viernes, 18 de octubre de 2013

RESÚMENES DE HISTORIA DE LA CIVILIZACIÓN (9ª Y ÚLTIMA ENTREGA)


LECCIÓN 23.  IDEOLOGÍAS DEL SIGLO XX



     Como claramente se deduce del título de esta lección, entramos con ella en el estudio del siglo XX, al que se dedicarán tres. La primera, que ahora abordamos, presenta las ideologías que han dominado el horizonte político occidental a lo largo de la centuria, con especial referencia a las consecuencias fácticas concretas que hayan producido, en uno o varios países, o a nivel global. Por excepción, abordaremos en epígrafes separados la revolución soviética y el comunismo, entendiendo que este es mucho más que aquella.

 

 

  1. LA REVOLUCIÓN SOVIÉTICA.

 

     En la lección 20 presentábamos la ideología socialista durante el siglo XIX. De ella arranca la fuerza teórica y organizativa que dará lugar a la revolución soviética en Rusia (1917), sin duda el equivalente en importancia en el siglo XX, a lo que fue la revolución francesa siglo y pico antes.

 

 

      Los pasos hasta la Revolución y más allá.

 

  • El avance ideológico. La revolución rusa representa el paso del socialismo al comunismo o, si se prefiere, del marxismo al leninismo. ¿Cuáles son los principales signos que evidencian este cambio? Veámoslos a continuación.
  • El imperialismo. Llámese así, o se prefiera la palabra internacionalismo, lo cierto es que los soviéticos de primera hora entienden su revolución como el preámbulo del levantamiento de la clase obrera a nivel mundial, en el que la Rusia soviética y su Partido Comunista ejercerían el liderazgo.
  • Partido único, fuerte, guía y vanguardia de la clase obrera. Este es, naturalmente, el Partido Comunista, cuya correa de transmisión con el Gobierno viene asegurada por la coincidencia personal entre cargos del partido y cargos ministeriales y funcionariales.
  • Acción militar provocadora del cambio. Y no al final de los tiempos, cuando la situación estuviese madura y los capitalistas en abrumadora minoría (como pensaba Marx), sino en situación precaria, con una clase obrera escasa y poco concienciada y teniendo que mantener el Ejército Rojo una dura guerra civil.


      Los componentes históricos.

 

      Contra lo que en principio habían programado los ideólogos socialistas, el triunfo de la revolución soviética se produjo con unos condicionamientos dudosamente favorables, entre los cuales el decisivo fue un imponderable: la tremenda situación de Rusia y de su ejército avanzada la Primera Guerra Mundial.

 

  • Atraso económico y político. Rusia era, en comparación con las potencias occidentales, un mundo rural inmenso, con un Gobierno totalitario y poco eficaz y una clase obrera industrial en crecimiento, pero muy concentrada en determinadas ciudades. Todo esto, que parecía contrario al triunfo de la revolución, fue diestramente aprovechado por los bolcheviques y su líder, Lenin, para conseguir sus propósitos, con una mezcla de oportunismo temporal y radicalismo ideológico.
  • Decantación de múltiples movimientos y descontentos. Los bolcheviques son el último eslabón pre-revolucionario de una estirpe que se remonta a unos 50 años atrás y de la que forman parte nihilistas (terroristas), anarquistas, socialistas y demócratas. De hecho, la propia Revolución fue precedida de una fase moderada (la república de Kerenski), para pasar a la exaltada (Lenin) y acomodarse, finalmente, como dictadura comunista en un solo país (con Stalin).

 
      Sus efectos.

 

·         Desaparición sustancial de la propiedad privada. Después del fracaso de fórmulas más moderadas, la Revolución trajo consigo la expropiación absoluta de la tierra y de los medios o bienes de producción, dejando una magra propiedad privada de los objetos de consumo.

·         Igualitarismo. Desaparecen casi radicalmente las clases sociales y el nivel de vida es muy parecido en todos los sectores de la población. Esta igualación por abajo irá siendo minada con el tiempo, mediante las bonificaciones y privilegios de los altos cargos del partido (nomenklatura) y de la vida profesional (intelligentsia).

·         Exportación revolucionaria. Aunque los soviéticos se ven obligados a replegarse a su propio país, no pierden la oportunidad de apoyar los movimientos obreros revolucionarios de otros pueblos, de dos maneras diferentes: la indirecta, de mediatizar a los partidos comunistas de otros Estados, gracias a la Internacional Comunista; y la directa, de formas de intervención armada o subversiva, ayuda económica o militar, y guerras de conquista.

·         Perpetuación de la ideología y de la clase dirigente. El comunismo soviético pervive en Rusia durante 70 años, en los cuales los cambios son mínimos y con abundantes retrocesos. Es tiempo más que suficiente para constatar la imposibilidad de avanzar y mejorar radicalmente, superando el estadio totalitario y represivo de la revolución. De hecho, el colapso final de la URSS es fruto, en parte, del convencimiento de todos, de que el cambio y la evolución dentro del régimen eran imposibles.

 

 

  1. LAS IDEOLOGÍAS DEMOCRÁTICAS.

 

      Ventajas e inconvenientes de lo diverso y complejo.

 

  • Las democracias del corte occidental se perfilan en el siglo XX mediante la armonía y equilibrio de tres tipos de componentes: los conservadores, los reformistas y los revolucionarios. Ello da a estas democracias un carácter variopinto, pero también una notable capacidad de adaptación y de cambio.
  • El momento decisivo para la consolidación de estas democracias se produce con la entrada en el juego político de las fuerzas socialistas, que renuncian a sus ingredientes de violencia. A partir de este momento, quedan bien representadas en las democracias todas las clases sociales: capitalistas y burgueses (que ya lo estaban desde el siglo XIX) y proletarios (que se integrarán en el siglo XX).


      Claves de las democracias de corte occidental.

 

  • Elecciones libres cada poco número de años. No es una condición suficiente para una democracia, pero sí es obviamente un requisito necesario, el más notorio y principal.
  • Libertades políticas. A los derechos individuales nacidos de la Revolución Francesa, se agregan otros (también surgidos por aquella época), que son indispensables como complemento de las elecciones libres: las libertades públicas (expresión, reunión, asociación); la pluralidad política (sistema de libre creación y actuación de los partidos políticos); equilibrio de poderes, para que no haya un descontrol absolutista por el hecho de haber ganado las últimas elecciones.
  • Relativa igualación de los ciudadanos. Hay que implementar una igualdad de oportunidades, para que todos puedan llegar hasta donde les lleven su trabajo y su talento, en bien suyo y de la sociedad. Y, para los menos favorecidos, hay que marcar una cierta igualdad de medios esenciales (seguridad social, enseñanza, sanidad, servicios públicos en general): es lo que se llama Democracia social o Estado del bienestar, el último pilar de las Democracias occidentales maduras.

 

      Conflictiva conexión de la política y la economía.

 

  • Libertad de empresa, de mercado y de comercio. Las democracias occidentales parten del reconocimiento del liberalismo como la doctrina económica que mejor se adapta al régimen de libertades que en ellas se preconiza. No obstante, el liberalismo tiene dos serios inconvenientes que hay que superar: 1º) El libre mercado es una falacia; un liberalismo puro lleva, más bien, al oligopolio y la colusión. 2º) El liberalismo sin control parece reñido con la existencia de Estados nacionales y de crisis económicas periódicas, que precisan de mecanismos arancelarios y de inversiones y subsidios públicos.
  • Correcciones posibles. Para superar tales inconvenientes, las democracias se moverán entre dos polos extremos, buscando un equilibrio dinámico: el liberalismo puro (o Neoliberalismo), para superar los nacionalismos y generar mercados globales, y la Social-Democracia, o socialismo moderado, que corrige los excesos del mercado liberal con impuestos progresivos, seguridad social y medidas anti-dumping.

 

      El relativo triunfo de las democracias.

 

      Al largo plazo de todo el siglo XX y los comienzos del XXI, las ideologías democráticas parecen haber ganado la partida a sus antagonistas (pacíficamente o por la fuerza) y se van imponiendo, no sólo en Occidente, sino en los Estados más progresivos de todo el mundo.



 

  1. DICTADURAS DE DERECHAS.

 

      El fascismo.

 

      Se ha generalizado la tendencia a denominar fascismo a cualquier dictadura o forma de violencia política. Eso es demasiado generalizar, como en sentido contrario tal vez sea demasiada concreción la de limitar el fascismo a la dictadura encabezada por Mussolini en Italia entre los años 1922 y 1945. Según eso, ¿qué notas distintivas presenta el fascismo? Destaquemos las siguientes:

 

·         Omnipotencia estatal. El Estado pretende dirigir y controlar toda la vida social, encuadrando a la población en un proyecto totalitario. Naturalmente, esa omnipotencia acaba resultando ficticia y la burocracia ineficaz palía (afortunadamente) el intento.

·         Desigualdad de los seres humanos. El fascismo, tomando lo mejor de la historia de la nación (con más o menos trucos y anacronismos), pretende pasar por encima de los Estados rivales o hacerse con colonias de pueblos inferiores. El fascismo italiano se apoyará en las glorias imperiales de la antigua Roma y tratará de dominar a ciertas pequeñas naciones europeas (Albania, Grecia) y africanas (Libia, Abisinia, Somalia).

·         Culto al Jefe.  La jefatura del gobierno y del partido (gracias a la existencia de un rey, Mussolini se abstuvo de reclamar la jefatura del Estado) se asignan, con carácter definitivo y sin elecciones (o con elección falseada) a una persona, que a su vez encarna la personificación de la nación y las virtudes de la misma. Su voluntad es ley y no se considera responsable sino ante la historia.

·         Partido único y antidemocrático. Curiosamente, los fascismos (a semejanza del comunismo) abominan de los partidos políticos, pero constituyen el suyo como único y en él procuran encuadrar a lo más intelectual y lo más violento de la sociedad. Los jerarcas del partido suelen ser simultáneamente los altos cargos del gobierno y, por supuesto, la jefatura del partido la ostenta, de manera férrea y absoluta, el Jefe.

·         Imperialismo militarista. Los fascismos tienen tendencia a resolver por la violencia y la acción directa los problemas internos, y mediante la provocación y la guerra, los internacionales. En una época demasiado tardía para hacerse con un imperio colonial, tratarán, no obstante, de expansionarse a costa de pueblos atrasados, o de establecer protectorados que nadie les ha solicitado ni concedido.

 

      El nazismo.

 

     El régimen que enseñoreó Alemania entre 1933 y 1945 estaba claramente inspirado en la política fascista, aunque pasada por la mentalidad de Hitler y la situación e idiosincrasia del pueblo alemán. Así, vino a resultar una especie de apoteosis del fascismo en muchos de sus aspectos:

 

  • Racismo y antisemitismo. Donde el fascismo se había conformado con cantar las excelencias y superioridad de la nación italiana, el nazismo construirá toda una teoría racista (la gente aria) y se creará un enemigo visceral (los judíos), a quienes perseguirá y exterminará sistemáticamente.
  • Control absoluto de la información y el pensamiento. Es la exacerbación de la omnipotencia estatal que el fascismo cultivaba, llevada hasta el extremo de indagar en lo más recóndito de las opiniones y utilizar la propaganda como tremenda arma de intoxicación (Goebbels).
  • Apelación sistemática a la guerra. Del imperialismo militarista, se pasa a resolver por medio de la invasión y la guerra cualquier problema internacional. Y así, una cadena de conflictos provocados maliciosamente (Austria, Checoslovaquia, Polonia) acabará llevando al mundo a una guerra total.
  • La Segunda Guerra Mundial. En pocas ocasiones históricas una guerra tuvo una responsabilidad más clara ni una más justa reacción internacional. En esa guerra, terrible y destructora (se calculan no menos de 40 millones de muertos), se enfrentaron las potencias democráticas (Estados Unidos, Inglaterra, Francia) y la URSS con las dictaduras imperialistas (Alemania, Italia, Japón). Este acontecimiento histórico (1939-1945) marcó el giro decisivo del siglo XX y la ruina definitiva de las potencias totalitarias de corte fascista.



      Dictaduras para-fascistas.

 

     En torno a la misma época (años treinta del siglo XX), se produjeron ensayos de trasladar el fascismo a otros países europeos (Portugal, España, etc.); pero, aunque partían de las mismas ideas, su aplicación fue en general menos rigurosa. Su denominador común puede resumirse en: economía dirigida, falta de libertades, culto de la personalidad y proclividad a la violencia.

 

      Una de esas dictaduras para-fascistas fue el franquismo español (1936-1975), surgido de una terrible guerra civil. Como la mayor parte de su historia ya se desarrolló en un mundo muy distinto y hasta hostil a tales regímenes, el franquismo estuvo primero a la defensiva y, posteriormente, alivió mucho la presión de la violencia y la opresión. En cierto modo, acabó caracterizado, más que como una dictadura de tipo fascista, como un régimen militarista con una cabeza dirigente omnímoda y ávida de mantenerse hasta la muerte en el poder.

 

 

  1.  EL COMUNISMO.

 
      Aunque, al tratar de la Revolución soviética, se hayan fijado muchas claves del comunismo, nos parece oportuno acabar esta lección con un apartado que desconecte la ideología comunista de su praxis en Rusia y le dé –como efectivamente lo tuvo- un tono internacional y general.

 

      Claves del comunismo.

 

  • Internacionalismo. Se entiende que la clase obrera está por encima de artificiales fronteras políticas y tiene que unirse para lograr sus objetivos (proletarios de todos los países, uníos). A través de la Internacional Comunista y de las actividades proselitistas de la URSS, el comunismo llegó a ser, efectivamente, una fuerza formidable a nivel mundial, implantada en muy diversos países.
  • Partido único fuertemente jerarquizado. Nos remitimos a lo expuesto en el apartado 1 de esta lección respecto del Partido Comunista de la URSS. Otro tanto puede decirse del resto de aquellos, al menos, hasta la evolución llamada eurocomunismo, que dio a algunos partidos comunistas (empezando por el italiano) un cierto tono democrático y propicio a compartir con otros el espectro político, incluso de la derecha.
  • Economía planificada, con bienes de producción de propiedad común. También de esto se ha tratado antes. Baste añadir que la planificación rígida trajo tales complicaciones, que fue siendo mitigada según el comunismo se asentaba más sólidamente en un país, o este salía del marasmo en que solía estar cuando el comunismo se aposentaba en él.
  • Corporativismo soviético. Aun habiendo sido esta nota bastante discordante entre unos regímenes y otros, el comunismo suele canalizar la escasa participación social que admite, a través de vías diferentes de los partidos: soviets o consejos de fábrica, de barrio, de unidad militar, de comuna, etc. De  aquí, las ideas y los dirigentes más capaces y adaptados al régimen pasarán a integrarse en los órganos propios del sindicato o del partido únicos. 


      Auge y decadencia del comunismo.

 

  • Proliferación mundial. Entre el final de la Segunda Guerra Mundial y la caída de la URSS (hacia 1990), el comunismo se expandió de manera tan vigorosa, que plantó cara a las democracias y estuvo a punto de hacerse con el control de una gran parte de mundo (guerra fría, crisis de los misiles en Cuba, triunfos en el Tercer Mundo). La Europa del Este, China y su entorno, Cuba y parte de América Latina, cayeron –por unas u otras razones- en manos de gobiernos comunistas. Tal expansión hizo difícil a la URSS seguir encabezando sin discusión el mundo comunista (enfrentamientos con China y Yugoslavia), pese a ser indudablemente la segunda potencia mundial.
  • Enorme crisis actual. A nivel político, el comunismo apenas ha podido sobrevivir a su caída en la Unión Soviética. La Europa del Este se ha liberado de su sujeción. China asume posturas claramente evolucionistas. América Latina (salvo Cuba) parece haber superado la veleidad de utilizar el comunismo para salir de sus problemas. Pero ese hundimiento político no debe confundirnos: el comunismo sigue teniendo un enorme valor teórico, como utopía y crítica del capitalismo, y es muy probable que tenga un papel importante que cumplir ante los retos que nuestro mundo ha de afrontar. Pero tratar de ellos será cosa de la lección siguiente.

 

 

 

 

 

LECCIÓN 24.  LA DESCOLONIZACIÓN. RECAPITULACIÓN




      Como se deduce del título, esta lección está dividida en dos partes bien diferenciadas. La primera trata del proceso descolonizador, que cuajó masivamente hacia el año 1960. La segunda pretende ser un resumen de los mayores problemas con los que se enfrenta el hombre actual y las respuestas que, hasta ahora, va encontrando para tratar de solucionarlos.

 

 

  1. CAUSAS Y TIPOS DE DESCOLONIZACIÓN.

 

      Causas de la descolonización.

 

      A mediados del siglo XX, se produce un acelerado y global proceso de descolonización, que da al traste con todos los imperios de esa naturaleza y sitúa en la escena internacional a decenas de nuevos Estados soberanos, cuyo número actualmente se aproxima a los doscientos, según la composición de la ONU. ¿Qué causas provocan tan masivo y trascendental fenómeno histórico? Veamos algunas de las más importantes:

 

  • Debilitamiento político y militar de las potencias coloniales. Las clásicas potencias coloniales (Inglaterra y Francia), tras los desastres de la Segunda Guerra Mundial, pierden mucho poder y necesitan hacer enormes inversiones en su propio suelo. Otros Estados coloniales, como Portugal, apenas tienen relevancia internacional. Es, pues, el momento de reclamar la independencia con el mínimo de resistencia por parte de las metrópolis.
  •  Deseo de autodeterminación en las colonias y en las grandes potencias (Estados Unidos y la URSS). El triunfo en la Guerra de las democracias occidentales potencia los deseos de libertad de sus súbditos coloniales y disminuye la oposición doctrinal de los intelectuales metropolitanos. Pero, tan importante o más que lo que sucede en las colonias y en los países imperiales, es la postura de las dos Grandes Potencias salidas de la Guerra Mundial (EE.UU y la URSS), que son contrarias al sistema colonial, entre otras razones, porque, literalmente, no tienen colonias y esperan influir o dominar en las que se independicen.
  • Expansión demográfica y avances culturales y económicos en el Tercer Mundo. Puede decirse que muchas de las colonias han llegado en esta época a su mayoría de edad y actúan de ejemplo y apoyo para las que aún están inmaduras para su independencia.

 

      Tipos de descolonización.

 

      Podemos distinguir tres tipos de descolonización, que dependen de variables tales, como la postura de la metrópoli, el tipo de colonia de que se trate, la madurez colonial y las interferencias de terceros (en especial, de la URSS).

 

  • Pacífico y gradual. Es el dominante en las colonias antiguas de población. La independencia sobreviene en condiciones económicas y políticas relativamente buenas y se mantienen lazos económicos y políticos profundos con la metrópoli.
  • Acelerado, aunque sin lucha. Permite seguir manteniendo buenas relaciones con la potencia colonial, pero la emancipación llega en un ambiente de falta de medios, de organización y de cuadros dirigentes. Es el prototipo de independencia de las colonias de explotación relativamente recientes (del siglo XIX).
  • Violento o bélico. Se produce, en especial, en las colonias intermedias o de población mixta, en que chocan duramente los nativos y los oriundos de la metrópoli; o también, donde grupos independentistas extremistas practican el terrorismo o tratan de implantar el comunismo. En estos casos, la emancipación se encontrará con economías destrozadas, malos hábitos militaristas y ruptura de todo lazo político o económico con la antigua potencia colonial.

 

 

  1. CONSECUENCIAS DE LA DESCOLONIZACIÓN.

 

  • Para los países metropolitanos. En todos los países de tradición imperial (Inglaterra, Francia, Portugal) se produjeron crisis ideológicas y económicas más o menos importantes, pero se resolvieron a corto o medio plazo sin especiales dificultades. Los mayores problemas y más duraderos provinieron de los inmigrantes retornados (pied-noirs argelinos) o de la necesaria reconversión militar (Revolución de los claveles en Portugal).
  • Para los países colonizados. En general, la descolonización ha provocado en ellos graves crisis político-económicas de muy difícil solución, que han tratado de paliar por medios diversos (asociacionismo entre sí o con la metrópoli; fundamentalismo religioso-nacionalista; dictaduras comunistas o militares; autarquías que se sitúan al margen del resto del mundo…). Tales fórmulas no han solido dar resultados positivos a corto y medio plazo.
  • Para el conjunto del mundo. La falta de cultura, de tradición política y de capital de las excolonias, unida a su expansión demográfica, ha generado una nueva forma de colonialismo o dependencia (el tercermundismo), que no encuentra hasta ahora otra salida que la trágica y conflictiva de la emigración.

 

 

  1. DEL TERCER MUNDO, A LOS PROBLEMAS GLOBALES.

 

      Este apartado pretende ser (como antes dijimos) un resumen de los principales retos y problemas que actualmente afronta la humanidad y una alusión a algunas de las fórmulas empleadas para superarlos. Son tantas las cuestiones a tratar, que se impone una selección, que no todos juzgarán acertada.

 

  • Ecología. Es seguramente el problema capital para la especie humana, aunque algunos nos tilden de catastrofistas por reconocerlo. Se ha constatado la imposibilidad de armonizar un ilimitado desarrollo demográfico y económico con la conservación del medio ambiente y los recursos naturales limitados. Las catástrofes presentes auguran en el futuro otras mucho peores, que resultarán imparables a poco que tarden en adoptarse resoluciones drásticas y obligatorias. Pero los designios de los rectores de los pueblos no parecen ir por ahí y se pierden en la falacia del desarrollo sostenible, sin sacrificios inmediatos, grandes y forzosos.
  • Libertad. Aunque muchos países occidentales gozan –como vimos en la lección 23- de democracias razonablemente liberales, en otros muchos Estados (seguramente, en la mayoría) la falta de soportes ideológicos, de igualdad y de justicia hacen de la libertad un bien escaso, y hasta despreciado, que equivocadamente se entrega a los violentos o a los poderosos, a cambio de una hipotética participación en la riqueza. Se impone un trinomio inseparable, “libertad, justicia, igualdad”, en que no se sacrifiquen unos bienes por otros ya que, a la postre, cada uno de ellos hace  posibles los demás.
  • Orden internacional. Las instituciones encargadas de su tutela siguen siendo poco eficaces e imparciales, lo que propicia delirios de violencia (guerras, terrorismo, genocidio) para solucionar los conflictos, tanto a nivel interior como internacional. Las más recientes generaciones parecen haber olvidado la probabilidad de un holocausto nuclear, pero sigue siendo una posibilidad que no puede, en ningún caso, descartarse (cada vez hay más potencias nucleares).
  • Ricos y pobres. Las desigualdades estructurales y nacionales generan enormes diferencias sociales, que acaban redundando en perjuicio de toda la humanidad. Esa tremenda desigualdad, en efecto, está en la base de lacras tales, como las crisis económicas, las migraciones masivas, los atentados ecológicos y la inseguridad política.
  • Espiritualidad. El mundo actual se vanagloria (muchas veces, de manera inexacta) de haber superado el fanatismo y la credulidad, en especial, los generados por la religión. Sin embargo, la crisis del idealismo y la espiritualidad puede comportar la hipertrofia del materialismo y la pérdida de valores morales de gran trascendencia cultural, social y personal.
  • Individualismo. Existen severas tensiones entre la intimidad y la libertad del hombre, por un lado, y su proyección y convivencia social, por otro. No puede olvidarse que la persona es individuo, pero también ser sociable y, sin alguna de esas dos facetas (o con gran predominio de una cualquiera de ellas), la especie humana no tiene posibilidades de prosperar.

 

 

 

 

 

 

LECCIÓN 25. CIVILIZACIÓN Y ARTE CONTEMPORÁNEOS




  1. UNA CIVILIZACIÓN UNIVERSAL.

 

  • Generalización de la civilización europea. Todo el mundo parece haber asimilado (aunque no la comparta) la civilización europea, entendiendo por tal la que en este continente tiene sus orígenes y fue extendiéndose al resto del planeta mediante el doble proceso de colonización y aculturación. Entre otros sectores en que tal asimilación resulta evidente, tenemos los siguientes: organización política, información, transporte, herencia intelectual y valor de lo tecnológico-industrial.
  • Aportaciones crecientes del mundo no europeo. A partir de la asimilación y generalización de lo europeo, es cada vez mayor la aportación a esta civilización unitaria (que no uniforme) del mundo extra-europeo, así en el ámbito teórico, como en el económico. Particularmente importante (quizás, hoy, dominante) es el influjo de los Estados Unidos, verdaderamente cosmopolita, aunque todavía muy marcado por su origen wasp (blanco, anglosajón y protestante). Poco a poco, Europa va quedando reducida a sus reales y modestas dimensiones.
  • Algunas características de esta civilización global. A) La inquietud por el conocimiento y el sentido de la vida del hombre: positivismo y existencialismo son las dos corrientes más importantes en el mundo contemporáneo. B) Gigantescos descubrimientos científicos, encabezados por los de la Física (Einstein) y la Biología (biomedicina, genética). C) Consiguiente y rápida aplicación de los avances de la ciencia pura a las tecnologías de aplicación práctica: Medicina, Telecomunicaciones, Óptica, Informática, Astronáutica.
  • Una tercera revolución industrial. Se inicia con las aplicaciones electrónicas, a mediados del siglo XX, y pronto se le añaden, en sucesión continua, los avances de las comunicaciones y la informática y la genética (tal vez, habría que aludir a una cuarta y una quinta revoluciones). Las aplicaciones fundamentales de esta revolución industrial las encontramos en los terrenos de la inteligencia artificial y la robótica, la energía atómica, las telecomunicaciones y la tecnología de la información. Los avances técnicos tienen una rapidez creciente y, por ende, también los cambios sociales que los mismos generan.
  •  Estado permanente de crisis de lo ya existente. El cambio social acelerado y constante provoca una crisis o cuestionamiento de lo ya existente o, cuando menos, de las formas de expresarlo. Todo parece estar en crisis. Hay una crisis de la razón (surrealismo, cultura del absurdo, esoterismo); una crisis de las ideas abstractas (cultura de la imagen, incluso virtual); una crisis de la educación (papel de los profesores, indisciplina, currículos individualizados); crisis de autoridad (en la familia y en la política)…

 

 

  1.  NUEVOS CAMINOS DEL ARTE.

 

      Es obligado contemplar con prudencia el arte de nuestro tiempo, debido a la falta de distanciamiento que todavía tenemos. Así pues, daremos una serie de escuetas pinceladas, que puedan considerarse un mini-resumen del arte del siglo XX.

 

  • Aparición de técnicas nuevas y de nuevas artes. Las nuevas tecnologías han determinado la aparición de formas distintas de expresar la creación artística: fotografía, cine, animación, vídeo…
  • Recursos expresivos actuales. Las artes visuales del siglo XX se han distanciado de las formas clásicas de expresar la realidad del artista y comunicarla al público, con la lógica perplejidad de este. Recordemos entre tales recursos la geometricidad, la deformación y la abstracción.
  • Arquitectura. Está muy influida por la aparición y utilización de nuevos materiales y el urbanismo. Las exigencias prácticas propician la arquitectura funcional, en tanto que los problemas medioambientales llevan las construcciones a una especie de naturalismo, para no desentonar del entorno del paisaje.
  • Escultura. También experimenta la recepción de nuevos materiales y se acopla a las nuevas realidades al aire libre (urbanismo, paisaje). En su mayor parte, los escultores practican técnicas expresivas nuevas, como el expresionismo y la abstracción.
  • Pintura. En ella encontramos múltiples movimientos, aún no suficientemente decantados: cubismo, expresionismo, surrealismo, abstracción… Picasso aparece como la síntesis del siglo XX pictórico.
  • Música. Los músicos, clásicos y populares, rompen, total o parcialmente, con los tradicionales valores de melodía, escala musical por octavas, tonalidad y ritmo. Por otra parte, los medios de reproducción y comunicación del sonido convierten la música (no siempre arte) en un fenómeno de masas: pop, rock, etc.
  • El cine. La cinematografía se considera el arte del siglo XX por antonomasia. Nadie puede discutirle, entre otros valores los de síntesis (fotografía, música, representación escénica…), de conciencia y de aglutinante social.


 

 

    

 

 

 



 

 

 

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