LECCIÓN 6. EL IMPERIO BIZANTINO
1.
GENERALIDADES.
El Imperio
romano de Oriente sobrevivió a los embates de las invasiones germánicas e,
insensiblemente, fue adquiriendo fisonomía y función propia, dando lugar al
llamado Imperio bizantino, por el nombre griego de su capital. Su papel
civilizador, a veces poco reconocido, fue de primera magnitud, al menos,
para la Europa oriental. Bien merece, pues, que se le dedique cierta atención,
comenzando por fijar algunas ideas generales que nos permitan perfilar su dilatada
historia:
·
Enorme duración. El Imperio bizantino desenvuelve su existencia
histórica a lo largo de unos mil años: los que van desde comienzos del
siglo V (definitiva separación del Imperio romano de Oriente), hasta 1453 (toma
de Constantinopla-Bizancio por los turcos). Esa longevidad (aunque en su último
cuarto de milenio fuese poco más que una
reliquia histórica) merece una explicación, que apuntaremos en el epígrafe
siguiente.
·
Graves dificultades de subsistencia. La
existencia del Imperio bizantino, aunque larga, no fue en absoluto fácil.
Situado en la encrucijada de dos continentes, tuvo que mantenerse a la
defensiva, capeando como pudo las sucesivas invasiones, cediendo casi
constantemente terreno desde la época de Justiniano I (527-565).
·
Extraordinaria obra civilizadora. Los bizantinos ejercieron una fundamental
tarea de aculturación sobre muy diversos pueblos a lo largo de su historia.
Merece destacarse la labor llevada a cabo con los musulmanes y los eslavos,
pero no podemos desdeñar su influjo en la civilización de la Europa occidental.
·
Incidencia religiosa. En el Imperio
bizantino se incubó la primera gran separación definitiva entre cristianos. El
Cisma de Oriente (provisional en el siglo IX, definitivo en el XI) dio lugar a
la Iglesia Ortodoxa, que arrastró tras de sí a la mayor parte de
la Cristiandad oriental (Rusia, Rumanía, Bulgaria, Grecia...).
2.
PRINCIPALES NOTAS DISTINTIVAS.
Nos interesa,
sobre todo, definir las fuentes de poder y de superioridad que el mundo
bizantino tuvo, durante muchos siglos, sobre sus vecinos y Europa en general.
·
Un régimen absoluto. En una época en que
no les era fácil a los monarcas gobernar, Bizancio se configuró como un régimen
político absoluto, con el emperador como fuente de poder y
centralización. Eso no quiere decir que el gobierno no tuviese graves limitaciones,
pero eran más bien prácticas que constitucionales: conspiraciones
palaciegas, revueltas en la Polis y dificultades sucesorias (el gran
problema pendiente de los emperadores de Bizancio).
·
Gran
poder de la Iglesia. Con numerosos ribetes de cesaropapismo, la
Iglesia bizantina sufrió la intromisión regia, pero también atesoró un enorme
poder económico, social y espiritual. Al separarse del papado romano, se
configuró, incluso, como una institución de representación nacional. Tal
vez, el mayor límite a su poder le vino del ámbito religioso, al sufrir numerosas
herejías y cismas internos. Sabida es la importancia que la querella de la iconoclastia
tuvo a escala eclesiástica y política en todo el Imperio.
·
Una economía avanzada y diversificada. Frente
a la ruralización casi absoluta en la Europa occidental altomedieval, Bizancio
presenta una notable diversificación, con el comercio y el artesanado
en primera línea económica. En el Imperio, la servidumbre del mundo occidental
se convirtió (pese al cristianismo) en esclavitud, como una de las bases
de su economía.
·
Superioridad cultural. El Imperio ejerció
durante casi toda su historia una evidente superioridad científica y cultural
sobre el resto de Europa y sobre los países de su entorno afroasiático. En
concreto, en relación con nuestro mundo occidental, el magisterio de
Bizancio se ejerció de las más variadas formas, según las épocas:
embajadas, comercio, Cruzadas y –finalmente- el Renacimiento.
3.
ALGUNAS MANIFESTACIONES CULTURALES.
·
Arquitectura. La mayor aportación
bizantina fue el triunfo de la cúpula, como el elemento arquitectónico
fundamental, en especial, en las iglesias. Tal logro se obtuvo en época
temprana, pues recordemos que Santa Sofía data de mediados del siglo VI.
·
Escultura y pintura. La escultura y
pintura religiosas alcanzan el estereotipo de los iconos, tal vez
demasiado repetitivo, pero en cualquier caso de altísima calidad,
espiritualidad y permanencia en toda la Europa oriental.
·
Mosaico. El mundo bizantino supone el
apogeo del mosaico, muy importante ya en Grecia y Roma clásicas, pero que en
este Imperio alcanza un nivel de riqueza y extensión deslumbrantes.
También en este aspecto los mayores logros son bastante tempranos: los mosaicos
de las iglesias de Rávena datan de los siglos VI y VII.
·
Recopilación del Derecho romano.
Probablemente, el Derecho romano se hubiera perdido casi en su totalidad sin la
magna obra recopiladora bizantina: el Corpus Iuris Civilis
de Justiniano I. En él destaca la parte denominada Digesto, extenso y
sistemático resumen de los más relevantes textos de los juristas clásicos, en
particular, de los cinco grandes: Papiniano, Paulo, Ulpiano, Gayo y
Modestino.
LECCIÓN 7. EL OCCIDENTE GERMÁNICO
Esta lección tiene un ámbito temporal
un tanto impreciso, que podemos situar entre los siglos V y IX, es decir,
en plena Alta Edad Media. La desarrollaremos en tres epígrafes. El primero se
dedica a “los grandes problemas” con los que se encuentra Europa ante la caída
del Imperio Romano de Occidente y el establecimiento de los reinos germánicos.
El segundo apunta una secuencia histórica de los “avances y retrocesos” en la
solución de los problemas indicados antes. Finalmente, el tercer epígrafe es
una breve alusión al principal reino germánico hispano, bajo el título de “los
visigodos en España (siglos V a VIII)”.
1.
LOS GRANDES PROBLEMAS.
- El reparto del territorio. Durante décadas (cuando no siglos) la distribución entre las naciones germánicas del espacio del Imperio de Occidente será objeto de incesantes conflictos, hasta que se consoliden determinadas zonas o reinos, de manera bastante débil. Y así, los ostrogodos ocuparán la mayor parte de Italia; los visigodos, la antigua Hispania; los francos se asentarán en la Galia; las tribus anglosajonas pasarán a Inglaterra; los vándalos formarán reino en el norte de África.
- La organización política. Una vez ocupado el territorio y dominada la población autóctona, se estará en el caso de formar un Estado y gobernar de manera estable. La opción será a favor de la monarquía, que en general resultará demasiado endeble. También será insuficiente y rudimentaria la corte y los funcionarios de que se rodee.
- Relaciones con la población romanizada.
Habrá grandes dificultades para la integración de los germanos con los
romanizados, como consecuencia del expolio de tierras y de una concepción
racista de la sociedad (derechos distintos, prohibición
inicial de matrimonios mixtos, etc.). La consecuencia de todo ello será
una mayor debilidad aún de los Estados.
- Colapso económico. Las invasiones caen sobre
un Imperio empobrecido y decadente (véase lección 4). La falta de programa
y de acción eficaz empeorará todavía más las cosas. Europa se
ruralizará durante siglos y habrá un retroceso en todos los
órdenes de la vida, especialmente, en el cultural.
2.
AVANCES Y RETROCESOS.
- El papel unificador y civilizador de la Iglesia. Dentro de la división y retroceso que para Europa suponen las invasiones germánicas y el colapso consiguiente, la Iglesia cumple el más importante papel unificador y de civilización, cuando menos, custodiando el acervo cultural anterior. Los obispos actúan preferentemente en los núcleos urbanos, en tanto que los monasterios se expandirán por las zonas rurales. Por su parte, ante la crisis política, el Papado paralelamente se fortalece, en especial, en lo relativo al efectivo gobierno y control de toda la Iglesia. El papa modelo de este robustecimiento es San Gregorio I el Grande.
- Reconstrucción del Imperio. En torno al poderoso rey franco Carlomagno, que conquista buena parte de la Europa occidental, renace la idea imperial. El papa le corona emperador en el año 800 y, durante un tiempo, existe la ilusión de recrear el Imperio romano a pequeña escala. El intento tendrá escaso éxito a corto plazo (división del imperio entre los nietos de Carlomagno; desaparición de la idea imperial en la siguiente generación), pero se habrán sentado las bases para resucitar la idea posteriormente: una cristiandad unida en torno a una especie de monarquía bicéfala, encarnada por el papa y el emperador.
- Avances culturales. En la corte imperial se produce un retorno a los conocimientos clásicos y surgen algunas figuras intelectuales de relevancia: es el llamado Renacimiento carolingio. Tal vez su efecto más duradero sea la implantación de un plan de estudios riguroso (el trivium y el cuadrivium), que se aplicará en las escuelas palatinas y religiosas, tratando de extender la escolarización, al menos, a los hijos de la nobleza.
- Ataques exteriores. Si todo lo anterior implica avances, genera retrocesos para los reinos germánicos la competencia internacional, que trata de conquistar por la fuerza los territorios ocupados por dichos reinos. Así, el emperador bizantino Justiniano I acaba con los reinos de los ostrogodos y de los vándalos (siglo VI), mientras que los musulmanes harán lo propio con el de los visigodos (siglo VIII).
3.
LOS VISIGODOS EN ESPAÑA.
Después de ciertos titubeos
sobre dónde ubicarse, la derrota a manos de los francos impulsa a los visigodos
a instalarse en Hispania, donde constituirán el reino hegemónico durante unos 300 años (principios
del siglo V – comienzos del siglo VIII). Demos unas pinceladas sobre los
visigodos y su tiempo.
- Dificultades políticas. Los visigodos tendrán rivales a la hora de enseñorearse de toda la península. Los suevos formarán en la zona noroeste un importante reino, que mantendrá su independencia hasta mediados del siglo VI. Los bizantinos se instalarán temporalmente en parte de la zona mediterránea. Pero las mayores dificultades provendrán de la religión arriana de los visigodos que, hasta su conversión al catolicismo (finales del siglo VI), les apartará decisivamente de la población hispano-romana.
- Relaciones conflictivas. A los iniciales enfrentamientos con la población autóctona (expoliaciones de tierras, cierta intolerancia religiosa), sucederá una lenta aproximación, tanto en lo religioso (conversión de Recaredo, año 589), como en lo jurídico (relativa unificación del status legal, con el Fuero Juzgo, en el siglo VII).
- Realizaciones artísticas. Los visigodos contaban entre los germanos más romanizados. Ello se aprecia en diversas aportaciones artísticas estimables, tanto en la arquitectura (San Juan de Baños), como en la orfebrería (tesoro de Guarrazar).
- Problemas insolubles. Dos cuestiones se enconaron con el tiempo y no encontraron solución satisfactoria: los problemas dinásticos, que hacían la sucesión monárquica tormentosa, y las cuestiones étnicas, donde nunca se llegó a una igualdad entre visigodos e hispano-romanos. Ello puede explicar, en parte, la rápida caída del reino visigodo ante la invasión musulmana, iniciada en el año 711.
LECCIÓN 8. EL ISLAM
El objetivo de esta lección es presentar
el Islam como un fenómeno histórico concreto, que constituye uno de los
episodios de conquista más rápidos y trascendentales de la Historia. Dicho
episodio, coetáneo de una relativa unidad política del mundo islámico (Califato)
corresponde a los siglos VII a XI. Pero antes de abordar ese momento histórico,
se considera útil hacer una presentación general e intemporal del Islam como
fenómeno religioso.
1.
EL ISLAM COMO RELIGIÓN.
Hace años, se dio la noticia
de que el Islam había desbancado al cristianismo como la religión
con más seguidores en el mundo; y
ello no era sólo debido al crecimiento demográfico de los países
tradicionalmente musulmanes, sino al auge del islamismo en lugares donde había
tenido una escasa implantación. La pregunta, entonces, podría ser: ¿cuál es la clave del éxito del Islam, tanto más difícil, cuanto que la
nuestra es una época poco propicia a las religiones? Tal vez esté la respuesta
en algunas de las notas o características del islamismo, que resumimos a
continuación:
·
Sencillez de creencias. El Islam está muy
lejos de tener una complicada teología o un conjunto extenso de dogmas. Lo
esencial se puede resumir en cuatro ideas: 1ª. Hay un único Dios (Allah),
señor de todas las cosas. 2ª. Se ha comunicado con los hombres a través de una
serie de profetas (incluidos Abraham, Moisés y Jesús), el último y más grande
de los cuales es Mahoma. 3ª. Los designios de Allah para con los hombres
están plasmados en un libro, el Corán, que aquel inspiró y prácticamente
dictó a Mahoma. 4ª. Según se obedezca o no los mandatos del Corán en este mundo,
nos espera una vida eterna de premio (Paraíso) o castigo (Infierno).
·
Escaso compromiso moral básico. Si las
creencias son pocas y claras, otro tanto sucede con los cinco mandamientos
fundamentales, que pueden resumirse en tres hábitos virtuosos: la oración,
la limosna y la frugalidad.
·
Hilo directo entre los creyentes y
Dios. En el Islam tradicional, no existían sacerdotes, ni
jerarcas religiosos. Desaparecido el califato, tampoco hay un gran jefe religioso
de la comunidad. El Islam está abierto a todos, es espiritualmente
igualitario y sus ritos o ceremonias (salvo las de la peregrinación a La
Meca) resultan sumamente sencillos: lectura, oración y –si acaso-
predicación.
·
Fundamentalismo o teocracia. Es el punto
más difícil de digerir en nuestros días. Para los musulmanes, el Corán
es el único libro, para todo y para siempre. En un principio, el Califa aglutinaba
las dos jefaturas del pueblo, la civil y la religiosa; hoy, la pretensión
es más bien que los jefes religiosos ejerzan directa o indirectamente el
supremo poder político. Y queda un aspecto de interpretación conflictiva, pero
que la Historia deja muy claro: el uso de la guerra santa para defender
y extender la religión islámica.
·
Relativa tolerancia y respeto. Este es un
aspecto que actualmente ha quedado del todo desfasado, pero que
fue rigurosamente cierto en los primeros tiempos islámicos: los musulmanes
fueron más tolerantes con otras religiones que muchos no musulmanes de su
época. La tolerancia se convertía en un respeto especial hacia los judíos y
cristianos (las gentes del libro), como seguidores de grandes
profetas reconocidos como tales en el Corán.
2.
EL ISLAM, FENÓMENO POLÍTICO Y CULTURAL.
Como se dijo al principio de esta lección,
nos referimos al periodo de los siglos VII a XI, dentro, pues, de la
Alta Edad Media. Durante ese periodo los musulmanes llevaron a cabo los
siguientes hechos políticos y culturales:
- Formación de un gran imperio. Se corresponde con los llamados califatos de Damasco y de Bagdad. En un siglo, se realizan inmensas conquistas territoriales en Asia y África, domina España y sólo se frena la expansión acelerada por Europa tras la derrota a manos de los francos en Poitiers (732). Pero, tan rápida como la conquista, fue la desintegración en el siglo XI de ese gran imperio, que se fragmentó en diversas unidades políticas, sin perder por ello casi ninguno de los territorios antes conquistados.
- Una organización política moderada. Tan extenso imperio se tenía que organizar de forma bastante descentralizada, aunque con un eficaz poder central. Este estaba a cargo del Califa y sus visires, en tanto los emires o gobernadores regían las provincias del imperio. El régimen no era despótico ni demasiado gravoso y en él se daba una amplia participación (sobre todo, si mediaba la conversión religiosa) a las poblaciones conquistadas (sirios, judíos, beréberes, etc.).
- Una cultura sincrética y superior a las demás de la época. En este sentido, el Islam de los primeros tiempos ejerció una inestimable labor de intermediación entre Oriente (China, India, Persia) y Occidente, en lo comercial y en lo estrictamente cultural.
- Progreso económico. La vida diaria y práctica era más sencilla y avanzada en el Islam, para casi todos los aspectos. La agricultura de regadío era la mejor de la época. El artesanado estaba bien organizado y tenía amplios conocimientos profesionales. Los musulmanes eran expertos en el comercio y controlaban una gran parte del de tipo internacional.
- El arte. El arte islámico tiene una fuerte personalidad, basada en la espiritualidad y la armonía de sus diversas influencias. Existe, de todas formas, un gran predominio de la arquitectura (palacios, mezquitas), sobre la pintura y la escultura, muy condicionadas por exigencias religiosas. En cambio, las artes decorativas son insuperables (azulejos, yeserías, ilustraciones de libros).
3.
EL ISLAM EN ESPAÑA: AL ANDALUS.
No podemos olvidar que el Islam dominó
la mayor parte de la Península Ibérica entre los siglos VIII y XI, y que
continuó controlando alguna parte de nuestro territorio hasta finales del siglo
XV. De hecho, el fenómeno de la Reconquista, no sólo define y
condiciona la Edad Media en España y Portugal, sino que ha dejado una huella
indeleble en nuestra cultura e imaginario colectivo.
Principales etapas del proceso de
confrontación cristianos-musulmanes.
- Primera etapa: superioridad musulmana. Se
desarrolla entre los siglos VIII y XI, en los cuales el Islam
español mantiene un alto grado de unidad y autonomía. Es la época del emirato
(al final, independiente) y del Califato de Córdoba, que duró
aproximadamente un siglo.
- Segunda etapa: superioridad cristiana. Se
inicia al desaparecer el califato, hacia 1030, dividiéndose Al Ándalus en multitud
de pequeños reinos de taifas, y dura hasta la
conquista del valle del Guadalquivir (primera mitad del siglo XIII).
La superioridad cristiana (ya, no sólo militar y política, sino social en
general) sólo fue paliada por sucesivas invasiones de musulmanes
africanos (almorávides, almohades), que reunificaron coyunturalmente
Al Ándalus y lograron algunas victorias.
- Tercera etapa: residualidad musulmana. Comprende
los siglos XIV y XV, en que como reliquia histórica, se mantiene el
reino musulmán de Granada, apoyado en su fuerte demografía,
escabrosidad del terreno y relativa indiferencia o cansancio del reino
castellano.
Influencia cultural musulmana.
La influencia musulmana fue muy
considerable en la España cristiana, dada su indudable superioridad,
hasta la Baja Edad Media, en riqueza y cultura. Este influjo no se ejerció sólo
sobre los reinos cristianos españoles, sino sobre buena parte de la Europa
occidental, actuando nuestro país como intermediario, tanto en los
aspectos artísticos, como en la transmisión escrita de muchas obras científicas
y filosóficas rescatadas del olvido por los musulmanes: recordemos el trabajo
importante realizado, en tal sentido, por la Escuela de traductores de
Toledo.
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