EL DERECHO Y LA
GUERRA DE ESPAÑA (V): EL DEL GENERAL GODED, UN JUICIO DE IDA Y VUELTA
Por Federico Bello
Landrove
Por mi vocación, soy historiador; por
profesión, fiscal -ya jubilado-; por mi edad y vivencias, estudioso de la
Guerra Civil o Guerra de España. Creo que son motivos bastantes para abordar
esta serie de ensayos sobre El Derecho y la Guerra de España, en que procuraré aunar información veraz y brevedad amena. Su
lecturas y comentarios me dirán si he acertado o no en el empeño.
1. Introducción
Que los a la
postre vencidos pretendan hacer justicia, tiene una grave consecuencia: la de
la réplica final de los vencedores. Esto sucedió en infinidad de ocasiones en
la Guerra de España. Sin ir más lejos, en el caso del general Fanjul, del que
he tratado en un precedente ensayo, en este mismo blog[1]. Al
menos dos de las personas implicadas en el juicio fueron ejecutadas por los
franquistas, en parte, por ese motivo[2].
En aquel trabajo no entré en el tema de la retorsión,
al no ser pertinente para su enfoque. Ahora, que voy a abordar el caso del
general Goded, sí he creído oportuno ilustrar con él uno de esos casos de juicios de ida y vuelta, con
protagonismos cruzados. Por tanto, dedicaré la primera parte del artículo a
resumir el Consejo de Guerra contra los generales Goded y Fernández Burriel (o Burriel, a secas),
ocupando la segunda con el que juzgó a los
miembros del tribunal que los condenó a muerte[3].
Aunque sea
innecesario, recordaré que dichos Generales fueron los militares más
relevantes, entre los que intentaron ganar Barcelona para la causa nacional, los días 19 y 20 de julio de
1936. Goded[4] fue
además, junto a sus compañeros Mola, Sanjurjo y Franco, muy destacado
conspirador del Alzamiento. Precisamente, al estallar este, se encontraba en
Palma de Mallorca, como Comandante General de Baleares, por lo que, conforme a
lo acordado, tomó un hidroavión militar para desplazarse hasta Barcelona, una
vez ganadas Mallorca e Ibiza para los sublevados.
Por su parte, el
general Burriel[5] -mucho
menos conocido en la Historia- ocupaba en aquellas fechas el mando de la
Segunda Brigada de Caballería, con sede en Barcelona, habiéndose previsto que
tomara el mando de la División de Cataluña[6],
hasta la llegada de Goded.
Hechas las
precedentes consideraciones, plasmaré en breve resumen el juicio o Consejo de
Guerra contra Goded y Burriel, celebrado el 11 de agosto de 1936 en el comedor
del buque-prisión Uruguay, surto en
el puerto de Barcelona. Me sirvo para ello, preferentemente, de la amplia
reseña del periódico barcelonés La
Vanguardia[7] del día
siguiente.
2. Consejo de Guerra del general Goded
Constitución y
composición del Tribunal[8].
Este Consejo de
Guerra, tramitado por el procedimiento sumarísimo al entender a Barcelona plaza
sitiada y bloqueada, comenzó a las siete y cuarto de la mañana del 11 de agosto
de 1936 con la constitución del Tribunal, formado por los siguientes militares:
Guillermo de la Peña Cusi, coronel de Infanteria, Presidente; Vocales: coronel
de Infantería, José Puñet Morales; tenientes coroneles de Infantería, Nicolás
Martínez Sansón y Carlos Redondo Flores; teniente coronel de Ingenieros, Mario
Jiménez Ruiz; José Combelles Burgos[9];
comandante José Michellas Llull, suplente; y teniente Auditor de primera,
Salvador Campos Penalba, como ponente. La instrucción de la causa corrió a
cargo del coronel de Caballería, Carlos Caballero Méndez, sobre la base de la
pieza separada que el juez especial, Sr. Pomares, instruía sobre los sucesos
violentos del 19 de julio y días siguientes. Actuó como Fiscal el teniente
Auditor de primera, Pedro Rodríguez Gómez.
La defensa de
ambos procesados estuvo a cargo del comandante de Estado Mayor, Antonio Aymat
Mereca, teniendo como suplente al capitán de Ferrocarriles, Antonio Sánchez
Bravo.
Lectura de la
pieza o sumario de instrucción.
La primera parte de la vista se dedicó a la
lectura de las declaraciones prestadas en fase de instrucción por los acusados
y los testigos. Por razones obvias, limitaré mi extracto a la manifestación de
Goded y las testificales que directamente le conciernan.
·
El
general Goded declaró que, a requerimiento de la guarnición de Barcelona y de
gran número de generales, vino a la capital barcelonesa para ponerse al frente
del movimiento, que no iba contra el
Régimen, sino contra la forma de Gobierno, para evitar la anarquía. Él no
era el Director de tal movimiento en España, ni tiene ideas fascistas. Las
personas que lo acompañaron en el viaje desde Mallorca -entre ellas, un hijo
suyo- no estaban informadas del objetivo de la expedición. Cuando llegó al
edificio de la División, ya se encontró detenido a su Jefe, general Llano de la
Encomienda, a quien hizo retirar a una habitación de la Comandancia. Cuando se
percató de que, con cincuenta hombres,
no podía seguir sosteniendo la lucha, se rindió y habló por radio, para evitar el derramamiento de sangre.
·
El
general Burriel se refirió a Goded como quien se hizo cargo del mando de la
Región, tan pronto llegó al cuartel de la División.
·
El
general Llano de la Encomienda señala que, a la llegada de Goded, quedó
arrestado en sus habitaciones y todo su Estado Mayor se puso abiertamente en
contra de él y a las órdenes de Goded. Al entrar en la División el general
Goded, el declarante le llamó traidor a España y al Ejército. Goded sacó la pistola, al mismo tiempo que
decía: A ver si te mato. A lo que el dicente contestó: No lo harás porque eres
un cobarde. El Estado Mayor (sic), que
seguía a Goded, desarmó a este (el general Llano).
·
El
general de la Guardia Civil, Aranguren[10],
manifiesta que recibió invitaciones de los generales Goded y Burriel para que
se sumara al alzamiento, cosa que rechazó frontalmente, requiriéndolos él, a su
vez, para que se reintegraran a la
legalidad, lo que no hicieron, especialmente el general Goded, esclavo de una
obsesión que le impedía abandonar el camino que había emprendido.
·
El
comandante de Infantería Lázaro Muñoz dijo que, al ver el general Goded que la resistencia era inútil, tomó un arma,
con la intención de utilizarla contra sí mismo, pero él le hizo desistir.
Declaraciones de los acusados, ante el
Tribunal.
·
El
general Goded -con uniforme militar- responde al Fiscal: Que vino a Barcelona a
hacerse cargo del Movimiento. Que tenía el objetivo de derribar al Régimen y en
él estaban implicados otros generales, si bien no está dispuesto a dar nombres.
Que se trataba de restablecer el imperio de la Ley, estando convencido de que
la sublevación sería acatada en toda España. Que, aunque se personó en el
cuartel de la División y se puso al frente, no tuvo que apartar del mando al
general Llano de la Encomienda, porque este no hacía otra cosa que estar echado
en un diván, sin hacer nada; por lo tanto, el general Llano miente en sus
manifestaciones de la instrucción. Que no trató en ningún momento con paisanos
y que malamente pudo haber dirigido a las tropas sublevadas, dado que la
División estaba efectivamente incomunicada, no sabiendo más que hubo combates.
Que, cuando estos no les dieron esperanza ninguna de vencer, él mismo se
entregó y pidió a los demás rebeldes que hiciesen lo propio.
·
El
general Burriel -que vestía traje de civil-, en lo atinente a la conducta de
Goded, manifestó que, hasta que este llegó, no hubo nadie que ostentase el
mando supremo de los alzados, pues fue un
movimiento espontáneo. Goded llegó hacía el mediodía del 19 de julio,
haciéndose con el mando sin violencia ninguna, dado que el general Llano ya no era nada. Al día siguiente, cuando
le dijo el general Goded que quería quitarse la vida, el declarante llamó por
teléfono al general de la Guardia Civil, Aranguren, y le dijo que se entregaba.
Llegaron las fuerzas contrarias y se entregaron.
La prueba
testifical.
La Vanguardia recoge un total de nueve
testigos (dos generales, cinco coroneles, un teniente coronel y un capitán)
quienes, salvo los generales y un coronel, ya estaban detenidos y procesados
por secundar el Alzamiento. En lo tocante al general Goded, entresaco los
siguientes extremos significativos:
·
Del
general Llano de la Encomienda -que viste de paisano-: Aunque, en casi todo momento
fue el general Burriel el que anduvo de intermediario de los rebeldes, cuando
llegó Goded se hizo cargo del mando, suplantándolo a él. Le dijeron que todo se podía arreglar si el dicente
declaraba el estado de guerra, diciéndome
que la situación se normalizaría entonces.
·
Del
general Aranguren (vestía de militar y, ya entonces, era el Comandante de la
División de Cataluña): Que tuvo una conversación telefónica con el general
Goded, en la que este se tituló jefe de la rebelión en Barcelona y le intimó,
como antes Burriel, a que se sumase a la sublevación, suspendiendo las
hostilidades con los rebeldes. La sublevación era contra el Gobierno y le
dijeron que era para salvar a España.
·
El coronel Francisco Serra Castells manifiesta
que lo único que sabía del levantamiento que se preparaba era que había un movimiento de derechas y otro de
izquierdas.
·
El
teniente coronel Jacobo Roldán Fernández: Que tuvo la impresión, por contactos
con el general Burriel, de que el general Llano le había pasado el mando de la
División por indisposición y que así
continuarían las cosas hasta que viniera
a posesionarse el general Goded.
· El
coronel Manuel Moxó[11]
asegura que ninguno de los militares fue en contra del Régimen. Que el general
Goded llegó a la División a eso del mediodía del 19 de julio y se hizo cargo del mando de las fuerzas,
destituyendo al general Llano.
Los generales Goded y Burriel durante su consejo de guerra
Conclusiones e
informes.
·
Tras
unos minutos de receso, se reanuda la sesión a las nueve y media de la mañana,
con las conclusiones e informe del Fiscal. Manifiesta que los hechos de
Barcelona forman parte de un movimiento general contra el Estatuto, la Constitución y el Gobierno constituido a su
amparo. El levantamiento armado de las tropas integra una indiscutible
rebelión militar, que primero dirigió el general Burriel y, seguidamente, el
general Goded. Los daños del
alzamiento superan a toda imaginación,
para el Estado, el pueblo y el Ejército,
que se ha venido abajo. En consecuencia, en el orden penal, solicita la
pena de muerte para los dos generales acusados, precedida de su degradación.
·
La
Defensa de Goded entiende que hay atenuantes en lo hecho por su patrocinado: Este movimiento no iba dirigido contra la
República, a la que incluso se vitoreó. Se trataba, aunque por vías
equivocadas, de terminar con una situación de continuos asesinatos por uno y
otro bando, con la que había que acabar, apoyando a los Poderes públicos.
Goded, con su prestigio, trató de conseguirlo con la guarnición de Barcelona. Luego se dio cuenta de que le habían engañado
y por eso se rindió. Siempre llevó su propósito por vía militar, sin
implicarse nunca con Partidos políticos ni paisanos. Por todo ello, solicita
para el general Goded la pena de reclusión
militar temporal[12].
Ninguno de los
procesados hizo uso de su derecho a la última
palabra y el Tribunal levantó la sesión a las diez horas y veinte minutos.
Quiere decirse que el Consejo de Guerra duró unas tres horas.
Sentencia y su
ejecución.
El Tribunal
deliberó hasta las doce y media del mediodía (es decir, unas dos horas). El
fallo fue la pena capital para ambos acusados. La sentencia fue inmediatamente
remitida a la aprobación del Auditor y del general Jefe de la División de
Cataluña. Alcanzada tal aprobación dúplice, se comunicó al Gobierno de la República,
para obtener el oportuno acuse de recibo o enterado.
Recibido este sin acordar indulto, la sentencia se someterá a ejecución seguidamente.
La Vanguardia recoge una amplia referencia
de los preparativos y fusilamiento de los generales Goded y Burriel[13],
producido a las seis y veinte de la mañana del día 12 de agosto de 1936, en el
glacis Santa Elena del Castillo de Montjuich. No recogeré de ella sino los
detalles humanos relativos a Goded:
-
Los reos expresaron sus deseos de
recibir los auxilios de la religión y al efecto se habilitó como capilla un
camarote del vapor “Uruguay”. Uno de los curas que están allí detenidos les
prodigó los auxilios espirituales.
-
Después estuvieron a bordo dos
notarios, llamados por los reos, quienes hicieron testamento.
-
Durante
su conducción al lugar de la ejecución el
ex general Goded, que aparentaba serenidad, iba fumando un cigarrillo.
El general Goded
3.
La respuesta de los vencedores
Nada mejor para introducir este apartado,
que recoger las palabras textuales del diario barcelonés La Vanguardia del viernes, 28 de abril de 1939[14]:
Ayer por la mañana, en la Sala de Casación
del Palacio de Justicia, se constituyó en Consejo de Guerra de Oficiales
Generales, el Tribunal militar, para ver y fallar la causa instruida, con el
número 3, por el delito de rebelión militar contra los miembros del titulado
Consejo de Guerra que el 11 de agosto de 1936 tuvo efecto a bordo del vapor
“Uruguay”, contra los Generales don Manuel Goded Llopis y don Álvaro Fernández
Burriel.
Las personas
implicadas.
·
El
Tribunal quedó constituido a las doce menos cuarto de la mañana, por los siguientes
militares: Presidente, el General de Brigada, Francisco Trapote González;
Vocales: Augusto Jordá iglesias (coronel de Artillería), Manuel Cañellas Tapia
(coronel de Infantería), Eloy Soto Menlle (coronel de Infantería), Leopoldo
Rodríguez de Rivera (coronel de Infantería de Marina), José Vidal Fernández
(coronel de Infantería); Vocales Suplentes: sendos coroneles de Artillería y de
Carabineros, cuyo nombre omito; Vocal Ponente: Joaquín Otero Goyanes, Auditor
de Brigada; Fiscal, el teniente coronel Jurídico de la Región, Ramón de Orbe;
Juez Instructor, coronel Guillermo Vizcaíno.
·
Los
procesados eran los siguientes[15]:
Guillermo de la Peña Cusi, coronel de Infantería, que había presidido el
Consejo de Guerra de los generales Goded y Burriel; Vocales de dicho Consejo de
Guerra, tenientes coroneles de Infantería, José Puñet Morales y Nicolás
Martínez Sansó; coronel de Infantería, Robustiano Garrido de Oro; tenientes
coroneles de Ingenieros, Mario Giménez Ruiz y José Combelles Bergos, y
comandante de Ingenieros, Julio Michelena Llull; Instructor de la causa general
especial, magistrado de la Audiencia Territorial, Luis Pomares Pérez; Abogado
defensor, comandante de Estado Mayor, retirado, Antonio Aymat Mareca. No
comparecen los procesados, Carlos Redondo Flórez (teniente coronel de
Infantería), Salvador Campo Peñalba (teniente Auditor de primera) y Carlos
Caballero Méndez (coronel de Caballería, fallecido). En total, nueve procesados
presentes y dos ausentes (además del fallecido).
·
Los
Abogados defensores. Siete de los procesados presentes eran defendidos por el
alférez, Francisco Eyre; otro, por el alférez, Gabriel Juliá, y otro, por el
teniente coronel de Estado Mayor, Luis de Lamó.
Lectura del
apuntamiento.
El apuntamiento,
muy extenso, tenía dos partes principales. La primera era un resumen de lo
acaecido en el Consejo de Guerra de los generales Goded y Burriel, que no juzgo
necesario reflejar ahora, toda vez que dicho juicio ha sido resumido en el apartado
2, por testimonio veraz y de primera mano. La segunda se refería a las
manifestaciones de los procesados, encaminadas a aliviar la responsabilidad que
sobre ellos pesaba y a exonerarse de toda sospecha de simpatía subjetiva con la
causa republicana. Veamos algunos ejemplos:
·
El
señor Puñet manifestó haber sido coaccionado para formar parte del Tribunal,
siendo conducido a la fuerza hasta el buque donde se celebró.
·
El
señor Combelles también alude al ambiente de
coacción extraordinaria en que aquel Consejo de Guerra se celebró y dice
haber formado parte del Socorro Blanco, o ayuda durante la guerra a gentes de
derechas en peligro.
·
El
señor Garrido de Oro niega haber sido masón; manifiesta que fue conducido a la
fuerza hasta el lugar donde se celebraba el Consejo de Guerra contra Goded y
Burriel y señala al general Llano de la Encomienda como principal responsable
de la irreparable pena impuesta a ambos generales.
·
El
Señor Pomares dice que nunca ha formado parte de ningún Partido político.
·
El
señor Aymat manifiesta que estuvo escondido en el Montseny hasta que Cataluña
cayó en poder de los nacionales;
recuerda que la familia del general Goded le dio las gracias por su defensa del
General, y dice que llegó a haber amenazas de volar el “Uruguay”, si no se
sentenciaba a muerte a los generales Goded y Fernández Burriel.
La lectura de
parte del apuntamiento se dilató hasta la una y cuarto de la tarde, momento en
que se suspendió la vista, para continuarla a las cuatro y media, prosiguiendo
dicha lectura. En esta segunda parte, siguieron las disculpas de varios de los
acusados. Así:
·
El
señor Martínez Sansó manifiesta que estuvo en contra de la imposición de la
pena de muerte, presentando un voto
particular en tal sentido. No obstante, la pena fue aprobada por seis votos
contra el del declarante.
·
El
señor Jiménez Ruiz dice que hubo de
formar parte del Tribunal porque se le condujo hasta allí por la Guardia Civil.
Declaraciones
de los acusados.
En este punto es
sumamente escueta la versión periodística que vengo manejando. No obstante,
esta fase del plenario debió durar bastante, pues se intercaló una suspensión
de cinco minutos. Extracto lo que recoge el cronista:
·
El
Presidente del Consejo de Guerra contra Goded y Burriel, Guillermo de la Peña,
manifiesta que, hasta tal punto no quería formar parte del Tribunal, que alegó
infructuosamente estar enfermo. Fue obligado y llevado a la presencia del
general Aranguren, quien le ordenó presidirlo. El Fiscal le pregunta si ustedes no sabían que a los generales Goded
y Burriel no podía juzgarlos sino la Sala VI del Tribunal Supremo. De la
Peña contesta: No. De haberlo sabido me
hubiera negado a formar parte de aquel tribunal.
·
Martínez
Sansó reconoce que, aunque estaba en contra de la sentencia de muerte, no llegó
a formular voto particular. Matizando[16],
lo redacté allí mismo, en un papel
sellado que me facilitó el Ponente, pero este no admitió mi voto, porque dijo
lo estimaba inútil e improcedente.
·
El
antiguo Defensor, Aymat, manifestó que había prestado servicios a la Causa Nacional, y contesta que en el mes de junio de 1937 me puse en
contacto con el coronel Ungría[17].
Prueba
testifical.
En sesión
vespertina del día 27 de abril y matinal del 28, se desarrolló una amplia
prueba testifical, que voy a pasar por alto, pues no tuvo otro objetivo que el
de desmarcar a los acusados de afinidades y afectos republicanos, destacando
por el contrario sus numerosos servicios -reales o supuestos- a la causa del
Alzamiento. La Vanguardia alude
nominalmente a no menos de veintitrés testigos que comparecieron y declararon,
más otros seis que no llegaron a comparecer.
Informe y
conclusiones del Fiscal.
Comienza el Fiscal
considerando el juicio y ejecución de los generales Goded y Burriel fruto de la
presión incontrolada de las turbas y del gobierno de la Generalidad, a cuyo
dictado obró el magistrado Pomares, nombrando Auditor a una persona que no
pertenecía al Ejército y declarando indebidamente en estado de sitio a
Barcelona, para poder celebrar en esta plaza un Consejo de Guerra sumarísimo,
sin la debida competencia y obviando todas las garantías legales exigibles. A
partir de ahí, todos los procesados aceptan sus nombramientos y desarrollan una parodia indigna, sin hacer la más mínima
protesta. Llega la hora de votar y todos votan la sentencia de muerte, al
parecer, con un solo voto particular, que no prosperó. No es posible invocar la
circunstancia de miedo insuperable, dado que no es aplicable a un militar. En
consecuencia, la conducta de los procesados integra un delito de adhesión a
rebelión militar, con diversas circunstancias agravantes en varios de ellos.
-
En
el señor Pomares, por haber preparado aquel
engendro, siendo un magistrado profesional, con grandes conocimientos
técnicos.
-
En
el señor de la Peña, por haber aceptado ser el Presidente de aquel tribunal.
-
En
el señor Aymat, sus antecedentes sospechosos, pues también tomó bajo su defensa
a sujetos implicados en los sucesos revolucionarios de octubre de 1934.
-
El
señor Michelena entiende que es autor de delito de rebelión militar, no de mera
adhesión al mismo[18].
Y, en definitiva,
para todos los acusados, las agravantes de transcendencia de los hechos y de
los daños graves que causaron.
Finalmente,
valorando todas las circunstancias concurrentes, solicita pena de muerte para
los acusados Pomares, Peña y Michelena; la de treinta años de reclusión para
los acusados Puñet, Garrido de Oro, Martínez Sansó, Giménez Ruiz y Combelles; y
la de doce años de reclusión para el acusado Aymat.
Conclusiones e
informes de las Defensas.
El Abogado
defensor de Martínez Sansó y el de Aymat solicitaron la absolución de sus
patrocinados, sin merecer de La
Vanguardia aclaración de los motivos.
El Defensor de los
otros siete acusados invocó la benevolencia del Tribunal, por tratarse de pundonorosos militares y caballerosos
hombres de derecha. En lo tocante al acusado Pomares, dice que es un integérrimo magistrado, al que sí puede
serle aplicada la eximente de miedo insuperable, toda vez que no es militar.
Finalización
del Consejo de Guerra.
El Consejo terminó
hacia las dos de la tarde del día 28 de abril de 1939, haciendo uso los
acusados del derecho a la última palabra.
Destacó en tal aspecto el acusado Pomares, que desmintió las gravísimas
acusaciones que contra él se habían formulado y manifestó que, si aceptó encargarse de la instrucción del
sumario, fue porque se le coaccionó, se le violentó y se le amenazó.
***
De los tres
acusados para los que el Fiscal solicitó pena de muerte, me consta que esta les
fue conmutada por reclusión perpetua a de la Peña y Pomares, pero no he podido
averiguar lo que a este respecto sucedió con Michelena.
En cambio, creo
haber descubierto la probable razón por la que el Fiscal del Consejo de Guerra
contra Goded y Burriel, teniente Auditor de primera, Pedro Rodríguez Gómez, no
fue procesado ni acusado en el Consejo de Guerra del que acabo de tratar. Dicho
Auditor fue fusilado en Barcelona, el 12 de mayo de 1939, en unión de otras dos
personas, implicadas en el procedimiento sumarísimo contra el general Fanjul y
el coronel Fernández Quintana[19].
Pedro Rodríguez nada tuvo que ver en el juicio de Fanjul, y -como acabamos de
ver- no contó entre los acusados por el Consejo de Guerra de Goded y Burriel,
de los días 27 y 28 de abril de 1939.
Me inclino, pues,
por entender que Pedro Rodríguez Gómez fue juzgado por su intervención en el
juicio de Goded, pero en otro Consejo de Guerra anterior. De no ser así, lo
habría sido en el que he historiado. Ahora bien, se me escapa el motivo de esa
probable duplicidad de procesos por unos mismos hechos. De todas formas, para
un simple ensayo, creo que ya he
hecho y escrito bastante.
[1]
El Derecho y la Guerra de España (IV):
Razones y sinrazones del general Fanjul. Para quien desee profundizar en la primera parte de este ensayo (el juicio contra el General Goded), le remito a la siguiente obra extensa: Jacinto Merino Sánchez, El consejo de guerra contra el general de división Manuel Goded Llopis. Un ejemplo de investigación sobre archivos correspondientes a los Tribunales Militares Territoriales en 1936, Ediciones de la Universidad de Cantabria, Santander, 2011.
[2]
Se trata del Instructor especial, magistrado Francisco Javier Elola
Díaz-Varela, y del Auditor General de la Armada, Fernando Berenguer de las
Cajigas, que formó parte del Tribunal sentenciador. Ambos fueron fusilados en
Barcelona, el 12 de mayo de 1939. Véase Federico Vázquez Osuna, Francisco Javier Elola Díaz-Varela, in
memoriam, en w.w.w.unidadcivicaporlarepublica.es, 16-06-2015.
[3] Es una parte del titular de la noticia, en la
página 4 del diario barcelonés La
Vanguardia, número del 28 de abril de 1939.
[4] Manuel Goded Llopis (1882-1936), General de
División.
[5] Álvaro Fernández Burriel (1879-1936), General
de Brigada. Era el más antiguo de su empleo en Barcelona al producirse la
sublevación.
[6] Mandada a la sazón por el General de División,
Francisco Llano de la Encomienda (1877-1963), a quien se consideraba, con
razón, adicto a la República.
[7] Número 22.593 (12 de agosto de 1936), páginas
1-3. La referencia a la ejecución de ambos Generales, en el número 22.594 (13
de agosto de 1936), página 1. Las citas textuales de mi ensayo se hacen
respecto de los expresados ejemplares del periódico.
[8] Mi interés por recoger todos los nombres
responde a la importancia que pudieron tener en el juicio contra varios de
ellos, del que se trata infra,
apartado 3.
[9] La
Vanguardia no indica graduación. Se trata de José Combelles Bergos,
a quien el Boletín Oficial del Estado nº 257, de 19 de abril de 1942, página
7.122, alude como ex Teniente Coronel.
Me temo que los nombres y apellidos fueron cogidos al oído por el cronista, pudiendo haber bastantes errores en ellos,
por ejemplo, en el apellido Sansón, en
realidad Sansó, o en Michellas, correctamente Michelena.
[10]
José Aranguren Roldán (1875-1939), al frente de la Quinta Zona (Cataluña) de la
Guardia Civil. Fue fusilado, tras condena a muerte en Consejo de Guerra, el día
22 de abril de 1939. No fue dato sustancial para su condena el haber sido
testigo de cargo en el juicio contra
Goded y Burriel. Ofrece su biografía novelada Lorenzo Silva, Recordarán tu nombre, edit. Planeta-Destino, Barcelona, 2017.
[11] Manuel María de Moxó y Marcaida (1883-1936),
coronel jefe del Estado Mayor de la IV División (Cataluña). En fecha
indeterminada de 1936, fue sacado del
buque-prisión Uruguay y asesinado, no
obstante lo cual se le juzgó en rebeldía en Barcelona, el 5 de enero de 1937,
siendo condenado a muerte.
[12]
La duración de dicha pena era de doce años y un día, a veinte años (artº 179
del Código de Justicia Militar de 1890). Para el general Burriel, el Defensor
pidió pena de prisión militar correccional (La
Vanguardia se refiere a reclusión
militar correccional, sin duda por error), cuya duración era de seis meses
y un día, a seis años (artº 179, citado).
[13] Número 22.594, del 13 de agosto de 1936,
página 1.
[14]
Número correspondiente al 28 de abril de 1939, página 4. Continuación, en el
número del 29 de abril de 1939, página 7.
[15]
Como ya indiqué en la nota 9, la referencia periodística presenta evidentes
errores de apellidos y graduaciones, así como también discordancias en el
número de Vocales, en comparación con los datos ofrecidos para el juicio de
Goded y Burriel, supra, apartado 2.
[16] Mejor
diríamos, sosteniendo cada vez una cosa distinta.
[17]
José Ungría Jiménez (1890-1968), militar de carrera, Jefe de los servicios
secretos del bando franquista durante la Guerra Civil.
[18]
Así es como entiendo la confusa traducción
hecha por el periodista, que probablemente no era experto en sutilezas
legales. Es posible que en la causa hubiese constancia de que, durante la lucha
callejera en Barcelona, Michelena hubiera tomado postura por el bando
gubernamental. Alguna fuerza de Ingenieros se enfrentó a los alzados: Luis
Romero, La sublevación en Barcelona (19 y
20 de julio de 1936), Tiempo de Historia, números 80-81 (julio-agosto de
1981). Pero insisto en que se trata de una hipótesis personal mía, basada en el
especial rigor del Fiscal hacia quien fue simplemente Vocal en el juicio de
Goded, y además, suplente.
[19] Véase
más arriba, la nota 1.
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