La cuarta pelea del Cholo Durán
Por Federico Bello
Landrove
Este relato sigue de cerca la historia
real, aunque no pretende serle servilmente fiel. Lo inspira la serie de
combates entre los famosos pesos ligeros, Roberto Carlos Durán Samaniego (1951)
y Esteban de Jesús Rivera (1951-1989). Los entendidos dicen que dicha saga
estuvo formada por tres peleas, pero yo discrepo. Precisamente, la más hermosa
y emocionante fue la cuarta. Si leen este cuento hasta el final, sabrán por
qué.
1. Nueva York, 1972
Tuvo que ser en la
catedral del boxeo, en el Madison
Square Garden neoyorquino. El Cholo [1],
invicto hasta la fecha, era flamante campeón mundial de los ligeros y ya
empezaba a dar muestras de su desinterés por los gimnasios y de los excesos con
sus fantásticas cualidades naturales.
-
Pero,
Bello, ¿cómo se atreve a decir eso? Precisamente la pelea a la que se refiere
era de adiestramiento y preparación para ulteriores defensas del título. Si
acaso demuestra algo, es que el campeón no tenía conciencia exacta del gran
nivel de su oponente.
-
Es
usted demasiado bueno, Torres[2]. ¿No le parece que tres
combates en menos de cinco meses son demasiados, aunque fuesen a diez asaltos y
sin poner el título en juego?
-
Bueno,
bueno, siga. Procuraré no interrumpirle.
Decía que, a los quince segundos del primer
asalto, De Jesús mandó a la lona a Durán, con un poderoso uppercut de izquierda y, aunque este se levantó y aguantó el
combate, nunca pareció capaz de imponerse a su adversario. Más adelante
reconocería que no se había preparado para este evento, que supuso su única
derrota en la división de los livianos [3].
-
¿Y
usted qué cree, maestro? Por mi
parte, nunca he hecho mucho caso de las disculpas sin pruebas. Ya ve como –sin
ir más lejos-, en su siguiente enfrentamiento, el Vita volvió a tumbarlo en el primer asalto, con otro golpe muy
parecido.
-
Cierto,
Chegüi, pero en este último caso,
Durán supo reponerse y ganar el combate, gracias a una superior preparación,
que le permitió soportar el calor y los asaltos mucho mejor que su
contrincante. Pero esa es ya otra historia.
2. Ciudad de Panamá, 1974
Ya lo creo que es otra historia. Como que Durán ponía en
juego su título de la Asociación Mundial [4] y nada menos que en su
casa y ante su gente. ¡Dieciséis mil personas abarrotando el gimnasio Nuevo Panamá, con una temperatura
ambiente inicial de 35 grados [5]!
-
Aquello,
amigo Bello, fue una encerrona. Con decirle que el árbitro era panameño…
-
No
irás a decirme, Chegüi, que Durán no
ganó en buena lid.
-
Desde
luego, pero lo merecieron tanto uno como otro. ¡Qué gladiadores!
En fin, apenas
había transcurrido un minuto del primer asalto, cuando el Cholo cayó de culo, por un formidable crochet de zurda de su oponente. ¡Madre mía, qué disgusto! La
decepción del público podía cortarse con un cuchillo. Pero esta vez la cosa iba
en serio. El campeón capeó el corto temporal y la pelea se fue igualando y,
luego, decantando del lado del púgil de calzón verde con cintura dorada [6]: Una caída del Vita en el séptimo y otra en el onceno,
que determinó el k.o. técnico.
-
Decisión
del árbitro un poco precipitada. Yo creo que mi compatriota [7] aún podía aguantar.
-
Dejémoslo
así, Torres, para alegría del público y menor castigo del dignísimo perdedor.
3. Las Vegas, 1978
¡La mayor pelea de los ligeros de todos los tiempos! El Caesars Palace de Las Vegas acogía, el
21 de enero de 1978, el tercer combate entre Durán y de Jesús, ambos campeones
mundiales a la sazón[8], con sus respectivos
títulos en juego. Era la oportunidad soñada de unificar el cetro mundial y
aclarar definitivamente la primacía entre aquellos enormes fajadores.
-
Ahí
le duele, señor escritor. De Jesús salió al cuadrilátero con su estilo de
siempre, pero Durán había aprendido de las experiencias pasadas y le planteó el
duelo como si de mi admirado Cassius Clay[9] se hubiese tratado.
-
Cierto.
¡Qué esgrima, qué velocidad, qué movilidad… y qué fuelle! Porque la pelea se fue hasta el asalto doce.
-
Fue
prodigioso. Nunca se ha visto nada igual, y ante un rival valiente y muy
peligroso. Después de esto, ¿qué más podía hacer Mano de piedra[10]
en la categoría?
El bueno de
Torres, siempre tan gentil y comprensivo. No creo que fueran razones
filosóficas las que pasaran por la cabeza de Durán para dar el salto a los welters, los medios y otras categorías
intermedias. El dinero y el poco control de su peso tendrían, sin duda, más
incidencia. Pero dejémoslo así, con el dramático gateo por la lona del Vita camino de las cuerdas, para
levantarse, agarrándose a ellas.
-
¿No
quieres contar nada de lo que vino después? Me refiero a la condena de Esteban
por asesinato[11],
su heroinomanía carcelaria, a cómo contrajo el SIDA por compartir jeringuillas…
-
No
creo que ello tenga mucho que ver con el boxeo; de modo que bien puedo decir
aquello de este cuento se ha acabado.
-
¿Acabado?
Pero si aún falta aludir a la última pelea, la que el Cholo ganó por decisión unánime y sin dar un solo golpe: solo un
clinch o agarre, de la mejor calidad
que yo haya visto nunca.
Yo habría jurado
que los combates entre Durán y de Jesús
fueron tres pero, en fin, si Chegüi sostiene
lo contrario y asegura haber sido testigo presencial…
-
Está
bien –le digo-, pero cuéntalo tú y responsabilízate de la veracidad del relato.
-
Claro,
hermano. Hasta estoy por asegurar que este encuentro te resultará más
emocionante que cualquiera de los tres anteriores, aunque no puedas
contemplarlo en vídeo.
4. San Juan de Puerto Rico, 1989
-
Fue
en casa del Vita, en San Juan. Ante
lo avanzado de la enfermedad, se había autorizado su excarcelación, para que
pudiera cuidarse mejor y morir en paz. El Gobernador llegó a indultarlo, cuando
estaba a punto de morir. Eso fue por abril de 1989, más o menos cuando yo
presencié el combate que te cuento.
-
Pero
entonces la pelea sería entre De Jesús y el terrible virus. ¿Qué pinta Durán en
eso?
-
Calma,
deja que siga. Quien más, quien menos, algunos nos preocupamos de visitar al Vita en sus últimos días. Y no era cosa
de poca monta, con la fama que entonces tenía tal dolencia. Yo lo frecuenté,
por supuesto, pero también otros famosos sin relación directa con el box, como Cheo Feliciano, Orlando Cepeda [12] y algunos más. Entre
ellos, apareció un día por casa de la familia De Jesús el legendario Mano de Piedra quien, a sus treinta y
siete añitos, andaba navegando con brillantez por las divisiones de los superwelters y los medios [13]. Venía acompañado de una
de sus hijas[14],
con quien pasó a la habitación en que se hallaba encamado Esteban de Jesús.
¡Chico, qué escena! Se me pone la carne de gallina de volver a recordarla. Te
la contaré con parecidas palabras, escuetas y frías, a las que usé en el Post de Nueva York, como si de un
combate se tratara. Salta el Cholo al entarimado y, en el otro rincón ve,
yacente y esbozando una sonrisa, al Vita
De Jesús. No oye las recomendaciones del
árbitro, ni espera a que suene la campana, ni tampoco toca los guantes del
rival en señal de saludo. Se lanza a él, lo agarra en un clinch sorpresivo y lo alza de la cama, a peso,
como si fuera una pluma. Mantiene la presa y besa el rostro de su contrincante,
como otrora mostró burlón su barbilla a Sugar Leonard, retándole a alcanzarla; solo que esta vez, la caricia no es de
burla, sino de compasión. Luego, afloja el abrazo y dice a su hija que también
ella bese al rival, quien cae finalmente en la cama por la cuenta de diez.
¡K.O. sin un solo golpe! Claro que un clinch bien hecho vale mucho; ¡y no
digamos un par de besos!
-
¡Caramba,
Chegüi! ¡Menos mal que ibas a ser
escueto y frío, que si no!
-
Pues
eso, amigo Freddy. Que los combates
fueron cuatro y el que diga lo contrario se las verá con el excampeón mundial
de los semipesados[15], que, aunque ya viejo,
todavía reparte estopa, si se tercia.
-
Por
supuesto, campeón, por supuesto. Como diría el propio Durán, viejo es el viento y aún sigue soplando.
[1] Roberto Durán es conocido por los apodos de El Cholo y Mano de Piedra. Esteban de Jesús tenía el sobrenombre de Vita.
[2] Alusión al gran boxeador, periodista y
escritor sobre temas boxísticos, José Chegüi
Torres (1936-2009), con quien el autor (¡qué más quisiera!) dialoga ficticiamente
a lo largo del cuento; primero, tratándose de usted y, luego, más informalmente.
[3] Para los púgiles masculinos profesionales, el
peso ligero o liviano está comprendido entre las 130 y las 135 libras
(aproximadamente, 59 y 61,25 kilogramos).
[4] Asociación Mundial de Boxeo (siglas, W.B.A,
en inglés), el más prestigioso de los dos títulos mundiales entonces vigentes.
[5] Las referencias de prensa
suelen darse en escala Fahrenheit: 95⁰F, equivalentes, grosso modo, a nuestros 35⁰C.
[6] Colores de Durán en aquel
combate. De Jesús, como en su primera pelea (¿superstición?), salió con calzón
a rayas blancas y azules.
[7] Como es sabido, Esteban de
Jesús y José Torres eran puertorriqueños. Durán es panameño, aunque algunos
aduzcan su vinculación con Méjico, patria de su efímero padre.
[8] Tras casi seis años de posesión, Durán aún ostentaba
el título de la W.B.A. Esteban de Jesús era campeón por el Consejo Mundial del
Boxeo, desde mayo de 1976.
[9] José Torres fue autor de un famoso libro
sobre Cassius Clay (o Muhammad Ali), titulado Sting like a bee.
[10] El inventor de este apodo lo escribió tal
cual. Fueron los norteamericanos quienes pasaron a emplear el plural (Hands of stone).
[11] Para los interesados en el tema, además de
otras fuentes menos seguras, les remito a la sentencia de apelación del
Tribunal Superior de Puerto Rico (Sala de San Juan), de 7 de febrero de 1983, colgada en Internet.
[12] Alusión al conocido
cantante José Feliciano (1945) y al muy notable jugador de béisbol Orlando
Cepeda (1937), ambos puertorriqueños.
[13] Divisiones boxísticas que
tienen, respectivamente, como peso máximo los 70 y los 72,5 kilogramos,
aproximadamente (las masas exactas se dan en libras). Digamos, entre
paréntesis, que se afirma de Roberto Durán que llegó a pesar unos 95 kilos,
tras dejar el boxeo profesional, cumplidos los 50 años de edad.
[14] Mi interlocutor no recordaba cuál de ellas.
Me gustaría creer que fuese Irichelle (1976), por haber llegado a boxear profesionalmente en tres combates y ser
comentarista de boxeo.
[15] José Chegüi
Torres fue campeón mundial de esa división en 1965-1966.
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