viernes, 20 de septiembre de 2013

RESÚMENES DE HISTORIA DE LA CIVILIZACIÓN (5ª ENTREGA)


LECCIÓN 9.  LA EUROPA FEUDAL

 

 

      El periodo cronológico a que se extiende esta lección abarca fundamentalmente los siglos VIII a XII y se refiere de manera especial a la Europa occidental. Al final de su exposición, se recogerán dos notas referidas a la España de esta época.

 

 

     1.  CAUSAS DEL FEUDALISMO.

 

     El feudalismo es un gran fenómeno histórico, que se ha dado (con más o menos variaciones) en diversas partes del mundo y en distintas fases de la Historia. En la Europa occidental y central surge hacia el siglo VIII como efecto de una serie de causas, entre las que pueden destacarse las siguientes:

 

  • Invasiones exteriores. Los reinos germánicos y otros ya establecidos sufren los embates muy violentos y peligrosos de otros pueblos, que tratan de saquear y/o conquistar esos Estados: los musulmanes, que presionan por el sur; los vikingos, desde el norte, se trasladan por mares y ríos a casi todas partes de Europa; los ávaros y luego los húngaros atacan por el este, procedentes de Asia.
  • Debilidad de los Estados germánicos. Para resistir y superar estos urgentes y gravísimos riesgos, los Estados germánicos (vale decir, sus reyes) carecen de medios económicos y militares, teniendo que abdicar en sus nobles la tarea defensiva.
  • Exigencias económico-sociales. Entre las primitivas condiciones precarias y las que imponen los peligros exteriores, la respuesta más factible que se encuentra es la de la ruralización, la autarquía de las diversas comarcas y el inmovilismo de los productores, que quedan ligados a la tierra que cultivan.

 

 

     2.  CARACTERES POLÍTICOS DEL FEUDALISMO.

 

  • Atribución a los señores de funciones públicas. Tal vez, la característica más definitoria del feudalismo es la confusión entre el dominio de la tierra por un señor y el ejercicio por este en su feudo de facultades consideradas históricamente propias de la soberanía de los reyes: establecer impuestos, acuñar moneda, administrar justicia, hacer la guerra.
  • Consiguiente debilidad política de los reyes. La atribución a los señores de casi todas las funciones regias deja a los monarcas en posición de personificar la soberanía de manera más nominal que efectiva. Incluso, algunos señores feudales pueden ser más poderosos que ellos. No obstante, al rey le quedan dos facultades que le colocan por encima de cualquiera: ser la personificación del reino y tener la posibilidad de infeudar a los grandes señores, mientras que él recibe sus títulos por mera herencia y coronación religiosa.
  • Escalonamiento feudal. En la sociedad feudal todos tienen su puesto prefijado y existe un escalonamiento de jerarquías y de infeudaciones, desde la un tanto nominal del Emperador (del Sacro Imperio Romano-Germánico), hasta el último vasallo con señorío, pasando por varios escalones de nobles de diverso rango.
  • Reciprocidad de derechos y deberes. Por más que la relación feudal sea desigual, las dos partes de ella deberán observar escrupulosamente sus deberes si pretenden que se respeten sus derechos. De otro modo, la ruptura bilateral será lógica y lícita. Y así, el señor de más categoría (o el rey) deberá a su vasallo la investidura en el feudo prometido o alcanzado por herencia y la protección en caso de ataque de terceros. Por su parte, el vasallo deberá a su señor ayudas diversas (en especial, económicas y militares), así como el pago de los tributos estipulados.
  • Fijeza de la posición social. En esta época no hay clases sociales, sino estamentos, a los cuales se pertenece por herencia y, salvo casos insólitos, no se puede ascender ni, menos aún, bajar. Cada estamento tiene su propio status jurídico, llamado privilegio, no tanto porque sea mejor que el de los demás, cuanto porque es propio suyo y distinto del de los pertenecientes a otros estamentos.
  • Feudalización de la Iglesia. Se plasma en la cuestión de las investiduras, es decir, en la pretensión de reyes y señores de designar y fidelizar a las jerarquías religiosas de su ámbito. Difícilmente podía hacerse tal cosa con los obispos (a su vez, señores feudales ellos), pero sí se pretende con párrocos, abades y, por supuesto, capellanes. La reacción del papado será muy dura, en especial, a partir del siglo XI y, como arma contra las investiduras rurales, se apoyará en las grandes órdenes religiosas que surgirán en este tiempo, bajo la regla benedictina: cluniacenses y cistercienses.

 

 

     3.  CARACTERES DE LA ECONOMÍA FEUDAL.

 

  • Ruralización. Ello quiere decir que la agricultura y la ganadería son absolutamente preponderantes dentro de las actividades económicas. Todo gira en torno a la tierra y lo que ella produce o puede alimentar.
  • Autarquía. La economía feudal no permite, ni especialización, ni grandes excedentes. En consecuencia, casi no hay comercio y cada comarca o feudo ha de producir todo lo necesario para subsistir.
  • Escalonamiento agrario. El poder está ligado a la tierra, como ya hemos indicado. En consecuencia, los señores ostentan el dominio de las grandes fincas, aunque no las exploten personalmente. Los vasallos libres son propietarios de los pequeños fundos. Los siervos, sin tierra propia, han de cultivar la ajena, a la que permanecen unidos (siervos de la gleba) sin posibilidad de marcharse.
  • Prestaciones al señor. Para compensarle por la infeudación, los vasallos deben al señor prestaciones personales (trabajar para él cierto número de días) y reales (pagarle impuestos y aceptar las tasas monopolísticas por el uso de máquinas y obras de ingeniería). Los siervos también estaban obligados a grandes prestaciones, aunque no a cambio de infeudación alguna, sino de seguir explotando con ciertas ventajas y vituallas las tierras de su señor.
  • Algunos progresos técnicos. No ha de pensarse que feudalismo sea sinónimo de atraso económico absoluto. De hecho, en esta época se hicieron algunos avances en la producción de las tierras, gracias a los barbechos, las mejoras en los arados, etc. También mejoraron mucho los molinos y, en ciertos lugares, las técnicas de riego.

 

 

4.      LA CULTURA.

 

     Como notas generales de la cultura de la época, podemos dar las de eclesiástica, señorial e internacional.

 

  • Eclesiástica, porque es la Iglesia la principal depositaria de los medios culturales (alfabetización, música, textos antiguos, scriptoria para redactar e ilustrar los manuscritos, buen conocimiento del latín, etc.).
  • Señorial, porque sólo los nobles tienen tiempo y dinero para adquirir la cultura y suelen ser sus hijos los únicos que se educan metódicamente, además de los eclesiásticos.
  • Internacional, lo que parece una paradoja en este tiempo de intercambios de corto radio, pero se explica por ser la Iglesia la principal fuente de la cultura y el latín la lengua culta de uso general.

 

     Pasando a aludir telegráficamente a las artes, podemos indicar lo siguiente:

 

  • Literatura. A partir del siglo XI, se produce la transformación del latín degradado en lenguas nacionales. Los cantares de gesta son habitualmente el género más apreciado y el vehículo de ese cambio lingüístico a nivel popular.
  • Arquitectura. A finales de este periodo, la confusa y balbuciente arquitectura de tipo carolingio o pre-románico, deja paso al primer gran estilo europeo de la Edad Media, el románico, que dedicará sus mayores esfuerzos constructivos a perfeccionar los elementos curvos: la bóveda y la cúpula.
  • Escultura. Si la arquitectura románica nos emociona, no sucede otro tanto con la escultura del mismo estilo, que nos parece tosca y de extremada rigidez. Es, sobre todo, una actividad de función docente, que decora los templos y, al propio tiempo, ilustra a sus iletrados observadores sobre los personajes y hechos de la religión.
  • Pintura. La pintura románica que ha llegado hasta nosotros (bastante más viva que la escultura) se reduce, principalmente, a frescos y miniaturas de los códices.

 

 

5.      DOS NOTAS SOBRE EL ÁMBITO HISPÁNICO.

 

     ¿Triunfó el feudalismo en España?  Suele sostenerse que, salvo en Cataluña, el feudalismo no llegó a triunfar en nuestro país, por dos razones: 1ª) Por la necesidad de monarcas fuertes para luchar contra los musulmanes en la Reconquista. 2ª) Por la existencia de tierras abundantes para repoblar y colonizar, según se retiraban los musulmanes al ser derrotados militarmente.

 

     Precisión en materia de cultura.  Hay que destacar en España la influencia musulmana, a través de los mozárabes (cristianos formados en Al Ándalus que regresaban a los reinos del Norte) y mudéjares (musulmanes que trabajaban, temporal o permanentemente, para los señores cristianos o para la Iglesia).

 

 

 

 

 

 

 

 

 

LECCIÓN 10.  LA CIUDAD MEDIEVAL

 

 

      Esta lección se refiere principalmente al ámbito temporal de los siglos XIII y XIV. ¿Y por qué tiene tanta importancia en este periodo la existencia y la vida de las ciudades? Procuraremos dar una respuesta a esta pregunta, pero antes fijaremos los caracteres generales de la época, que constituye el momento central de la llamada Baja Edad Media.

 

 

1.      CARACTERES GENERALES DE LA ÉPOCA.

 

     La Baja Edad Media supone una ampliación y un mejoramiento de los horizontes vitales respecto a los de la Alta, en casi todos los aspectos. Entre otros, pueden destacarse los siguientes:

 

  • Ampliación del marco geográfico. El ámbito geográfico suroccidental de Europa entra en contacto, cada vez más profundo y frecuente, con el norte y el este del continente, así como con Oriente y con el norte de África. Ello se refleja, no sólo en el comercio, sino también en la diplomacia y en los intercambios culturales.
  • Mejor situación sociopolítica en Europa. Las guerras se hacen menos frecuentes (al menos, como estados sociales cronificados). Aumentan casi por doquier la población y la productividad.
  • Expansión económica. La ruralización europea va remitiendo y surgen de manera cada vez más potente los sectores económicos industrial y comercial. Incluso renace el comercio internacional.
  • La burguesía. Se produce el ascenso de una nueva clase social, la burguesía, integrada sobre todo por industriales y comerciantes de cierto nivel. Esta clase va compartiendo cada vez más el poder político con la nobleza y con el rey.

 

 

2.      REFERENCIA ESPECIAL A LAS CIUDADES.

 

    Antes de dar respuesta al interrogante que al comienzo de la lección nos planteamos, sería acaso necesario definir lo que se debe entender por ciudad y, sobre todo, por ciudad libre o de realengo, pues sólo en esta se dan en su plenitud las notas que vamos a definir a continuación. Pero, dando por supuestos ciertos conocimientos básicos al respecto, entremos sin más dilación a señalar cuáles son las notas o caracteres de una ciudad bajomedieval tipo:

 

  • La ciudad es el centro de la producción industrial. En esta época, las industrias o talleres se instalan dentro de las ciudades o, como mucho, en los burgos o arrabales circundantes. Los gremios, formados por los maestros, oficiales y aprendices de cada profesión importante, rigen la vida de los distintos sectores artesanales, dando acceso al trabajo en los mismos y fijando su producción y precios.
  • La ciudad es el centro del comercio. La ciudad es el mercado diario o semanal para sus habitantes y los de la comarca; el centro de las ferias anuales, incluso internacionales; el puerto fluvial o marítimo por el que circulan y acceden las mercaderías; el cruce de caminos que llevan a todas las latitudes.
  • La ciudad dirige la vida del campo. Las ciudades suelen contar con un alfoz, es decir, una amplia extensión rural, cuyos productos agrícolas y ganaderos se destinan al consumo de los ciudadanos. La ciudad rige la vida de los pueblos dependientes, cuyos habitantes sólo en parte gozan de las libertades y la participación política que tienen los ciudadanos.
  • La ciudad es un espacio de relativa libertad. La ciudad tiene sus fueros, gracias a los cuales disfruta de un amplio autogobierno y de privilegios, a nivel comarcal o del reino. Sus señores (sea el rey, o un noble o eclesiástico de importancia) han de respetar los fueros y los suelen amejorar para concitarse el mayor favor (y atención tributaria) de los ciudadanos. En ciertos lugares de Europa (Italia, Flandes) vuelve a resucitarse el régimen de polis, es decir, de ciudades libres, dotadas de soberanía y que a duras penas reconocen en ocasiones el señorío eminente del papa, de un rey o del emperador.
  • La ciudad es un canal de participación política. Los ciudadanos participan en los asuntos de la ciudad a través de los ayuntamientos, a los que envían sus representantes, elegidos de forma más o menos libre y corporativa. Pero, además, en los parlamentos o Cortes que van surgiendo a partir de finales del siglo XII, las ciudades más importantes alcanzan representación política, siendo sus procuradores reunidos periódicamente por el rey, con los objetivos esenciales de reconocer los cambios constitucionales y acordar los impuestos ordinarios y los subsidios extraordinarios.
  • La ciudad es el centro de la cultura de la época. Los monasterios van cediendo la primacía a los grandes centros de cultura de las ciudades, a saber, las escuelas catedralicias y las universidades. Estas últimas proliferarán por toda Europa a partir del siglo XIII y se constituirán en luminarias de la educación y del saber, desde entonces, hasta el presente.

 

 

3.      ESPIRITUALIDAD Y CULTURA.

 

  • La Iglesia mantiene su gran influencia religiosa y política. La mayor novedad de esta época es la aparición de las Órdenes mendicantes (franciscanos, dominicos), que se instalan en las ciudades y tienen una masiva presencia en las Universidades. Por su parte, el Papado impone la unidad y la obediencia en toda la cristiandad occidental, antes de que se produzca el cisma de Avignon.
  • Literatura. Se consolida el auge de las lenguas nacionales, que van alcanzando su mayoría de edad literaria, con nuevos géneros: la fábula, el cuento, la poesía profana...
  • Arquitectura. Surge un nuevo estilo internacional, el gótico, que desplaza al románico, por su mayor amplitud, luminosidad y riqueza decorativa.
  • Escultura y pintura. En estas artes, la superación del románico implica la tendencia a un mayor realismo y naturalidad.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 
 

LECCIÓN 11. LA CRISIS DE LOS SIGLOS XIV Y XV

 
 

     En realidad, sería mejor hablar de crisis del siglo XIV y de recuperación en el siglo XV. Lo cierto es que la Baja Edad Media, que tan favorablemente se estaba desarrollando, sufre un brusco frenazo y retroceso en muchos órdenes durante el siglo XIV, si bien la recuperación de la centuria siguiente será igualmente espectacular.

 

 

1.      LA CRISIS DEL SIGLO XIV.

 

     La crisis de siglo XIV presenta diversas vertientes, pero la mayoría de ellas giran en torno a la catastrófica pandemia que se conoció con el nombre de la Peste negra.

 

  • Catástrofe natural. La primera mitad del siglo XIV fue una época de clima excepcionalmente frío y húmedo. Ello trajo consigo, en una sociedad tan poco familiarizada con el tratamiento médico e higiénico de las enfermedades, una proliferación de epidemias, la peor de las cuales fue la peste negra (en realidad, tifus exantemático), que azotó prácticamente toda Europa entre los años 1348 y 1350, con los terribles resultados demográficos que se exponen a continuación.
  • Crisis demográfica. Se calcula que, por término medio, la peste negra se llevó por delante a un tercio de la población de Europa. Naturalmente, hubo regiones aún más castigadas, en donde la mortandad pudo superar el cincuenta por ciento. Tal vez no se tratara de una sola epidemia y, desde luego, parte de los fallecimientos se debieron al consiguiente abandono y desnutrición.
  • Crisis económica. Como consecuencia de la despoblación y de la desconfianza, se vino abajo la economía, en particular, en aquellos sectores más deudores de la demanda inmediata (agricultura) o del nivel de vida (industria textil).
  • Crisis política. La pérdida de valor de las tierras y la falta de manos para cultivarlas determinaron la total decadencia del feudalismo como sistema económico y político. Los monarcas salieron fortalecidos y, en ocasiones, esta fuerza fomentó guerras muy largas y agotadoras, como la llamada de los Cien Años (que en efecto los duró pero, por supuesto, no de forma constante) entre Inglaterra y Francia. 
  • Crisis cultural. Al despoblarse las ciudades, las Universidades se cerraron durante un tiempo. Pero lo más espectacular fue la decadencia del prestigio eclesiástico, por efecto del Cisma de Avignon, y la crisis de la filosofía tradicional de corte religioso (la Escolástica), perdida en un nominalismo estéril y sofisticado.

 

 

2.      RECUPERACIÓN EN EL SIGLO XV.

 

     Esta rápida e importante recuperación tuvo diversas causas y manifestaciones, entre las cuales pueden destacarse las siguientes:

 

  • Nuevas rutas y zonas comerciales. Desarrollaremos esta idea en la lección 12. Constatemos ahora que, como consecuencia de ello, resurgieron las ciudades (ver lección 10) y se iniciaron los grandes descubrimientos geográficos.

 

  • Aparición de un capitalismo incipiente. Al reanudarse con pujanza la vida ciudadana, empresarios fuertes desbancaron a los gremios del control de la producción y el comercio. En paralelo a importantes comerciantes e industriales, aparecen de manera profesional los banqueros, como grandes prestamistas, de quienes van a depender cada vez más los empresarios y los reyes.
  • Recuperación demográfica. En el siglo XV la población europea remonta y hasta supera las cifras más altas del siglo anterior. En consecuencia, la producción no siempre está al nivel necesario, los precios aumentan y también los márgenes de ganancia empresariales.
  • Formación de la monarquía autoritaria. Decaídos los nobles de tipo feudal, los reyes tienen la oportunidad (apoyados en la burguesía) de constituirse en monarcas de tendencias absolutistas. El sostén de esa autoridad, cada vez más fuerte e indiscutida, lo constituyen un ejército permanente, una amplia burocracia y una diplomacia cuasi-profesional.
  • Gótico flamígero. El estilo gótico se mantiene como dominante en el siglo XV, pero en términos mucho más decorativos y lujosos, que no siempre corren parejos con el buen gusto.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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