miércoles, 29 de noviembre de 2017

A VUELTAS CON LA GENÉTICA. ENTREGA Nº 1


A vueltas con la Genética. Entrega nº 1


Por Federico Bello Landrove


     El mundo de la Genética está en constante evolución. Esta serie de ensayos pretende ser una aproximación a algunos de los avances y descubrimientos científicos más recientes en la materia. Al propio tiempo, puede suponer una actualización del trabajo general presentado en este blog, bajo el título de Lamarck y Darwin se unen: Revisión general de la doctrina en materia de aleatoriedad de las mutaciones.




1.      Un nuevo paradigma de la Evolución[1]


     Uno de los axiomas esenciales del paradigma darwinista (y neodarwinista) de la Evolución es el de que esta avanza gracias a la fijación y generalización de mutaciones favorables, que permiten a quienes las poseen mejores tasas de supervivencia y reproducción. Durante muchos años, se han ido acumulando datos en contra de esta aseveración, no en términos cualitativos (es decir, porque fuera radicalmente falsa), sino cuantitativos (existencia de otras vías de adaptación ambiental y, por ende, de progreso evolucionista). Entre las principales objeciones al paradigma tradicional, se señalan las siguientes: 1ª. La marcha relativamente rápida y constante de la Evolución, muy superior a la que podría inferirse del escasísimo número de mutaciones favorables y de las dificultades de fijación de las mismas. 2ª. Su difícil compatibilidad con la deriva génica, que se produce en todas las poblaciones y especies cuyo número de individuos no sea extraordinariamente elevado. 3ª. La imposibilidad práctica de que, por el mero juego de mutaciones favorables, puedan producirse los grandes cambios genómicos (tasas de mutación; tamaño del genoma -duplicaciones, etc.-; estructura cromosómica). De hecho, hace ya bastantes años, Motoo Kimura[2] aseveraba que no más de un cinco por ciento del genoma puede haber evolucionado por purificación selectiva de mutaciones favorables. Y, lo que es tanto o más importante, los grandes cambios morfológicos o de bauplan habrían sido imposibles -en sí mismos y/o en su explosiva rapidez-, de tener una exclusiva dependencia de las mutaciones positivas.

     Siendo así, ¿de dónde extrae la Evolución la variación genética para progresar con la eficacia y velocidad con que lo hace? No puede ser de otro mecanismo génico que de las mutaciones neutrales, cuyo gran número, conservación y recuperación del estado de letargo están suficientemente comprobados. Este tipo de Evolución parece más lamarckiano que darwinista, por cuanto potencia la variación fenotípica y es compatible con la deriva genética de las poblaciones no muy elevadas. Y, por supuesto, está plenamente de acuerdo con lo comprobado científicamente: existe un mantenimiento o no purificación, no solo de las mutaciones positivas, sino también de las neutras; en suma, de todo lo que no es deletéreo.

     La filosofía genética que podemos deducir es ciertamente muy ilustrativa. De una parte, aplaca el orgullo científico que subyace en cualquier tesis demasiado drástica sobre asegurar lo que es bueno, indiferente o malo en términos ambientales. De otra, permite la conservación y fijación de numerosos fenotipos (variabilidad genética) que, aunque no sean directamente positivos, tampoco son obviamente perjudiciales. En suma, la Naturaleza sigue siendo práctica (obstaculiza la supervivencia de los inadaptados), pero no es dictatorial ni cruel: junto a la supervivencia de los más aptos, admite sin objeción la de los que no estén inadaptados.




2.      El epitranscriptoma, nuevo giro de la Epigenética[3]


      Cuando ya estábamos acostumbrados a basar la Epigenética en marcas en el ADN y en las histonas, se descubre que más de un centenar de tipos de ellas, existentes en el ARN, pueden tener una finalidad parecida. Desde 2009 se vienen estudiando estas marcas reversibles del ARN, las proteínas que las eliminan, su forma y ubicación (la más frecuente es la metilación de la adenina), así como constatando el papel que juegan en la regulación de los genes y, por ende, en la síntesis de proteínas. Los primeros mapas del epitranscriptoma sugieren no menos de siete mil genes afectados y doce mil lugares metilados. Más sorprendente, la distribución de las marcas epigenéticas del ARN no es aleatoria, sino que implica su intervención en diversas funciones, tales como el splicing (corte y empalme), que permite fabricar diversas proteínas a partir de la acción de un único gen; la traducción y estabilidad del ARN; la diferenciación celular; la sincronización de la actividad celular, o la coordinación entre los grupos de genes (al modo que también lo hacen los microARN).

     Para lograr la realización de todas esas funciones, el ARN necesita de tres tipos de proteínas: las que fijan las marcas epigenéticas, las que las borran y las que las interpretan, determinando el destino del ARN mensajero (su degradación, el corte y empalme, o bien su traducción en proteínas).

     De una forma u otra, se va encontrando el epitranscriptoma en muchísimos seres: bacterias, algas, gusanos, insectos, mamíferos (incluido el hombre). Las marcas en el ARN parece que son más o menos abundantes, según las etapas del desarrollo del individuo. Aunque se ha constatado que son muy abundantes en el cromosoma X de los mamíferos, no se ha demostrado hasta ahora que las marcas del ARN pasen a la descendencia, a la inversa de lo que sucede -o puede suceder- con las del ADN.

     Seguramente, el futuro próximo deparará la detección de otros muchos tipos de marcas en el ARN. De hecho, su estudio actual es incipiente y está lleno de ambigüedades, que solo podrán superarse con mejores técnicas de microscopía y secuenciación. También está empezando el análisis de los defectos epitranscriptómicos en ciertas enfermedades, como el cáncer de pulmón y ciertas formas de leucemia, pero los especialistas están seguros ya de la relación causa/efecto entre las deficiencias en el epitranscriptoma y algunas modalidades cancerosas.




3.      Una maravilla llamada CRISP-Cas[4]


     Los procariotas (bacterias y arqueas) han ido creando evolutivamente sistemas de inmunidad frente a virus y plásmidos, congénitos o adquiridos. El sistema CRISP-Cas (en lo sucesivo, C-C) es el único sistema de inmunidad adquirida que se conoce, que tenga capacidad adaptativa y sea transmisible a la descendencia. Se asemeja a una vacunación, pues consiste en registrar o mantener memoria genética de previas infecciones, para luego reconocer y destruir el material genético de ulteriores invasores del mismo tipo.

     El mecanismo comienza por la incorporación al ADN del procariota de una secuencia corta y repetitiva del ADN del invasor. Sigue con la detección de todo atacante que tenga esa secuencia en su genoma. Termina con la actuación de moléculas de ARN guía, que producen proteínas endonucleasas, capaces de cortar y degradar la secuencia homóloga en el ADN del virus, impidiendo así su proliferación.

     Se han localizado hasta ahora cuatro familias de genes productoras de sistemas C-C y hasta 45 familias de proteínas implicadas. En todos los casos, el corte en el ADN es tan preciso y limpio, que no varía en más de dos a cinco pares de bases.

     La inmunidad así adquirida por la célula procariota pasa a las células hijas y, poco a poco, va generalizándose en la colonia. No siempre ello es bueno, pues hay virus y, sobre todo, plásmidos que pueden ejercer una función simbionte sobre la célula bacteriana. Por eso, algunas especies tienen un mecanismo silenciador del sistema C-C, lo que no quiere decir que carezcan de él.

     La técnica C-C está teniendo enormes aplicaciones en la ingeniería genética, al permitir el corte y empalme con extraordinaria facilidad y precisión. También se viene ya usando en la prevención y tratamiento de numerosas enfermedades, gracias a su potencia como microbiano selectivo y a su capacidad para modificar la información genética, controlar la expresión de los genes y visualizar regiones concretas del genoma.  

    





[1] Laland K. et al. Does evolutionary theory need a rethink? Nature 514 (2014), 161-164. Guerrero-Bosagna C. Evolution with no reason: A neutral view on epigenetic changes, genome variability and evolutionary novelty. BioScience XX (2017), 1-8. Guerrero-Bosagna C. Epigenetics, evolution and the survival of the non-unfit. Biochemical Society, October 2017, 8-11.
[2] Kimura, M. Recent development of the neutral theory viewed from the Wrightian tradition of theoretical population genetics. Proc. Natl. Acad. Sci. USA, 88 (1991), 5969-5973. Kimura, M. The neutral theory of molecular evolution: a review of recent evidence. Jpn. J. Genet. 66 (1991), 367-386.
[3] Dominissini D. Roadmap to the epitranscriptome. Science, 346 (2014), 1192. Willyard C. El epitranscriptoma, un nuevo giro de la epigenética. Investigación y Ciencia (septiembre 2017), 72-77. Esteller M. El epitranscriptoma del cáncer. Investigación y Ciencia (septiembre 2017), 78-82.
[4] Mojica F.J.M & Montoliú L. On the origin of CRISP-Cas technology: From prokaryiotes to mammals. Trends in Microbiology 24 n. 10 (2016), 811-820. Mojica F.J.M. & Almendros C. El descubrimiento del sistema CRISP-Cas. Investigación y Ciencia (octubre 2017), 22-28.

No hay comentarios:

Publicar un comentario