jueves, 1 de septiembre de 2016

GOOD VIBRATIONS (CENSOR ON THE BEACH)


Good vibrations (Censor on the beach)[1]

Por Federico Bello Landrove

     La gran canción de los Chicos de la Playa (The beach boys), Good vibrations, fue número 1 en España en 1967, pero censurada en 1971. ¿Qué pasó y por qué? Déjenme que les cuente la historia, con mucha verdad y su dosis de imaginación. Y, si al mismo tiempo la escuchan y tienen a la mano la letra, comprenderán mejor de lo que hablo.



1.      Los protagonistas de la historia

     Hace muchos años, asistí a la boda de un compañero de Carrera. Llegado el momento de abrir el baile, la orquestina atacó Good vibrations a ritmo de vals. Los melómanos quedamos estupefactos; el padre de la novia se negó a bailar con ella, rojo de ira, mientras dicha canción siguiera sonando; los novios sonreían llenos de maliciosa complicidad. El instante quedó grabado en mi mente y un día pedí al novio de antaño que me explicara los pormenores. Pues bien, esta es su historia.

***

     Como sabes, amigo Fran, Good vibrations se oyó mucho en España cuando nosotros andábamos por mitad de la Carrera[2].  En un primer momento, para mí pasó sin pena ni gloria: Reconocía su novedad, pero me desagradaban sus cambios de ritmo y el sonido estridente del famoso teremín. Estaba muy lejos de imaginar que esa canción jugaría un papel muy importante en mi vida. Para ello, tuvieron que pasar casi cuatro años.
     Por entonces, ya habíamos concluido nuestra licenciatura y, en lo que a mí respecta, preparaba las oposiciones de Judicatura, con aquel excelente preparador, don Fulgencio, tan entregado y buena persona, como carca y de mal genio. Aunque me esté mal decirlo, yo era su ojito derecho, de esa manera paternal, que solo quien ha sido preparador de opositores acierta a comprender.
     Llevaba cosa de un año yendo a su casa tres veces por semana para cantar los temas del examen, cuando me dijo:
-          -  Eres un figura sintetizando y exponiendo los conocimientos, como se necesita para aprobar. Ya sabes que mi hija mayor está estudiando cuarto de Derecho y, aún contra su voluntad, quiero que se vaya haciendo a la idea de que no hay salida profesional más bonita que la nuestra. ¿Te importa que entre cuando vayas a decir los temas? Le vendría muy bien para aprender la técnica y, de paso, superar el miedo a los quinientos temas de la oposición.
-          -     Por mi parte encantado, si eso la ayuda, pero la verdad es que estos son años muy duros para quien no quiera de verdad prepararse con ilusión.
-          -     ¡Bah, ella es muy inteligente y todavía no sabe bien lo que quiere! Bueno, sí: por lo pronto, escoger lo fácil y llevarme la contraria.
     Así que era inteligente… Hasta ese momento, lo único que sabía de ella es que, algunas veces, me abría la puerta y, si acaso, me informaba de que su padre iba a retrasarse un poco. Yo me limitaba a admirar sus maravillosos ojos verdes (aunque fueran traidores, como advierte la canción) y su gracioso busto, con la discreción que me daban la timidez congénita y los desengaños sobrevenidos. Pensé, pues, que sería una buena ocasión para poder conocerla más y para llevar las lecciones mejor aprendidas todavía.
     Si lo segundo pude lograrlo, para lo primero hubo poca ocasión. Con la finalidad de que no distrajese mi atención, su padre la colocó detrás de mí, en una esquina de la sala, de modo que apenas podía mirarla de soslayo, entre tema y tema. La chica, Noemí, se libraba bien de hacerme alguna pregunta, como le ofrecía su padre al final de la sesión y, por supuesto, al concluir, yo me levantaba, me despedía y, así, hasta el día siguiente.
     Esta situación tan monótona duró unos cuatro meses, sin más alteración que la decisión de mi oyente, de espaciar sus asistencias a solo un día por semana. Supuse que se aburría y lo comprendí, por más que yo deseaba que entrase, para oír de fondo el rasgueo de su bolígrafo tomando notas y el leve crujido de su silla al cambiar de posición. En mi memoria quedaban sus palabras cuando, tras la primera clase, su padre le preguntó qué le había parecido mi exposición. Noemí contestó:
-          -    Ojalá los profesores de la Facultad explicaran así.
     Aunque yo ya los tuviera algo olvidados, hube de reconocer que llevaba razón. Tampoco hacía falta ser Cicerón para dar sopas con honda a la mayoría de ellos.

***

     Así estaban las cosas cuando, allá por marzo del setenta y uno, don Fulgencio me hizo el siguiente encargo, al acabar la clase:
-          -   Gerardo, me ha llamado el Director General de Cultura Popular -buen amigo mío- para pedir mi opinión sobre la decisión de censurar una canción. La cosa no tendría mayor importancia, si no fuera porque la discográfica y el arreglista son importantes[3] y no quiere dejarse llevar por las exageraciones de los censores.
-          -  ¿De qué canción se trata?, pregunté rutinariamente.
-       -   De la de un grupo americano famoso, que habla de no sé qué vibraciones.
-        -  ¡Arrea, papá! -se atrevió a terciar Noemí- ¿No será Good vibrations? Estaba de moda en Irlanda, la primera vez que fui.
-          -     No tengo idea -gruñó don Fulgencio-. Mi amigo ha quedado en mandarme la letra por correo urgente. Dice que está en inglés. ¿Sabes tú inglés, Gerardo?
-          -   Me defiendo, pero no creo que sea suficiente para dar opinión a todo un Director General.
-          -   ¡Hombre!, la opinión se la daría yo. Lo que te pido es que te informes a fondo sobre los autores de la canción, el contexto de la misma y todas esas cosas. Eres concienzudo y, como joven, estarás mucho más al tanto de estos temas.
-         -  Si quieres, papá, puedo ayudar a Gerardo. Yo sí que domino el inglés.
-          -  Menos de lo que deberías, después de ir a Irlanda tantas veces. En fin, más ven cuatro ojos que dos, siempre que Gerardo admita tu cooperación.
-          -  ¡Claro, don Fulgencio! Yo estoy bastante pez en música moderna. Si se tratara de Beethoven o de Tchaikovski…
-         -  Pues no se hable más. A trabajar y aguditos, que tengo que responder a mi amigo a la mayor brevedad.
-         -  Bueno, primero tendremos que asegurarnos de qué canción se trata -puntualizó Noemí-.
-          -  Cierto -concluyó su padre-. Esta misma tarde telefonearé al Ministerio y os daré el dato con seguridad.
     Eso fue todo, por el momento. Pero la chica salió tras de mí y me dijo en el vestíbulo:
-          -   Te llamaré esta noche para informarte. Estamos a viernes. El domingo por la tarde podemos quedar y cambiar impresiones.
     Asentí con una sonrisa. Después de todo, la censura podía llegar a tener efectos muy satisfactorios.


2.      Reparto de funciones



     Como habíamos aventurado, amigo Fran, la canción en la cuerda floja resultó ser Good vibrations, de los Beach Boys. Sentados en la atestada cafetería Risky, cuando me lo confirmó Noemí perdí un poco los estribos:
-         -  Siempre me pareció que la Censura era bastante torpe, pero esto pasa de la raya. ¿A quién se le ocurre prohibir una canción a los cuatro años de hacerse famosa?
-         -  Haciendo de abogada del Diablo, te diré que tienen una razón muy poderosa en este país de políglotas: Parece que en la cubierta del disco, o en una carpeta anexa, se quiere insertar la letra traducida[4].
-          - ¿Y?
-         -  Pues que ahí está el detalle. En el informe preliminar de los censores, las vibraciones, la exaltación y todo eso parece que lo relacionan con el acto sexual.
     Me lo dijo con tal naturalidad para aquella época, que ganó varios enteros en mi estimación. Prosiguió:
-          - De cualquier manera, tenemos que afrontar la tarea que nos ha puesto mi padre; así que me he permitido traer mi traducción del texto y voy a sugerirte un reparto del trabajo entre los dos.
     Debió notar mi desilusión por trabajar cada uno por su cuenta. Por ello, matizó:
-          - Se trata de buscar datos durante un par de días. Luego, nos juntaremos para poner en común y discutir nuestras apreciaciones. Vamos a necesitar bastante tiempo para hacer entre los dos algo tan bueno como para que vaya al Ministerio.
     Mientras hablaba, eché un vistazo a su traducción, que iba a continuación del texto inglés. Me pareció impecable.
-          -  La verdad, Noemí, no creo que esté en condiciones de perder mucho tiempo. Los temas…
-         -  Allá tú -dijo, simulando displicencia-. Vas a enfadar a don Fulgencio y a mí me decepcionarás. No sabes cómo te admiro por tu cerebro y tu aplomo.
     Eso de la admiración sonaba prometedor. Rectifiqué:
-          - Lo que quería decir es que tu padre nos ha pedido un trabajo rápido, no más de una semana. En fin, ¿qué partes has previsto para distribuirnos la tarea?
-          - Tú podrías informarte sobre el origen de la canción, el ambiente, la personalidad de sus autores y el recorrido que ha llevado, desde su origen hasta ahora. Yo me dedicaré a las vibraciones.
-          -  Las vibraciones… ¿Qué vibraciones? No me digas que crees en esas cosas.
-         - ¿Por qué no? Quien más, quien menos, ha tenido alguna experiencia extrasensorial. ¿Tú no?
-          -  Por supuesto que no. Eso es cosa de filosofías orientales y de alucinógenos.
     Me había pasado. Hízomelo saber con un mohín de desagrado y unos momentos de espeso silencio. Luego -como lo oyes- se levantó de la mesa y dijo tajante:
-          -  Nos vemos el miércoles aquí mismo, cuando termines la clase. Y paga tú. He tenido la vibración de que pensabas hacerlo de todos modos.

***

     Gracias a la ayuda de un conocido que trabajaba en la emisora de la Cadena SER de Castellar, el miércoles pude presentarme ante Noemí con la cabeza hecha un lío. Quiero decir que los autores de la canción[5] no habían dejado muchas pistas y estas eran contradictorias. Desde la inocente alusión al sexto sentido de los animales, hasta la influencia decisiva del LSD, el origen y sentido de Good vibrations presentaba las más diversas interpretaciones. Otro tanto sucedía con el significado literal de palabras clave, como vibraciones, excitaciones, exaltación, el mundo pleno, o el viaje a no sé dónde[6]. En tales circunstancias -concluí-, no veía razón para censurar el texto y, en la duda, podían asumirse las acepciones menos maliciosas.
     Noemí me escuchó con atención durante unos minutos. Luego me pareció que perdía interés. Al concluir, me preguntó de sopetón:
-         - Querido, ¿qué lugar ocupa en tu indagación la familia Manson[7]? ¿Y el hecho de que Brian Wilson sea actualmente un guiñapo humano por la acción de las drogas?  No creo que mi padre se trague lo de que las vibraciones de la canción sean un remedo de las que captan los perritos ladradores en las personas, y bien que lo siento, porque es de lo mejor que se ha escrito y, por otra parte, estoy a favor de que las vibraciones existen, con ácido[8] y sin él. Así que procuraré ayudarte a disfrazar un poco la malicia de la canción. Pero ahora me vas a escuchar un rato sobre el tema de las vibraciones y la percepción extrasensorial.
     Y, durante no menos de media hora, Noemí me bombardeó con el sistema límbico[9], la metafísica hindú, el budismo y no sé cuántas cosas más; todo, para sostener que hay una vibración silenciosa que se expande por todo el Universo. Insistió en la conocida relación de Brian Wilson y su padre con su vecina, Jo Ann Marks, parasicóloga aficionada y probable amante de ambos. Finalmente, insistió en la incorporación de los Beach Boys a la corriente de la Meditación Transcendental, liderada por el Maharishi Mahesh Yogi[10]:
-          - Pero fíjate -aclaró-: no fue el Yogi quien los llevó a Good Vibrations, sino al revés. Las vibraciones ya habían hecho su labor. Como suele decirse your vibe attracts your tribe[11]. ¿No lo crees así?
-        -  ¡Oye, qué buena idea! Por ese derrotero podemos intentar convencer lógicamente a tu padre de que las vibraciones son como una llamada a tus verdaderos semejantes, a través de todo el Mundo.
-         - Déjate de generalidades -cortó Noemí-. ¿Crees o no en lo que estás diciendo? ¿Crees o no que tú, por ejemplo, me atraes con tu magnetismo personal?
     He de confesarte, Fran, que esta expresión me hizo reír, de tan manida e imprevista. Previniendo la reacción enfadada de Noemí, le pregunté acto seguido:
-          -  ¿Por qué yo? ¿No serás tú la magnética? Porque tienes unos ojos que ya, ya.
-          -  Podría darte muchos motivos, pero todos se reducen a uno. Todos emitimos y captamos las ondas personales, pero unos son más poderosos para lanzarlas y otros para detectarlas. Tú eres de los primeros, y eso que tratas de aminorar tu fuerza con la timidez; pero fíjate si eres intenso que mi padre ha sido incapaz de resistirse -aún siendo tan moro como es- y me ha puesto a tu lado, en tus brazos.
-          -  ¡Por Dios, Noemí! Estás tomando una decisión docente y práctica como un acto de celestinazgo.
-          - Todo ello es inconsciente, irracional, fruto de las vibraciones. Pero lo mantengo. ¡A buenas horas iba yo a haberme enamorado de ti con solo abrirte la puerta de vez en cuando! No eres tan guapo ni tan arrebatador, Gerardo. Pero en clase, viéndote decir los temas, tan serio, con tanto aplomo, midiendo el tiempo y puliendo las palabras como un orfebre, ¿cómo no iba a fijarme en ti y admirar tus valores ocultos?
-          -  ¡Y tan ocultos! No obstante, te doy las gracias y no puedo sino admirar la fuerza de tu percepción, pues supongo que, en esta humilde pareja, tú eres la poderosa en la captación de ondas.
-          -  Sí, ríete y tómame el pelo, pero nuestra suerte está echada. Tú y yo estamos predestinados a la unión cósmica y, por poco creyente o perspicaz que seas, no tendrás al final otro remedio que aceptarlo… Yo me encargaré de ello… Sí, no te ofendas: En otras cosas, tú me superas y he de obedecerte; pero lo que es sobre nuestro futuro juntos, tendré que pensar por los dos.
     Ya sabes, Fran, que yo soy muy mío y me gusta bastante llevar la contraria cuando pienso que me avasallan. Pero, en esa ocasión,… aquellos ojos,… aquellas vibraciones bien físicas que Noemí emitía,… aquellos pasados desengaños que tanto deseaba superar… Vamos que le tomé la mano, se la acaricié dulcemente y dije, sin más:
-         -   Querida, vamos a poner en limpio todos estos apuntes e ideas, a ver si podemos presentar a tu padre el viernes un buen trabajo en común.


3.      La venganza se sirve fría

     Aquel viernes era el festivo de San José, motivo por el cual fue Noemí quien entregó el informe a su padre, no sé si como regalo en su Día. Eran tres folios muy bien argumentados, con lujo de datos y conclusiones favorables al respeto de la versión montenegrina de Good vibrations. Don Fulgencio parece que la leyó con interés y prometió ponerse inmediatamente en contacto con el Director General de Cultura Popular[12], a ver si se la mandaba por telegrama o se la dictaba por teléfono. El hecho es que, bien por no llegar a tiempo, bien por no seguir las Autoridades nuestro benévolo informe, la canción fue despellejada de modo inmisericorde: Ni se consintió la traducción de su letra en el disco o revistas especializadas, ni se permitió la difusión de la versión que, voluntariamente, se había presentado a la Censura. Pero Noemí tenía otra impresión distinta de las dos que acabo de reflejar:
-         -  ¡Ay, Gerardo, que mi padre nos la ha jugado! Se ha servido de nuestros esfuerzos de investigación para cargar la escopeta. ¡Si no hay más que leer lo que dice el tipo de la Censura!
-          -  Chica, no creo que nos haya hecho tan poco caso. Yo no me he atrevido a preguntarle su opinión, pero sí me dijo que le había gustado nuestro trabajo.
-          -  Pues yo sí me he atrevido y ha tenido la desfachatez de decirme que sus informes jurídicos son materia reservada. ¡No te fastidia! Esta se la guardo.
     Para que puedas opinar, Fran, sobre este motivo de duda, te leeré lo que escribió el censor, para motivar y decidir sus prohibiciones. Precisamente, tengo aquí el recorte, que me facilitó el propio don Fulgencio -lo cortés no quita lo valiente-:
     El corte Good vibrations de este disco debe ser censurado por su sentido totalmente erótico, en el que se subliman las excitaciones sexuales. Esta letra pertenece a los ambientes de los grupos USA drogadictos del lumpen, los Hippies, cuya filosofía está basada en el sexo. La acción sexual, según sus efectos, determina la bondad o maldad de la acción. De ahí que esta subclase USA -que está tratando de cambiar radicalmente la moralidad USA- se haya convertido en una amenaza social. La letra habla de Good Vibrations -buenas vibraciones- frente a Bad Vibrations -malas vibraciones-, que equivale a los actos sexuales. Esta filosofía no es conocida por el público español pero, aún y todo, si se tiene en cuenta que el disco es para la juventud y que está en un inglés que se entiende demasiado fácil la letra, y que psicológicamente las vibrations se asocian inmediatamente al orgasmo, creo que daría pie a muchísimos jóvenes a bailar, por parecer graciosos, en forma procaz. Considero, además, que su autorización daría pie a las revistas de tipo musical a ofrecer la letra en castellano[13]. Por todo ello, considero que no debe autorizarse.- Madrid, 22 de marzo de 1971.
     ¿Qué te parece Fran? Una explicación tan maliciosa y prolija parece revelar la mano de alguien de más categoría que un chupatintas[14]. Ahora bien, que fuese don Florencio no me parece seguro. Por eso, la simpática venganza de abrir el baile en nuestra boda con Good vibrations fue personalísima idea de Noemí, aunque yo la dejé hacer.






[1] Traducción del título: Buenas vibraciones (El censor en la playa). En el relato queda explicado.
[2]  Entre otros países, fue número 1 en los Estados Unidos y en Inglaterra, allá por 1966. En España lo fue durante cuatro semanas, en abril/mayo de 1967.
[3]  Para los curiosos, la discográfica era la norteamericana RCA y el arreglista, el estadounidense Hugo Montenegro (1925-1981), cuyo mayor éxito en ventas fue la versión del tema principal de Ennio Morricone para la película El bueno, el feo y el malo (Sergio Leone, 1966).
[4] Podría haber otras razones pues, sorprendentemente, la censura discográfica española alcanzó su culmen en los primeros años setenta. Véase el divertido artículo El Franquismo contra el Rock, en la revista Ruta 66, febrero de 2011, páginas 74/76. Es accesible por Internet.
[5]  Como es sabido, se trata de Brian Wilson y de su primo, Mike Love. Suele entenderse que la letra de la canción es más de la mano de este último, mientras la música es casi exclusivamente de aquel.
[6] Las palabras o expresiones aquí traducidas más o menos libremente son, por su orden: vibrations, excitations, elation, blossom world y I don’t now where…
[7]  Terrible grupo de criminales que, bajo la inducción y jefatura del músico Charles Manson, asesinaron por lo menos a siete personas en 1969, entre ellas, la conocida actriz Sharon Tate. En fecha no muy anterior, Manson había tenido relación musical con los hermanos Wilson, núcleo de los Beach Boys.
[8]  Forma abreviada de referirse al ácido lisérgico (LSD), potente droga psicodélica, de consumo muy amplio entre los artistas de EE.UU. en la época (año 1966) en que Good vibrations fue creada.
[9]  Parte del cerebro que regula, entre otras cosas, las emociones y los instintos sexuales.
[10]  Sobrenombre del espiritualista hindú Mahesh Prasad Varma (1918-2008).
[11] Tu onda atrae a tu gente. Es decir, tu manera de ser te hará conectar con tus afines.
[12]  Ese era el Director General (de Cultura Popular y Espectáculos) amigo de don Fulgencio. Era el competente para la censura de los textos de las canciones y las carpetas de los discos. Otro Director General (de Radiodifusión y Televisión) era quien podía prohibir la transmisión de las canciones por radio y televisión. Es posible que en el caso de nuestro relato, hubieran de intervenir ambos, por afectar la censura a las dos facetas.
[13]   El subrayado es del censor.
[14]  En diecisiete años de censura radiofónica (septiembre de 1960 – octubre de 1977), se prohibió en España la difusión de 4.343 canciones. Good vibrations entró en dicha lista el 31 de marzo de 1971 -por cierto, con la errata del apellido de un de sus autores, Wilson, convertido en Wisoon-.

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