes -lo que puede darse por descontado- y de que no aparezca un mecanismo más sencillo para superar tal déficit -algo que solo el futuro podrá aclarar-.






[1] Ver M. Greshko, Sheep-human hybrids made in lab -get the facts-. The breakthrough moves researchers a small step closer to growing human organs for medical transplant, National Geographic, Feb 18, 2018.
[2] Véase N.K.S. Davis, Breakthrough as scientists grow sheep embryos containing human cells, The Guardian, 17 Feb 2018.
[3]  La prohibición general internacional de las quimeras no deja de ser controvertida como freno de la investigación, existiendo intentos de matizarla, tanto en Gran Bretaña (2008), como en los Estados Unidos (2016). En España, la Ley 14/2007, de 3 de julio, de Investigación Biomédica, considera infracción muy grave la producción de híbridos interespecíficos que utilicen material humano, salvo lo previsto en la legislación sobre reproducción asistida, en la que no aprecio excepción explícita ninguna a tal prohibición (véase Ley 14/2006, de 26 de mayo, sobre Técnicas de Reproducción Asistida Humana, cuya última reforma hasta la fecha -marzo de 2018- data del año 2015).
[4] La revista Nature acogió dos artículos sucesivos al respecto: A)= J Wu, HT Greely, R Jaenisch, H Nakauchi, J Rossant & JC Izpisua Belmonte, Stem cells and interspecies chimaeras, Nature, volume 540 (01 December 2016): 51-59. B)= T Yamaguchi, otros catorce autores & H Nakauchi, Interspecies organogenesis generates autologous functional islets, Nature, volume 542 (09 February 2017): 191-196.
[5]  Al parecer, esta línea de investigación conjunta se realiza con el apoyo del Salk Institute, que viene ayudando al profesor español, Izpisúa Belmonte, en investigaciones de la misma línea.
[6] Ver en la www.researchgate.net: Interspecies blastocyst complementation. Project of Pablo J. Ross (UCDavis).
[7] El páncreas es un órgano de referencia en materia de trasplantes, entre otras razones, porque parece ser suficiente lograr la eliminación en el huésped del gen PDX-1. Véase T Yamaguchi…&H Nakauchi, Interspecies organogénesis…, citado en la nota 4.
[8]  En concreto, la producción de insulina en los islotes de Langerhans.
[9]  Dentro de una dinámica de incierto y expansivo futuro, los monos en general, y los primates en particular, han quedado excluidos de experimentos de laboratorio tan agresivos como este de los trasplantes.
[10]  Un promedio de cuatro, frente al de cincuenta en el caso de los cerdos.
[11]  Véase M. Greshko, Sheep-human hybrids made in lab…, citado en nota 1.
[12] Recordemos que la gestación de las ovejas es de unos 152 días, como promedio.

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