UNA APROXIMACIÓN AL WESTERN
ORIGEN DEL WESTERN.
Suele
entenderse que el western tiene su origen en el deseo de reflejar en el cine la
realidad histórica y social norteamericana del siglo XIX, entendiendo que la
colonización de nuevos territorios al oeste de los Apalaches constituía una
verdadera epopeya y, en cierto modo, el periodo más característico y creador de
la historia de los EE.UU. De hecho, la necesidad de tener una historia, aunque
no muy larga ni antigua, parece encontrarse en el fenómeno de la espectacularización
del “salvaje Oeste”, que se plasmó en el famosísimo circo de Buffalo Bill (el Wild
West Show) del periodo de entre-siglos XIX y XX.
Como luego
veremos con más detalle, es muy temprana la incorporación del western al cine
americano (como mínimo, de 1903), si bien puede decirse que durante un periodo
de unos 20 años, se plasmó en films menores, para el lucimiento de las
habilidades de ciertos personajes. Sólo a partir de 1923-24, aparecieron los
westerns de gran vuelo artístico, que incorporaron un tono épico a tenor con la
necesidad histórica que hemos indicado.
EL WESTERN, GÉNERO CINEMATOGRÁFICO. TEMAS O SUBGÉNEROS.
Aunque
difícilmente pueda llevarse más allá de los EEUU, ni mantenerse más acá de
1960, es lo cierto que el western suele ser calificado como auténtico género
cinematográfico (por tanto, sin coordenadas espacio-temporales obligadas), tal
vez, el más característico y personal de la filmografía norteamericana. Quede
esto dicho, sin ánimo de polémica y admitiendo todas las excepciones que cada
cinéfilo razonablemente quiera establecer.
Dentro de un
género que, en lo esencial, abarca la realidad histórica y social americana en el
Oeste de los EEUU en la segunda mitad del siglo XIX, sus diversos motivos
históricos permiten diferenciar varios subgéneros, entre los que se encuentran:
·
La
colonización, que puede hacer remontar el periodo histórico hasta las primeras
décadas del siglo XIX.
·
La
cuestión india, sobre la que volveremos en la última parte de esta
“Aproximación”.
·
La
delincuencia, con su tema derivado de la justicia en el Oeste.
·
La
Guerra de Secesión, aunque su espacio fundamental no llegó a cruzar el
Mississippi.
·
La
fiebre del oro, como modelo de problemas socio-económicos concretos (también
podría aludirse a la cuestión ganadera o al tendido del ferrocarril).
ALGUNOS MOTIVOS TEMÁTICOS. UNA CIERTA FILOSOFÍA.
Aunque deudor
de una determinada Historia, el western no deja de reflejar las ideas del
tiempo en que fue rodado. Como ejemplo de ello, trataremos más adelante de la
cuestión india. Algunos autores llegan incluso a señalar el valor del western
como alegoría de una realidad contemporánea que no se quiere plasmar
sincrónicamente. Así, se ha sostenido que la persecución de cierto tipo de cine
negro por el Comité de Actividades Antinorteamericanas aumentó
considerablemente el interés por el western, el número de estas películas y la
variedad y complejidad de sus planteamientos (recuérdese el caso de Solo
ante el peligro).
Formulado
muchas veces en términos de buenos y malos, el western desarrolla de
manera dicotómica irreductible una serie de conflictos globales, entre los que
se hallan:
·
El
conflicto entre el bien y el mal morales, personificados en unos protagonistas
antagónicos y sin fisuras ni medias tintas.
·
El
conflicto entre el pasado y el presente, propio de un mundo en cambio brusco,
que avanza incluso más deprisa que el relevo generacional.
·
El
conflicto entre civilización y barbarie, personificando esta en quienes se
oponen al “progreso” (los indios, por ejemplo), o en los que no son capaces de
someterse a las leyes de la convivencia (forajidos).
Estos
conflictos tratan de resolverse a base de ciertas ideas-fuerza que dotan al
western de dos de sus caracteres más estables: el empleo de la violencia y la confianza en el progreso. La violencia
iguala a buenos y malos, sin más matizaciones que los fines y el extremo a que
se lleva su empleo. Y la esperanza de progreso permite llegar casi inevitablemente
al happy end, por muchas que sean las dificultades que hayan de
superarse.
UNA GALERÍA DE PERSONAJES ESTEREOTIPADOS.
Si algo define
al western es la existencia de una serie de personajes característicos, con
frecuencia tipos sin personalidad propia, que cumplen su función en la trama
más por lo que hacen que por lo que son. Su número es bastante amplio, como
corresponde a un género con tantos subgéneros. Entre los más frecuentes,
podemos encontrar a los siguientes:
·
Los
pioneros, ya sean cazadores, agricultores, mineros o viajeros.
·
Los
indios.
·
Los
soldados, en especial, los que mantienen la paz frente a los indios en los fuertes.
·
Los
hombres de la burguesía, entre los que abundan los empresarios sin escrúpulos.
·
Los
vaqueros, como modelo de hombres del Oeste integrados en el medio y curtidos
por la naturaleza.
·
Los
fuera de la ley, forajidos de toda laya y motivación.
·
Los
que implantan la ley, como los sheriffs y los jueces o jurados.
Aunque por
diversos motivos (entre los cuales, su escasa presencia histórica) las mujeres no suelen jugar un papel muy relevante en los westerns (se
suele definir al género como machista, reducto de directores un tanto
misóginos), es lo cierto que solemos encontrar en estos films dos tipos de
mujeres, también un tanto estereotipadas:
·
La
mujer de familia (madre, novia, etc.), que cumple sus funciones dentro del
normal contexto social y de la que suele destacarse su valor pacificador y su
esfuerzo colonizador.
·
La
mujer liberada, de vida airada o empresaria de negocios más o menos
turbios, que suele actuar de detonante del argumento o, incluso, de mujer
fatal.
ENSAYO DE UNA EVOLUCIÓN CRONOLÓGICA.
Al momento presente (2005), el
género del western parece haber cerrado en lo fundamental su evolución. En
consecuencia, resulta posible enfrentarse a esta como una sucesión de periodos
cronológicamente fijados, desde su nacimiento hasta su cuasi-abandono.
·
Nacimiento del género. Como antes indicamos, el western nace como una forma de
lucimiento de las habilidades vaqueras de sus actores. En este periodo,
se construyen historias sencillas, frecuentemente en corto o mediometraje,
teniendo como centro el enfrentamiento entre uno o varios buenos (en general, cow-boys)
y uno o varios malos (de ordinario, forajidos o out-laws). Podemos fijar
cómodamente como duración de esta fase unos veinte años, que van de 1903
(proyección del primer western notable conocido: Asalto y robo al tren, de
E.S. Porter), hasta 1923 (estreno de La
caravana de Oregón, de J. Cruze).
·
Formación del género. En este periodo, el western toma su tendencia épica
característica, gracias a la universalización de los temas, la ampliación del
elenco de personajes y al aprovechamiento para el rodaje de los grandes
espacios naturales. El comienzo de esta fase suele fijarse en 1923, como antes
decíamos, o en 1924 (estreno de El caballo de hierro, de J. Ford), y
entra decididamente en el sonoro, hasta 1939, aproximadamente.
·
Periodo de plenitud. Se profundiza en el estudio social y la caracterización de los
personajes: llega hasta hablarse de westerns psicológicos. Gracias a
ello, aparecen las grandes películas del género, cada vez más complejas y con
mayor riqueza de matices. Los grandes directores no desdeñan filmar westerns,
aunque sólo algunos de ellos (J. Ford, A. Mann, D. Daves, etc.) llegan a
especializarse en el género. Esta época de apogeo se inicia hacia 1939 (La
diligencia, de J. Ford) y puede darse por concluida en los años sesenta
(1960, Los siete magníficos, de J. Sturges).
·
Época de decadencia. Los grandes directores de western van retirándose y los que les
suceden (como S. Peckinpah) toman un camino de manierismo formal y abuso de la
violencia explícita. Se aprecia un cierto hastío del público y se reduce
considerablemente el número de films de este género que se ruedan. La
influencia de la televisión polariza el western cinematográfico hacia temas más
intimistas y espacios más cerrados o, por el contrario, hacia el empleo de
nuevas técnicas de ampliación de pantalla y relieve (cinemascope, vistavisión,
etc.), de las que puede ser ejemplo La conquista del Oeste (J. Ford, G.
Stevens y H. Hathaway, 1962). Comprende este periodo los años sesenta y
setenta, pudiendo darlo por concluido hacia 1980 (Forajidos de leyenda,
de W. Hill).
·
Periodo de esporádico renacimiento. Algunos directores del Neo Hollywood
retoman el western, de forma puntual y con cierta mezcolanza de géneros. Obras
de tesis y remakes reemplazan la frescura y originalidad de tiempos
pasados. Se hibrida el género western con el melodrama (Sommersby,1993), la
comedia (Maverick, 1994) o la parodia (Rápida y mortal, 1995). Algunos directores hacen intentos infructuosos de
revitalizar el género: L. Kasdan, K. Costner. Cumbre de esta época es Sin
perdón (C. Eastwood, 1992). En este periodo se acuña el término de western
crepuscular, para denotar, no sólo el ocaso del género, sino sobre todo el
tono nostálgico y anacrónico de películas y personajes.
UN MODELO DE LA EVOLUCIÓN: EL INDIO EN
EL WESTERN.
Los inicios del
western son casi sincrónicos del mundo que reflejaban, pero setenta o más años
de evolución del género dan para mucho cambio social e ideológico; un cambio
del que el western puede haberse beneficiado, sin necesidad de cambiar los
temas ni los personajes. Un buen ejemplo de ello es analizar brevemente el
significado del indio en las películas americanas.
En un primer
momento, el indio es tratado con una mezcla de tipismo exótico (a modo de
complemento del paisaje) o como uno de los estereotipos de malos, por su
salvajismo formal y su oposición al progreso. Se utiliza a los indios como telón
de fondo de la peripecia o como desencadenantes de la violencia y el
heroísmo de los blancos. Apenas se resalta al individuo indio sobre el conjunto
tribal de los indios, en el que cada uno de ellos se integra como las
hormigas en su hormiguero.
En una segunda
fase, se modera el racismo socio-económico de la época anterior. El indio es
tratado de forma más matizada; surgen los caracteres individuales y los biopics
de ciertos jefes indios; se reflejan la rapacidad y falta de respeto a la
palabra dada de los blancos; se manifiesta la culpa de algunos blancos en la
forma de ser de los indios, al suministrarles armas, bebidas alcohólicas, etc.;
se pone en duda la superioridad del progreso yanky frente a la forma de vida
natural y menos esquilmadora de los aborígenes.
Finalmente, en
una tercera fase, por influencia del ecologismo y la mala conciencia blanca, el
indio empieza a ser considerado el bueno de la película, maltratado
(cuando no masacrado) alevosamente por los blancos. Se sobrevalora la forma
india de vida, que se juzga más sensata que la de muchos blancos, hasta el
extremo de que algunos protagonistas de los westerns toman el camino de
defender a los indios o de integrarse con ellos, sin que por eso se les
estigmatice como renegados.
Resulta un
tanto caprichoso citar algunos films característicos de esta evolución
ideológica, tan ligada a la producida en la intelectualidad de cada época. Una
referencia mínima podría contener las siguientes películas:
·
Los inconquistables (C.B. de Mille,
1947) y Tambores lejanos (R. Walsh, 1951), como ejemplo del efecto
nocivo de algunos blancos en la hostilidad de los indios.
·
Flecha rota (D.
Daves, 1950) con la presencia del personaje real de Cochise, o El valle del
fugitivo (A. Polonski, 1969) con la de un protagonista indio de ficción.
·
Río de sangre (H. Hawks, 1952), Yuma (S.
Fuller, 1957) y Bailando con lobos (K. Costner, 1990), como modelos de
integración voluntaria de blancos en tribus indias, y Un hombre llamado
caballo (E. Silverstein, 1970) que ejemplifica el paso de un blanco, de
prisionero, a compañero de los indios. En tono más paródico, puede citarse Pequeño
gran hombre (A. Penn, 1970).
·
La
torpeza, cuando no brutalidad, del trato de los militares hacia los indios se
ejemplifica en la ya citada Pequeño gran hombre, como también en El
gran combate (J. Ford, 1964) y en Soldado azul (R. Nelson, 1970).
·
Centauros del desierto (J. Ford, 1956), Los que no perdonan (J. Huston,
1960) y Dos cabalgan juntos (J. Ford, 1961), sobre el tema, casi siempre
conflictivo y de malos resultados, del mestizaje entre las dos razas.
·
Fuera
ya del campo natural del western, diversas películas de los años noventa
han presentado a los indios contemporáneos como poseedores de una intuición
espiritual superior a la de los blancos: The doors (1990), Asesinos
natos (1994) y Giro al infierno (1997), las tres de O. Stone, o Corazón
Trueno (M. Apted, 1992) son ejemplos de ello.
EXPORTACIÓN DEL GÉNERO: EL SPAGHETTI
WESTERN.
La crisis del
sistema de grandes Estudios impulsó el rodaje en Europa por parte de numerosos
productores, a fin de aprovechar los bajos costes salariales. El western pasó,
de California o de Monument Valley, a tierras de Almería. Pero lo que, en un
principio, era un producto genuinamente americano, pronto se hibridó por la
presencia de actores y técnicos europeos y, finalmente, con directores de este
continente. Surgió así el caprichosamente llamado spaghetti western que,
por la vía del bajo presupuesto, la violencia paroxística y un cierto tono de
parodia (incluso, de humor) dotó a los mejores productos de esta corriente de
un cierto aire renovador. S. Leone como director y C. Eastwood como actor fueron
las cumbres del movimiento (El bueno, el feo y el malo, 1966; Hasta
que llegó su hora, 1968).
EL WESTERN, EN LA HISTORIA DEL CINE.
De género menor
y de entretenimiento, el western ha pasado a valorarse como el más
representativo y personal del cine nortemericano. Aparte de ello, es lo cierto
que bastantes films del Oeste han pasado a integrarse en las selecciones
de las N. mejores películas de la Historia del Cine. De mi personal
selección de las trescientas mejores películas del primer siglo de cine
(1895-1995), entresaco seguidamente las que pertenecen sin duda al
género western. Para mayor facilidad de consulta, empleo el orden alfabético,
por su título en español:
·
Bailando
con lobos (K. Costner, 1990)
·
Centauros
del desierto (J. Ford, 1956)
·
Diligencia,
La (J. Ford, 1939)
·
Dos
hombres y un destino (G.R. Hill, 1969)
·
Grupo
salvaje (S. Peckinpah, 1969)
·
Hasta
que llegó su hora (S. Leone, 1968)
·
Hombre
que mató a Liberty Valance, El (J. Ford, 1962)
·
Johnny Guitar (N. Ray, 1954)
·
Juntos
hasta la muerte (R. Walsh, 1949)
·
Pasión
de los fuertes (J. Ford, 1946)
·
Raíces
profundas (G. Stevens, 1953)
·
Río
Bravo (H. Hawks, 1959)
·
Río
Rojo (H. Hawks, 1948)
·
Siete
magníficos, Los (J. Sturges, 1960)
·
Sin
perdón (C. Eastwood, 1992)
·
Solo
ante el peligro (F. Zinnemann, 1952)
·
Tierras
lejanas (A. Mann, 1955)
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