sábado, 5 de octubre de 2013

RESÚMENES DE HISTORIA DE LA CIVILIZACIÓN (SÉPTIMA ENTREGA)


LECCIÓN 15.  LAS MONARQUÍAS ABSOLUTAS


 

 

     Esta lección abarca un arco cronológico de tres siglos (XVI, XVII y XVIII), durante los cuales las monarquías absolutas fueron la forma de gobierno por doquier. Pero el objeto de nuestra exposición no es únicamente tratar del absolutismo monárquico, sino de su entorno económico, comercial, colonial y social. De todos estos temas se irá disertando sucesivamente en los apartados que siguen.

 

 

1.      ASPECTO POLÍTICO: EL ABSOLUTISMO MONÁRQUICO.

 

     Cuando se presenta el absolutismo como una forma política, no puede olvidarse que en el pasado se dieron dos tipos de modelos:

 

  • Modelo templado. Esa templanza puede ser muy variada y por causas diversas. En Inglaterra, el absolutismo monárquico está templado constitucionalmente por la existencia de un Parlamento (en especial, los Comunes), que ha limitado el poder del rey desde la Baja Edad Media. En España, la relativa moderación del poder real la ejercen los distintos poderes de que goza el monarca en las diversas Coronas: casi absoluto en Castilla; mucho más limitado en Aragón y Portugal.
  • Modelo extremista. Es el que finalmente triunfará en Francia, ante el deseo de un poder único y fuerte que supere las tendencias centrífugas de las grandes unidades heredadas del feudalismo y, sobre todo, el riesgo de guerra civil por motivos religiosos.

 

 

      ¿Cuáles son las bases de apoyo de los monarcas para poder ejercer su poder absoluto?

 

  • Ideológicas. El fundamento moral del absolutismo es el llamado derecho divino de los reyes, cuya responsabilidad se remite (como su origen) a Dios. Y tal apelación no es en vano, dado que en buena medida son cabeza y ejercen el control de las iglesias nacionales, bien en términos plenos (protestantismo), bien por constantes interferencias económicas y jurídicas (catolicismo): desamortizaciones, galicanismo.
  • Materiales. Gracias a un sistema de impuestos, rentas patrimoniales, préstamos bancarios y subsidios extraordinarios, los reyes consiguen una fuerza económica que les permite mantener un ejército permanente, una extensa burocracia, una diplomacia eficaz y un cierto control de la vida económica (mercantilismo). Ciertamente, es una pesada carga, que frecuentemente desemboca en crisis monetarias y auténticas bancarrotas.

 

 

     El sistema absolutista no se sostiene sin quiebras, aunque en general logre superarlas y pasar casi intacto a su última fase: el Despotismo Ilustrado (que abordaremos en la lección 17). Estas quiebras pueden ser de uno de dos tipos:

 

  • Revolucionarias. Es el caso de Inglaterra que, en dos revoluciones sucesivas (1641, 1688), acabará casi definitivamente con las veleidades absolutistas de sus monarcas.
  • Disturbios. Son explosiones periódicas que manifiestan el descontento social y fuerzan a los reyes a hacer concesiones pasajeras. Tal sucede en España (1640), aunque los efectos serán más duraderos en Portugal (independencia definitiva) y en Cataluña.

 

 

2.      ASPECTO ECONÓMICO: EL MERCANTILISMO.

 

     La principal corriente económica de la época es el mercantilismo que, tanto a nivel teórico como práctico, cristalizará los anhelos intervencionistas de los reyes a lo largo del siglo XVII. La evolución económica producida durante esta centuria puede resumirse en los siguientes puntos:

 

  • Progresos agrícolas e industriales. En lo rural, asistimos a importantes avances tecnológicos y, sobre todo, a la implantación y éxito de muchos nuevos cultivos, procedentes de las colonias o producidos en ellas.
  • Importancia de los metales preciosos y de la intervención estatal. Son dos de los artículos de fe del credo mercantilista: conseguir una balanza de pagos favorable frente a los demás Estados e intervenir gubernamentalmente para desarrollar los sectores que más valor añadido generen (industria, comercio). Los metales preciosos tendrán en esta época un gran crecimiento por la explotación minera colonial, aunque, a fin de cuentas, irán a parar a los países industriales. La intervención estatal en la economía se concretará esencialmente en dos sectores y modelos: las manufacturas reales (industria) y las compañías coloniales (comercio).
  • Unas consecuencias positivas. Con todos sus errores, lo cierto es que el mercantilismo abanderó y fomentó una serie de efectos favorables para la economía: el aumento del consumo, el incremento de la población industrial y la mejoría del nivel de vida, sobre todo, en las ciudades. Y, por encima de todo, dio a la economía un tono científico y desarrolló en los monarcas y sus colaboradores el interés por la política económica.

 

 

3.      COMERCIO Y COLONIAS.

 

     En gran parte como consecuencia de lo expuesto en el epígrafe anterior, se generan una serie de efectos sobre el sector del comercio exterior y el interés de los Estados poderosos por hacerse con un imperio colonial. Entre estos efectos, pueden destacarse los siguientes:

 

·         Nuevos imperios coloniales. Los países más avanzados económicamente llevan a cabo en esta época una gran expansión comercial, tanto terrestre, como marítima. Para culminarla, se sienten obligados a seguir el ejemplo hispano-portugués y crear en su beneficio imperios coloniales, un poco a imagen y semejanza de la metrópoli. Este será el camino que transitarán, en particular, Inglaterra, Francia y Holanda.

·         Tendencias unificadoras. Como consecuencia del enorme incremento del comercio internacional, se genera una cierta globalización de la economía. La tendencia unificadora del comercio mundial será capitalizada mediante bolsas de comercio de carácter internacional. Cronológicamente, la primera será Amberes, luego sustituida por Amsterdam y, finalmente, por Londres.  

·         Influencia colonial. Los grandes países viven volcados, cada vez más, hacia sus colonias, con las que anudan importantísimos lazos comerciales monopolísticos; reciben de ellas los metales preciosos; les suministran nuevos productos agrarios; finalmente (y desgraciadamente) practican la esclavitud, como forma de riqueza directa (comercio de esclavos) o indirecta (mano de obra fuerte y barata).

·         Influjo financiero y de la información. Toda esta globalización económica hubiera sido imposible sin el gran desarrollo experimentado por los sistemas financieros y de información a nivel internacional. Bancos, compañías coloniales, bolsas de comercio, comerciantes importantes, todos utilizan profusa y sofisticadamente para sus operaciones la imprenta, el correo, las letras de cambio, etc.

 

 

4.      LA SOCIEDAD DE ESTA ÉPOCA.

 

     Como líneas generales que permitan perfilar un bosquejo social de la época de las monarquías absolutas (en especial, en los siglos XVI y XVII), podemos hacer las siguientes consideraciones:

 

  • Gran aumento de la población, principalmente en Francia y en Inglaterra.
  • Estancamiento de la nobleza y de los agricultores. Se trata de una situación que afecta, tanto a los aspectos económicos, como a los políticos. Tal estancamiento es un poco relativo, en comparación con el progreso notable que experimenta la burguesía. Es esta una tesitura complicada, pues se generan tensiones entre unas clases sociales y otras y, en particular, la burguesía intenta alcanzar un nivel de participación política parangonable a su riqueza material.
  • Predominio cada vez mayor de la ciudad frente al campo. Ello produce sus efectos, no sólo a nivel interno, sino internacional: los países industriales van sobreponiéndose a los agrarios, por muy productivos que estos sean.
  • Mejoras en los servicios públicos. El Estado se va volviendo intervencionista también en este aspecto, aunque los resultados se vean menoscabados por las guerras (de religión, de los Treinta Años, etc.), que son cada vez más destructivas, por el empleo masivo de la artillería y las dimensiones de los ejércitos combatientes.

 

 

 

 

 

 

LECCIÓN 16.  CULTURA Y ARTE DEL BARROCO


 

 

      Esta lección se refiere a hechos y tendencias culturales reducibles, en lo esencial, al siglo XVII.

 

 

  1. GENERALIDADES.

 

      Como ideas generales para centrar el sentido de lo barroco podemos señalar las siguientes:

 

  • El barroquismo. La palabra barroco no designa sólo un estilo artístico, sino una forma de entender el arte basada en el adorno, la monumentalidad y el movimiento.
  • Vinculación a fenómenos de la época. El barroco no es meramente un estilo nacido de la fantasía de los artistas, sino una corriente ideológica y artística que no puede entenderse sin conocer algunas realidades de su tiempo, como las luchas religiosas, el ascenso de la burguesía o el apogeo de las monarquías absolutas.
  • El barroco (como ya dijimos en la lección 13) no deja de ser un movimiento que evoluciona a partir del renacentista. Hay una corriente barroca equilibrada y realista, de la que puede ser ejemplo el racionalismo filosófico (Descartes) o la Nueva Ciencia, que discurre entre el Renacimiento y el barroco (Copérnico, Galileo, Newton).
  • Relevancia de la religiosidad. Pero hay que distinguir: en general, se trata de una vivencia religiosa más equilibrada y escéptica que la de épocas precedentes. En cambio, la recuperación de la Iglesia católica (Contrarreforma) traerá considerables excesos que se proyectarán en el arte.

 

 

  1. LITERATURA Y MÚSICA.

 

  • Apoteosis de la novela y del teatro. La literatura barroca asiste a la mayoría de edad de la novela (Cervantes) y a una eclosión teatral al nivel de la gran época griega (con Shakespeare como figura cimera).
  • Una gran literatura. La época barroca coincide con el siglo de oro de las letras en España (Lope de Vega, Quevedo, Calderón) y en Francia (Corneille, Racine, Molière) y con muy buena literatura en otros varios países.
  • La música barroca. En esta época evoluciona decisivamente la música sacra y se robustece la profana: ópera, concierto (Scarlatti, Monteverdi, Vivaldi).

 

 

  1. ARQUITECTURA Y ESCULTURA.

 

  • Arquitectura. De manera general, las construcciones barrocas están imbuidas de decorativismo, grandiosidad e inclinación a conjuntos urbanísticos y ajardinados (Versalles). No obstante, según épocas y países, las tendencias son muy diversas: pongamos como modelos extremos el clasicismo francés y el barroco extremista (churrigueresco) de España.

 

  • Escultura. Las figuras barrocas tienen como notas principales el movimiento y la pasión. Hay una vertiente profana, ligada al retrato o la mitología (Bernini), frente a otra religiosa, contrarreformista, que encarnan los imagineros españoles (Gregorio Fernández, Martínez Montañés, Mena).

 

 

  1. LA PINTURA.

 

  • Notas generales. La pintura barroca está basada en el estudio de la luz, en el contraste (tenebrismo) y en el gusto por los extremos, lo popular y lo grandioso. En cierto modo, podría decirse que el siglo XVII es el Siglo de Oro de la pintura a nivel global (España, Flandes, Holanda; en menor medida, Italia y Francia).
  • Las grandes figuras. La lista sería interminable. Recordemos a Rubens en Flandes; Rembrandt y Vermeer en Holanda; Caravaggio en Italia; Velázquez y Ribera, entre los españoles...

 

 

 

 

 

 

LECCIÓN 17.  LA ILUSTRACIÓN Y LA CRISIS DEL ANTIGUO RÉGIMEN

 

 

      Esta lección se centra en el estudio del siglo XVIII. Se desarrolla en tres apartados, que tratan sucesivamente de la Ilustración, el Despotismo Ilustrado y el arte dieciochesco.

 

 

  1. LA ILUSTRACIÓN IDEOLÓGICA.

 

     Empleamos el adjetivo de “ideológica”, para diferenciarla de la Ilustración política, que encarna el denominado Despotismo ilustrado. Dicha Ilustración tiene como principales notas y manifestaciones las siguientes:

 

 

  • Interés por la naturaleza. Aunque pueda parecernos sofisticada y urbana, la Ilustración tiene (o aparenta tener) un gran interés por la naturaleza y todo lo natural, que considera modelo y maestro para la civilización. Todo lo que quiere revestirse de un manto de verdad y respetabilidad pasa a calificarse de natural: moral natural, derecho natural, hombre natural o en estado de naturaleza, etc.
  • Crisis de la religión tradicional. Los ilustrados tienden a sustituir la religión por ciertas formas de deísmo, o por la idealización de la razón (E. Kant). Suelen ser un tanto descreídos y, en cualquier caso, rechazan los ritos y jerarquías de la Iglesia católica.
  • Preocupación por la educación. Algunos de los más famosos ilustrados hacen sus pinitos pedagógicos (Rousseau, Voltaire), orientados habitualmente hacia la naturaleza, la mayor libertad y el interés por las ciencias experimentales. También se preocupan por la divulgación cultural, ya sea en términos escolares y de planes educativos, ya de perfeccionamiento por medios impresos: recordemos la gran labor de la Enciclopedia, llevada a cabo desde Francia a partir de 1751.
  • Notable expansión científica. La Física continuará en la línea trazada por Newton en el siglo anterior. La Química alcanzará su nivel científico con Lavoisier. Las Ciencias Naturales quedarán perfectamente sistematizadas mediante la nomenclatura de Linneo.

 

 

  1. EL DESPOTISMO ILUSTRADO.

 

     La Ilustración política cristalizará en el llamado Despotismo ilustrado, que se resume esquemáticamente a continuación.

 

  • Bases fundamentales. El Despotismo ilustrado establece una especie de hilo conductor con tres niveles esenciales: el rey, sus ministros y el pueblo. Por ese conducto circula la savia vivificadora, que es el bien común o bienestar social.
  • Corrección del absolutismo. Aunque todavía los reyes sigan teniendo un poder enorme, el Despotismo ilustrado es un intento de automoderación, tanto en las formas, como en los objetivos. Los filósofos de la política (Locke, Montesquieu) persiguen la moderación del poder absoluto, tomando como modelo el parlamentarismo inglés.
  • Contradicciones. La primera es el paternalismo de que sea el rey quien declare qué es lo que hace feliz a su pueblo (todo para el pueblo, pero sin el pueblo). La segunda, que se modere a sí mismo quien suele considerarse omnímodo e irresponsable ante los hombres. En consecuencia, el Despotismo ilustrado acaba haciendo crisis y dando lugar a movimientos revolucionarios: Revolución Francesa (1789), de la que trataremos en la lección 18.
  • Logros económicos y culturales. Con todo, el siglo XVIII suele considerarse el más fecundo de las monarquías absolutas, aquel en que alcanzaron sus logros más amplios y aceptados. Entre los avances económicos, recordemos los sectores del urbanismo, la colonización y las manufacturas. Entre los progresos culturales, las escuelas públicas y las Reales Academias.

 

 

  1. UN ARTE CAMBIANTE.

 

      En el siglo XVIII no domina un estilo artístico en exclusiva, sino que podemos señalar tres etapas:

 

  • Pervivencia barroca. Se trata, en realidad, de un barroco degenerado, llamado estilo rococó. Sus principales realizaciones son los palacios reales y una pintura esencialmente decorativista. En cambio, los avances musicales son muy notables: J.S. Bach, Haendel.
  • Racionalismo neoclásico. Hacia mediados de siglo, el gusto empieza a cambiar: la arquitectura se despoja de ornatos, procurando el retorno al Renacimiento clasicista. La pintura se vuelve historicista. La música progresa en la línea de un equilibrio melódico y de más complejas orquestaciones: Haydn, Mozart.
  • Prerromanticismo y sentimentalismo. A finales de siglo, sobre todo en Alemania e Inglaterra, surgen figuras precursoras del movimiento romántico posterior: Goethe, Beethoven, Goya.

 

 

 

 

 

 

 



LECCIÓN 18. LAS REVOLUCIONES POLÍTICAS




     Estudiamos en esta lección una serie de acontecimientos que, a grandes rasgos, se producen en los cincuenta años que van desde 1770 a 1820. Por tanto, están comprendidos en las últimas décadas del siglo XVIII y las primeras del XIX, un momento que coincide con el paso de la Edad Moderna a la Contemporánea. Estos eventos son la independencia de los Estados Unidos, la Revolución Francesa y la emancipación de América Latina.

 

 

1.      EL NACIMIENTO DE LOS ESTADOS UNIDOS.

 

     Este acontecimiento tiene interés, no sólo porque los Estados Unidos se convertirán durante el siglo XX en la nación más poderosa del mundo, sino porque en él coinciden una serie de problemas, cuya solución marca la modernidad y será largamente imitada (casi siempre, sin éxito) por otros países en busca de su independencia.

 

  • Un problema político. Se trata de responder a los siguientes interrogantes: ¿Tienen todos los hombres iguales derechos y, entre ellos, el de dirigir sus propios destinos? ¿Qué posibilidades tienen unas colonias de independizarse de la nación entonces más poderosa de la Tierra? Las respuestas serán positivas y vendrán de la mano de un fructífero ensayo en que se aúnan tres principios: el liberalismo en lo filosófico, el federalismo en lo organizativo y el apoyo de otras potencias en lo internacional.
  • Un problema económico. El colonialismo estaba construido sobre dos axiomas incontrovertibles: la metrópoli fija los impuestos de las colonias y les impone el monopolio comercial. Los Estados Unidos se sacudirán el yugo tributario y la dependencia económica de Inglaterra y construirán su propia fuerte economía, para lo que contarán con la enorme ventaja de la posibilidad de expansión continental (de océano a océano). Sin embargo, quedará un problema pendiente, el de la esclavitud, que hará crisis en el siglo XIX y provocará la Guerra de Secesión.
  • Un problema militar. Los rebeldes lograrán, en parte, la victoria, gracias al apoyo europeo (Francia, España). Más adelante (doctrina Monroe) serán ellos quienes apoyen indirectamente la independencia de la América Latina, considerando la ayuda de terceros a España y Portugal como un casus belli con los Estados Unidos.

 

 

2.      LA REVOLUCIÓN FRANCESA.

 

     La Revolución Francesa es un acontecimiento de primera magnitud internacional, hasta el punto de que suele considerarse como el inicio de la Edad Contemporánea. Estudiaremos sucesivamente sus causas, sus fases y sus consecuencias.



      Sus causas.

 

  • Crisis social, por el enfrentamiento de la nobleza y el clero con las aspiraciones de burgueses y campesinos. No era distinta la situación en otros países, pero en Francia se producía un hecho determinante: que los burgueses eran más numerosos y fuertes que en ningún otro Estado absoluto y que la concienciación social (Ilustración) era de gran magnitud.
  • Crisis de soberanía. Aunque Francia pasaba por ser un modelo de monarquía absoluta, un rey irresoluto y partidista, como Luis XVI, aparecía impotente ante los privilegios estamentales de la nobleza (de espada y de toga) y la indisciplina de los funcionarios. En suma, la nación se desintegraba, sin que el rey lograra ser un eficaz nexo de unión.
  • La masa levantisca de París. Una masa urbana miserable y levantisca de asalariados (con trabajo o en paro), sin representación política alguna, era feraz caldo de cultivo para demagogos y amigos de novedades. En gran medida, la Revolución Francesa fue sostenida y atizada por los sans-culottes parisinos.

 

       Sus fases.

 

  • Precedentes. La Revolución vino precedida de diversas crisis económicas ligadas a desgobierno y corrupción. Por otra parte, la propaganda contraria a la situación política existente fue muy intensa y se sumó a la difusión de las ideas participativas y liberales de los filósofos de la Ilustración (recordar la lección 17). Por su lado, los poderosos, lejos de aflojar sus privilegios y exigencias, se encastillaron en ellos y colocaron al rey en una posición desesperada.
  • Fase moderada. Podemos establecerla en los años 1789-1791, es decir, desde la reunión de los Estados Generales a la Constitución de los Girondinos. En este periodo, se configura la Asamblea Nacional como depositaria de la soberanía, se aprueba la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, se abolen los privilegios e impuestos más odiosos y se dan amplios pasos para limitar el poder real, pero con pleno respeto a la monarquía y al rey.
  • Fase exaltada.  Ante la hostilidad europea y las veleidades de Luis XVI, jacobinos y demagogos provocan la caída, juicio y ejecución del rey y establecen el sistema de Comité de Salud Pública y el régimen del Terror. Se tiende a eliminar todas las diferencias de clase, se crea un ejército nacional, se fijan los precios y abastecimientos, se prescinde del clero y se establece un pintoresco culto a la Razón,  y se tiende a implantar un régimen federal y plenamente democrático. Estos años (1792-1794) son de auténtica guerra civil en diversas zonas de Francia y de lucha abierta contra una gran coalición de potencias extranjeras.
  • Reacción termidoriana y bonapartista. Una coalición de moderados y jefes militares acaba abruptamente con el régimen del Terror, cuyos principales dirigentes son ejecutados. Francia se desliza inexorablemente hacia un régimen presidencialista, ligado a la figura de Napoleón Bonaparte, que acabará proclamándose emperador. Esta etapa (1795-1800) logra consolidar un equilibrio y síntesis de los mayores logros revolucionarios, que se mezclarán con grandes victorias militares.

 

 
      Sus consecuencias.

 

  • Profunda transformación política. Aunque la Revolución sólo logre una parte de sus objetivos, estos son espléndidos: se implanta el liberalismo; una Constitución define con precisión la organización del Estado; se reconocen los derechos humanos; se acepta y hasta cierto punto se practica la división de poderes.

 
  • Relativa modificación económico-social. En este aspecto, es más difícil cambiar en poco tiempo el perfil social, pero la Revolución, al menos, remueve los obstáculos anacrónicos que impedían dar carta de naturaleza a lo que ya era  inevitable: la desaparición de los privilegios estamentales de la nobleza y del clero, y el paso al predominio de la burguesía comercial e industrial. El  Código de Napoleón trasladará al Derecho civil el respeto absoluto a la propiedad privada y la libertad de contratación, piezas maestras del liberalismo económico.

 
  • Grandes tensiones en Europa. La Revolución francesa, desde el primer momento, genera en Europa grandes tensiones, a favor y en contra, que tendrán el efecto inmediato de alianzas y enfrentamientos militares. Desgraciadamente, estas guerras de primera hora enlazarán con las terribles guerras napoleónicas, disfrazadas de emancipación de los pueblos, pero, en realidad, auténticas campañas de conquista en beneficio de Francia y de su amo. Al ser Napoleón definitivamente derrotado, las potencias europeas tratarán infructuosamente de regresar al status quo ante (Tratado de Viena, Santa Alianza), pero la semilla revolucionaria germinará inmediatamente en la mayor parte del Continente.

 

 

       3.  EMANCIPACIÓN DE LA AMÉRICA LATINA.

 

      Sus causas.

 

      Se han manejado diversas causas, para explicar los deseos de independencia de los pueblos americanos sujetos a España y Portugal: defectuosa administración; lejanía no paliada con flotas poderosas; postergación de los criollos por los peninsulares; ideas y ejemplos liberadores de Estados Unidos y Francia. Lo cierto es que –como a todas las colonias- a las americanas les había llegado la mayoría de edad económica y demográfica, y así lo hicieron valer, obteniendo su independencia en poco más de una década (1809-1821).


     Sus efectos.


      Con la independencia de la mayor parte de sus colonias americanas, España y Portugal dejaron de ser potencias que contaran como importantes en el concierto mundial, y la América latina adquirió un modesto protagonismo en la vida política internacional.

 



 

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