sábado, 19 de abril de 2014

HISTORIA DE BRASIL EN DOS MIL PALABRAS


HISTORIA DEL BRASIL EN DOS MIL PALABRAS

 

Por Federico Bello Landrove

Salamanca (España), 2006

 
 

 

     EL BRASIL PRE-COLONIAL.  

     La carencia de fuentes escritas da al Brasil anterior a la colonización portuguesa el carácter de prehistórico. No obstante, el contacto de los portugueses con los indígenas permite tener un conocimiento relativamente seguro de cuestiones, tales como que:

·         Brasil estaba poblado de indígenas, en número entre dos y cinco millones.

·         Dichos nativos pertenecían a distintos troncos etno-lingüísticos, como el guaraní y el tupí (con dos subgrupos, tupiniquim y tupinambá).

·         Algunas de sus costumbres pasaron a los colonizadores, como el cultivo de la mandioca, algunas bebidas a base de frutas o raíces y el dormir sobre una red.


     PERIODO COLONIAL.

     Etapa de los descubrimientos y primeras colonizaciones.

     Brasil fue descubierto por casualidad en 1500, cuando una flota dirigida por Pedro Álvarez Cabral se desvió excesivamente de su ruta atlántica hacia la India y tocó en el sur del actual estado de Bahía. Como la zona estaba dentro de la asignada a Portugal por el Tratado de Tordesillas (1494), los portugueses la tomaron como propia e iniciaron una política de establecimiento de fondeaderos para aprovisionar y reparar los barcos, así como de periplos costeros para reconocer el territorio. Así, en 1501 llegaban al actual Salvador y en 1502, a la bahía de Guanabara.

     La situación cambió notablemente por dos hechos: 1º. El descubrimiento y comercio de una planta tintórea (el palo-brasil), que resultaba muy rentable para la industria textil. 2º. La presencia de corsarios (en especial, franceses) que, desde 1504, desafían la autoridad de Portugal y ponen en riesgo su soberanía sobre el territorio. En su consecuencia, el rey de Portugal empezó a hacer concesiones mercantiles a comerciantes de Lisboa y Oporto y, seguidamente, a establecer un sistema de Capitanías (pronto, hereditarias), a condición de que los capitanes proveyeran lo necesario para explorar y defender el territorio. De todas estas capitanías iniciales (unas quince), solo algunas prosperaron, en especial las de Pernambuco y San Vicente.

     La situación mejoró decisivamente cuando, todavía en tiempos del rey Juan III, se produjeron dos acontecimientos notables: 1º. El éxito del cultivo de la caña de azúcar, mediante la organización de poblados-factoría (los ingenios), que pronto surtirán del producto a toda Europa. 2º. La centralización del poder, mediante un Gobernador General (radicado en Salvador de Bahía), con una mínima infraestructura administrativa y cierto poder sobre las Capitanías. El uso de mano de obra esclava (india y, pronto, negra) y el cultivo adicional del cacao permitirán aportar nuevas riquezas y extender los latifundios agrícolas, al mismo tiempo que fomentar la inmigración portuguesa y poner coto a los intentos franceses de ocupación.
 
 

 

 

     Siglos XVII y XVIII.

     En la época de Felipe III, se reorganiza temporalmente la administración de Brasil, con el fin de promocionar la colonización del norte, dividiéndose la colonia en dos zonas independientes (Brasil y Marañón), con capitales en Salvador y San Luis (luego, en Belem). Paralelamente, se potencia la colonización del interior del centro y sur del país, sin más limitaciones que las impuestas por las colonias españolas y las dificultades del terreno. La situación, sin embargo, se vio complicada por la crisis del azúcar (competencia de las Antillas holandesas e inglesas) y los intentos holandeses de ocupar la zona bahiana. Afortunadamente, al separarse Portugal de España (1640), Inglaterra apoyará la soberanía portuguesa sobre todo el Brasil, a cambio de una mayor participación inglesa en el comercio colonial.

     A partir de finales del siglo XVII, la historia de Brasil experimenta un giro espectacular, ante el descubrimiento de riquísimas minas en el interior (Minas Gerais; después, Goiás y Mato Grosso), con oro, diamantes, etc. Ello va a suponer la puesta en valor del territorio, en particular, con ganadería vacuna semi-extensiva, así como el desplazamiento del centro de gravedad del país, del nordeste hacia el sur (Sao Paulo; Río de Janeiro, que llegará a ser la capital en 1763), entre otras cosas, por ser la salida más rápida de los productos mineros. Se organiza así un cierto mercado interno, en que esclavos, herramientas y ganado se cambian por producciones mineras.

     Para este Brasil, que generaba considerables riquezas y reclamaba productos industriales, fue elemento muy negativo el Trata de Methuen (1704) entre Portugal e Inglaterra que, al establecer un sistema de casi libre comercio entre ambas potencias, hundió toda posibilidad lusa y brasileña de desarrollar una fuerte industria (en especial, la textil), al amparo de aranceles proteccionistas.

     Este movido periodo no estuvo exento de conflictos, como el de los bandeirantes paulistas para hacerse con el dominio de la tierra ganadera, masacrando o esclavizando a los indios del sertăo; o las tensiones de corte colonialista entre criollos y comerciantes portugueses, con un cierto sentido pre-independentista (guerra de los emboabas y los paulistas; Inconfidência mineira).

 

     EL SIGLO XIX (1808-1889).

     De la llegada de la Corte a Brasil, hasta la Independencia.

     Ante la invasión napoleónica de Portugal, el rey Juan VI y su corte, con el apoyo inglés, se trasladaron a Brasil, establecieron su capital en Río y permanecieron allí hasta 1820. Es posible que hubiesen continuado más tiempo, de no producirse un movimiento constituyente en Oporto, que forzó al rey a regresar, dejando como regente de Brasil a su hijo, Pedro.

     Durante la estancia real, se produjeron grandes avances en todos los campos de la vida brasileña. A) Político: Constitución del Reino Unido de Portugal, Brasil y Algarves, seguido del reconocimiento de representación brasileña en las Cortes portuguesas; ampliación del territorio brasileño por el sur (ocupación de la Cisplatina). B) Económico: Apertura de los puertos brasileños al comercio con todos los países amigos y con los que transportasen mercancías bajo pabellón portugués; libertad de establecimientos industriales en Brasil; creación del Banco de Brasil. C) Cultural: Monumentos y solemnidades de importancia, en especial, en Río; introducción de la imprenta; replantaciones botánicas.

     La marcha del rey, la oposición de los portugueses a la representación brasileña en las Cortes y la propia crisis de la monarquía (que se volvió más absolutista, como reacción al movimiento liberal portugués), propiciaron el movimiento independentista brasileño que, a diferencia del de las colonias españolas, apenas tuvo contradicción, ni supuso casi lucha armada, ante el decidido apoyo de Inglaterra a los independentistas.

 

     De la Independencia, al Segundo Imperio.

     La independencia brasileña (1822, con reconocimiento definitivo en 1825) fue facilitada por la asunción de poderes reales por el regente Pedro, quien asumió el título de emperador Pedro I. Se inicia así el Primer Imperio, enturbiado por la postura cada vez más intransigente del monarca frente al movimiento liberal. La Constitución de 1824 fue una Carta otorgada, en la que el emperador se reservaba el poder moderador, para fiscalizar y mediatizar los otros tres poderes. El escaso apoyo recibido de las provincias y del ejército frente a los disturbios (en buena medida provocados por el hecho de ser portugueses de origen casi todos los cortesanos) forzó al emperador a renunciar a su mando (1831). En consecuencia, se instaló una Regencia (la mayor parte del tiempo, trina), ya que el heredero tenía solo cinco años, la cual gobernó con dificultad, pero con un tono más liberal que el del Primer Imperio. Finalmente, la inestabilidad política forzó un golpe de Estado, que declaró antes de tiempo la mayoría de edad del emperador Pedro II, quien comenzó su reinado en 1840.
 

 

     El Segundo Imperio.

     El largo reinado de Pedro II (1840-1889) constituye el Segundo Imperio, en el que, a grandes rasgos, podemos encontrar tres fases: consolidación, apogeo y declive.

  • La consolidación (1840-1850) supone la pacificación de las luchas internas y el fortalecimiento económico, gracias a la expansión del cultivo y comercio del café.
  • El apogeo (1850-1870) se caracteriza por la estabilidad del sistema parlamentario y una política de reconciliación. Internacionalmente, se desarrolla una política de prestigio (cuestión Christie; guerra con Paraguay). La situación se enturbia con el problema de la esclavitud, produciéndose en 1850 la abolición del tráfico y asiento de nuevos esclavos.
  • El declive (1870-1889) se produce por la falta de solución a las cuestiones militar y religiosa, así como por la aparición de un fuerte movimiento republicano, pese a la popularidad del emperador. El problema esclavo se resuelve en tres fases (ley del vientre libre, con compensaciones a los esclavistas -1871-; ley de los esclavos sexagenarios -1884-; ley áurea, o abolición total sin compensaciones -1889-), pero no satisfará a nadie: a los amos, porque no se les indemniza; a los libertos, porque los lanza a la marginación. Las tensiones derivadas del problema esclavista favorecerán decisivamente el triunfo del golpe militar de 1889, que puso fin al Imperio y forzó el exilio de Pedro II.

 

     EL ATORMENTADO SIGLO XX (1889-2006).

     La Primera República (1889-1930).

     Tras un periodo caótico de revueltas y de dictadura militar, que duró unos cuatro años, se instauró un régimen pseudo-democrático, con alternancia en el poder de las oligarquías paulista y mineira, que dominaban la economía de la época (política del café con leche). Al menos, el régimen dio satisfacción a los federalistas, con la implantación de los Estados Unidos del Brasil; a los negros, reconociéndoles teóricamente igualdad de derechos; a los propietarios del café y del ganado, favoreciendo una gran emigración europea (portuguesa, italiana, alemana) que sustituyese a la mano de obra esclava. Fue una época de establecimiento de la base industrial y de penetración demográfica hacia el interior del país, favorecida por el aprovechamiento del caucho en la cuenca amazónica.

 

     La era de Getulio Vargas (1930-1954).

     Con un intervalo (1945-1950), Getúlio fue el camaleónico Presidente de esta época, en la que fue pasando, de golpista a gobernante constitucional, a dictador y, nuevamente, a presidente legalmente electo; de cuasi-fascista (el Estado Novo recordaba un corporativismo fascistoide), a populista afín del peronismo argentino (padre del pueblo). Superando la convulsa situación política precedente y gobernando con el pleno apoyo de las clases medias (preocupadas por el riesgo comunista), Vargas mejoró las condiciones laborales, consolidó la seguridad social, nacionalizó las fuentes de energía (Petrobras; inicio de Electrobras) y terminó aliándose con los Estados Unidos, entrando a su favor en la II Guerra Mundial (1942). Finalmente, presionado por las fuerzas armadas, que veían con malos ojos su populismo, el gran político se suicidó (1954), salvando al menos el poder civil, que había logrado arrebatar a la conjunción paulista-mineira (Getúlio era de Rio Grande do Sul).

 

     Continuación del segundo periodo democrático.

     El periodo democrático que alumbró la Constitución de 1946 y que Getúlio respetó durante su segunda época, continuó con los presidentes Kubitschek (que realizó grandes avances técnicos e industriales y trasladó la capital a Brasilia, en 1960), Janio Quadros y Joăo Goulart, cuyas veleidades populistas y de acercamiento a países socialistas generaron el levantamiento del ejército (1964), que implantó un régimen de dictadura militar.

 

     Régimen militar u os anos do chumbo.

     Entre los años 1964 y 1974, la dictadura fue férrea: censura de prensa, torturas, privación de derechos fundamentales, reducción de los partidos a dos, domesticados, elección indirecta del Presidente (Constitución de 1967). Como reacción, hubo una intensa lucha armada, en que terroristas y guerrilleros maoístas ensangrentaron ciudades y campos. Pese a ello, el crecimiento económico fue muy fuerte, hasta la crisis internacional de 1973.

     De 1974 a 1984, el país se fue democratizando; regresaron muchos de los exiliados y, finalmente, se admitió el nombramiento de un presidente civil.

     Tercer periodo democrático.

     Entre 1984 y 1994, la situación política y económica fue muy difícil. La crisis económica quiso ser afrontada con medidas dirigistas (devaluación de moneda, congelación de precios), que fracasaron, sumiendo al país en la bancarrota (en 1987 se deja de pagar la deuda externa) y en la estanflación. La corrupción salpicó hasta al presidente Collor, quien tuvo que renunciar en 1992 ante un proceso de impeachment. El presidente Itamar Franco nombró ministro de Hacienda al respetado F. Henrique Cardoso, quien saneó las finanzas y despolitizó el Gobierno, proponiendo diversos ministros de corte técnico e independiente.

     Entre 1994 y el presente (2006), los presidentes –ambos reelegidos- Henrique Cardoso y Lula da Silva han encabezado un periodo de relativa bonanza económica y regeneración democrática. El triunfo de Lula ha supuesto el acceso al poder de un sindicalismo moderado, favorable a un mejor reparto de la riqueza. En cualquier caso, la economía brasileña se ha configurado como una de las emergentes, desarrollándose velozmente y configurando al Brasil (quinto país del mundo por extensión y población) como la novena economía mundial por PIB y la décima por comercio exterior, con una renta per capita de más de 8.500 $, si bien muy desigualmente repartida. La consolidación económica puede verse muy favorecida por el hallazgo de grandes yacimientos de petróleo y gas natural bajo las aguas oceánicas de aprovechamiento de Brasil.
 

 

 

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