domingo, 1 de agosto de 2010

Presentación: Del autor y su obra.

Soy partidario a machamartillo de conocer a las personas por sus obras. No obstante, ya que he decidido lanzarme a la red, creo de cortesía presentarme brevemente a mis lectores. Me llamo Federico Bello Landrove; español, natural de Valladolid, nacido en 1947, doctor en Derecho, fiscal jubilado, avecindado en Salamanca; aficionado a la historia, la música clásica y el cine; dado a los viajes y los largos paseos, que me permitan admirar arquitecturas o sumergirme en la naturaleza.

La obra que atrevidamente expongo en este blog a consideración pública consiste en historias y cuentos, es decir, en relatos que generalmente mezclan imaginación y realidad a partes similares. Si la fantasía llegase a ser inspiración y la realidad alcanzase la cultura, tendríamos unas cualidades literarias dignas de un escritor de altos vuelos, como Borges, por ejemplo. Claro que, en mi caso, no caerá esa breva: de ahí la denominación jocosa de este blog: ¡quién fuera Borges! ¡Y tanto! Aunque mi admirado escritor argentino se pusiera a veces cargante, y hasta plúmbeo, con su erudición y don de lenguas.

Las narraciones que someto a la consideración del amable lector son bastante variadas, pero responden a unos cuantos núcleos prioritarios de atención: la Guerra Civil española de 1936-1939; la música y el cine; los literatos y los compositores; mi mundo de los tribunales y la vida policiaca; la temática brasileña… He procurado ordenar en consecuencia los relatos, para mayor facilidad de búsqueda.

Todo lector es, por principio, libre e inteligente, pero me ha parecido razonable facilitar en ocasiones su tarea con breves introducciones de ciertas historias y notas a pie de página. Mi respeto para quienes abominen de ellas, o no las necesiten. En estas cuestiones soy deudor del refrán más vale que sobre, que no que falte.

Y nada más, amigos y curiosos navegantes. ¡Ah, sí! Como casi todo bloguero que se precie, doy la oportunidad de que se pongan en contacto conmigo, a fin de que la comunicación pueda ser recíproca. Si puedo y lo considero útil, les contestaré. En todo caso, leeré comprensivamente lo que tengan a bien decirme y agradeceré tácitamente sus manifestaciones.

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